Capítulo 9

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Alex

Cómo esta vez solo fueron acusaciones hechas en inspectoría, no llamaron a los padres de ninguno. Los testimonios quedaron guardados ¿Qué significaba eso? Que el inspector realmente estaba anotando lo que decía, pensó que el señor solo estaba rayando el cuaderno para no perder el tiempo.

Los dos chicos se disculparon con él, de mala gana y bajo la atenta mirada del inspector. El profesor Lagos estuvo con él todo el proceso, hasta se sentía mal por no recordar al cien por ciento su nombre —¿Iniciaba con V?—. Era un buen profesor, o al menos con él.

¿Por qué había sido el ataque? La explicación que le dieron al inspector y al propio Alex —el principal afectado— fue que José y Tyrell estaban muy enojados por lo ocurrido, así que enviaron a sus dos amigos a darle una advertencia a Jonathan a través de Alex. Como si fuesen una célula terrorista.

Al parecer una suspensión no sirvió para aprender de sus errores, quién lo diría.

Había algo que no calzaba en todo esto, y era la presencia de Lucas en este grupo de amigos ¿Dónde participaba él en este plan?

Resulta que el castaño no figuraba en absolutamente ninguna parte del plan. Fue algo rompe amistades el que los dos chicos admitieran que tenían un grupo aparte de amistad, donde hacían planes sin decirle a Lucas. Esto principalmente porque creían que era más «aburrido». Sabían que el castaño de ojos azules nunca aprobaría el que golpearan al rubio, mucho menos las actitudes homofóbicas de José y Tyrell.

La respuesta a esta información por parte de Lucas fue una risa incómoda, Alex le miró con pena. No esperaba esta vuelta de los acontecimientos, de hecho, cambió bastante su percepción de su compañero de clases; de un completo idiota a alguien menos idiota.

Ahora se encontraba en su casa. Las clases terminaban temprano, y su madre no volvería hasta un par de horas más. Sofía no pudo acompañarle por sus deberes en el taller de coro. Tampoco presionó a su amiga, aunque sentía que debía de comprarle un regalo para poder mostrar cuan agradecido estaba. Sin ella, probablemente se habrían demorado mucho más en que esos dos chicos confesaran la razón de su crimen.

Suspiró cansado, pensando en los espejos rotos. Los chicos negaron que habían sido ellos los encargados de romper los espejos, dijeron que cuando comenzaron a explotar, ellos tuvieron que huir para no ser heridos.

Aun así se les envío una notificación a sus padres en la libreta del liceo que cargaba cada estudiante, donde decía el costo de los daños producidos por los dos jóvenes.

Alex no quería que las cosas volviesen a salirse de control.

Levantó su chaleco y camisa en el proceso, para observar su abdomen. Su piel era morena, por lo que el moretón volvía las zonas del impacto mucho más oscuras. Alex se tocó el borde del moretón y siseó, dolorido.

Últimamente los pequeños estímulos no eran suficiente para desencadenar reacciones en su entorno. Pero no podía estar tan seguro de ello, no tenía una visión de trescientos sesenta grados, lo que sí tenía era la naciente sensación de estar siendo perseguido por el tiempo.

Se bajó la camisa, de todas formas el moretón no se iría. Decidió ir a ponerse pijama, tenía prohibido salir de la casa, lo mejor que podía hacer era descansar, se lo merecía.

Una polera manga corta y un short fue lo que se puso para andar por la casa. Hoy no tenía ganas de cocinar, así que se hizo un pan con el queso que había comprado hace unos días —antes de ser castigado—.

Estaba masticando alegremente, sentado en el sillón del living donde no había tele, cuando escuchó sonar el timbre.

¿Quién podía ser a esa hora y un día de semana? No había pedido nada por internet ¿Una carta para su madre, tal vez?

No me digasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora