3.Mundo de cabeza

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3. Mundo de cabeza.

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Matt.

Blake.

Jake.

James.

Eran los nombres de los que iban a recibir la gran broma de bienvenida, cuando las clases terminaron los chicos dijeron que tenían que hacer unas cosas y que nos veríamos en casa. Después del almuerzo mientras iba a mi siguiente clase tuve el placer, nótese el sarcasmo, de conocer a James.

Iba caminando para mi clase de literatura metida en mis pensamientos que no prestaba atención a mi alrededor provocando que tropezara con alguien haciendo que besara el suelo.

Demonios...

—Lo siento, lo siento, no te vi, lo siento mucho ― habló una voz de un chico un tanto desesperado.

―No te preocupes yo tampoco prestaba mucha atención.

Levanté mi mirada topándome con unos ojos color azul como el mar, abundantes pestañas, que te hacían cuestionarte porqué mierda no naciste así, grandes, pero encajaban muy bien con su rostro. Lindo, muy lindo.

—Oye, una foto dura más.

Y lo lindo se fue al carajo.

—Ni que fueras la gran cosa—dije mientras me levantaba.

—Auch, directo a mi ego, nena.

—Si de verdad lo sintieras no te quedarías como un idiota mirando cómo me levanto sin ayudarme. Por cierto, no me llames de esa forma.

— ¡Tienes razón! Lo siento, nena.

Rodé los ojos con fastidio, ya me estaba disgustando. El idiota se dispuso a ayudarme con mis libros y me los entregó una vez que había logrado levantarme.

—Gracias, me tengo que ir—dije emprendiendo mi camino.

— ¡Oye, espera!

— ¿Qué?

—No me dijiste tú nombre.

— ¿Para qué quieres saberlo?

Solo quiero saber.

—Soy Alex Clark.

—Alex Clark, según dicen los rumores la gran bromista, ¿Cierto?

—Exacto y tú eres James Scott.

—Sabes mi nombre ― murmuró sorprendido.

Asentí dándole una sonrisa traviesa.

—Me tengo que ir, un placer James.

—El gusto es mío.

Empecé a caminar hasta que sentí su mirada en mi trasero.

― ¡Deja de ver mi trasero maldito pervertido!

— ¡Qué buen trasero tienes!

― ¡Púdrete maldito imbécil! ― expresé mientras le mostraba el dedo medio.

Doblé en la esquina para llegar a casa pude ver los autos de mis hermanos y logré ver a Tom llegando, así que, me apresuré para poder llegar.

— ¡Tom no cierres la puerta! ―grité mientras hacía de todo para llegar a tiempo.

Nadie Nos Manda #1Where stories live. Discover now