Once

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Cerulea
Sustantivo
Azul profundo como un cielo limpio
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Michael maldijo cuando vio la hora en el reloj. Calum dijo que estaría ahí en diez minutos y él tenía que estar para recibirlo en la puerta. Bueno, no tenía que hacerlo. Simplemente había pasado más de un mes sin ver a su mejor amigo y abrazarlo era esencial cuando llegaran.

Michael tomó el par de pants más cercanos que tenía a la vista y comenzó a ponérselos lo más rápido posible. Tomó su teléfono y llaves porque no confiaba en nadie en Nueva York.

Por mucho que le gustara dejar su apartamento sin llave por unos diez minutos no era una idea muy lista.

"Joder." Maldijo Michael. "¿Por qué la llave no entra? Sólo quiero ver a mi mejor amigo." Michael trataba de abrir la puerta hasta que la llave por fin entró. Su cabeza palpitaba más que antes mientras guardaba las llaves en su bolsillo. Todo lo que quería era que Calum lo abrazara mientras él se quejaba del dolor.

Michael se dio la vuelta cuando escuchó a alguien correr por las escaleras–asumió que ese alguien iba tarde y que el elevador estaba fuera de servicio.

Las pisadas se volvían más fuertes y no sabía si era su imaginación o si en verdad las pisadas iban al ritmo de las palpitaciones de su cabeza. Mientras más rápido iban los pasos, más rápido palpitaba su cabeza. Estaban creciendo más. Michael se sentía demasiado estresado.

Su teléfono estaba sonando de nuevo, señal de que Calum probablemente ya estaba ahí y subiendo las escaleras.

Michael trataba de moverse para ver si podía espantar a Calum y Ashton si es que iban en las escaleras, pero no se sentía ni siquiera con las fuerzas para moverse. Se sentía como si alguna fuerza lo atrajera a ese lugar y de pronto se sentía con una extraña curiosidad sobre quién bajaba con tanta prisa.

Un segundo después un chico alto y delgado dobló la esquina y siguió en el pasillo de Michael. El chico parecía resbalarse en la plana superficie antes de chocar con Michael.

Michael entró en pánico, y fue a ayudarlo. Quería asegurarse de que no estuviera herido o algo. Michael sacó una mano para levantar al chico, sin preocuparse por los libros que habían salido de su mochila a causa de la caída, sólo quería asegurarse de que él estaba bien. Michael miró al chico, después a sus ojos. Ahí fue donde todo pareció detenerse.

El dolor en su cabeza desapareció.

Las paredes blancas a su alrededor que no tenían color alguno comenzaron a cambiar.

Todos de color que su mente gritaba azul comenzaban a aparecer a su alrededor.

Y como una señal, un jadeó abandonó los labios de ambos chicos, y ambos se miraron con los ojos abiertos en grande y las bocas entreabiertas.

Shades Of Blue :: mukeWhere stories live. Discover now