-¡Me la pido para luego! -gritó un tío.

-Oye, tú. -dijo a Daryl.- No bajes la vista. Esto lo presenciaréis todos y cada uno de vosotros.

Negan puso la mano en el hombro de Carl. El chico miraba al suelo.

-Es tu turno. -le susurró.

Nuestras miradas se cruzaron. Las lágrimas caían por mis mejillas. Pude leer sus labios. 'Lo siento', decía.

Se acercó más a mí. Cerré los ojos.

Sentí sus manos tocando mi pecho.

-Pero qué soso eres. -escuché la voz del jefe.- O lo haces mejor, o le digo a otro que lo haga por ti.

-¡Ni se te ocurra! -Abraham gritaba. Oí el sonido de un golpe. No quería abrir los ojos.

Noté la respiración de Carl cerca de mí.

-Perdóname. -me susurró al oído sollozando.

Empezó a besarme el cuello y a darme pequeños mordiscos.

-Tu hijo se está creciendo, ¿eh, Rick? -exclamó Negan.- Anda, vístete ya, me das asco. -dijo luego apartando a Carl de mí.- Menuda marca te dejó el chaval.

Puse mis manos en el pecho, tapándome. Me agaché para recoger mis pertenencias pero el hombre que aún nos mantenía con vida les dio una patada.

Fui detrás de ellas pero un tío de pelo blanco las cogió y las quemó con un poco de gasolina y una cerilla.

-Que no te dé vergüenza, preciosa.

Todos rieron. Me sentí un juguete de usar y tirar. Alguien colocó una camisa a mi espalda. Carl se encontraba detrás de mí. Se fue a su sitio con la cabeza baja.

-Quiero tener una charla contigo. -señaló al líder con el bate.

Se acercó y le tomó de la chaqueta, arrastrándole hasta la caravana.

-No tardaremos. Tengo que enseñarle algunas cosas a Don Rick.

Después de cerrar la puerta, se puso en marcha y se alejó entre la oscuridad.

***

No habría pasado ni media hora cuando el auto volvió. La puerta se abrió de una patada y Grimes salió disparado.
Negan apareció detrás y, de nuevo, cogió a Rick y le llevó hasta su sitio.

-No creísteis que pasaríais por esto sin recibir un castigo, ¿o sí? No deseo mataros. Que eso quede claro desde el principio, quiero que trabajéis para mí. Y no podéis trabajar si os mato, ¿no? No pienso cultivar una huerta. Pero habéis matado a mi gente. A muchos hombres, demonios. Más de los que puedo aceptar.

Todo estaba en silencio. Miré a mis compañeros, la mayoría miraba al suelo.

-Todo esto. Todo esto es para que decidamos quién de vosotros tendrá el honor. ¿Todavía no os habéis orinado encima? Vaya, tengo el presentimiento de que estamos cerca. Sí, muy pronto aquí habrá mucho olor a orina.

Se paseó en círculos, con su bate en el hombro.

-No sé a quién elegir. Oh, espera, tengo una idea, Lucille. -le dijo a su bate. Hizo un pausa y prosiguió.- Una dola... -empezó a recitar mientras apuntaba uno a uno con el arma- tela catola... coge al tigre... por la cola... si te ruge... suéltalo... mi madre me enseñó... a elegir el mejor de aquí... y te ha tocado... a ti.

El bate apuntó a Abraham. El sudor caía de mi frente y mis manos temblaban.
Rezaba por que no le hiciera nada.

-Podéis respirar, podéis pestañear, podéis llorar, diablos, todos haréis eso.

Everything's going to be okay. II | Carl Grimes. |Where stories live. Discover now