Porque tiene razón acepto ir a encontrarme con Rebeca.
Aún así, sin muchas ganas, hago mi camino hacia el salón de computación. Lo que es raro es que Beca, conociéndola, hubiera elegido un lugar más formal para reunirnos. Allgo como la biblioteca o la cafetería.

Afuera del salón de computación está Chris. Trato de ignorarlo pero él obstaculiza mi camino.

—Viniste —me saluda.

—¿La nota era tuya?

—Y de Fredo —asiente—. Queremos mostrarte algo.

Abre la puerta del salón y me invita a pasar. Entro, él me sigue y cierra la puerta detrás de nosotros. Me siento tenso. Hoy no estoy de ánimo para sus estupideces. Tendrá que ser claro al decirme qué quiere porque ni él ni Fredo son merecedores de mi tiempo.

—¿Qué quieren mostrarme? —pregunto, cruzando mis brazos.

—Paciencia, campeón —ríe—. Antes es importante ponerte en antecedentes.

Que le den.

—Chris, estoy ocupado —Miro de él a la puerta. En serio quiero irme—, y aún si no lo estuviera...

—Cierra la boca, Odom. Sólo quiero que veas una cosa —advierte. Sus ojos brillan con anticipación. Con maliciosa anticipación.

—¿Qué cosa?

—Ves que quieres a Andrea a tal punto que le regalas rosas y dejas que te vean en público con ella...

Me doy la vuelta dispuesto a irme.

—¡Oye! —se queja, obstaculizando otra vez mi camino.

—No voy a hablar de Andrea contigo o Fredo —espeto, y aunque intento irme, Chris me sujeta por el hombro.

El salón de computación es grande, pero Fredo está a unos cuantos pasos de la entrada principal. ¿Una emboscada?

—Quiero ayudarte, Oliver —Esta vez el tono de Chris es conciliador—. Quiero ayudarte porque no creo, realmente dudo, que tengas claro quién es en verdad Andrea Evich.

—Eso es asunto mio.

—Venga. Sólo te estoy pidiendo ver un video.

—¿Un video?

Mi frente se arruga. ¿Qué tipo de video podrían ellos... El video de Andrea. El entendimiento llega a mí como una bola demoledora. Tengo que largarme de aquí.

—Chris —Intentaré salir de esto sin afectar a Andrea con otro escándalo—, a mí sólo me importa la opinión que yo tengo sobre Andrea, ¿de acuerdo?

Él no se da por vencido. Le indica a Fredo dar Play al video.

—¿Por qué eliges ir por el mundo a ciegas, Odom? —Chris mira hacia donde está Fredo, y después me mira a mí, retándome—. ¿Tanto miedo te da la verdad? Fredo ya lo tiene listo para ti. Sólo son cinco minutos.

No, no quiero ver ese video. Me niego a ser parte de la basura que todos los días cae sobre Andrea.
Retrocedo dos pasos hacia atrás, dispuesto a irme, pero me detengo cuando escucho la voz de Andrea.

Dime qué quieres que haga y lo haré para ti —dice, y, boquiabierto, me vuelvo hacia el ordenador de Fredo.

Y ahí está ella, Andrea, vistiendo únicamente unos vaqueros y un sostén.

No.

El lugar en el que está es una habitación apenas iluminada, y está acompañada de alguien. Por la voz advierto que es un chico. Ella está de pie mientras él la filma con su cámara. Siento... nauseas.

La mala reputación de Andrea Evich ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora