- Punto uno, vengo bastante cabreada. Punto dos no rechace tu invitación. Punto tres no te dejé plantada por gusto propio, sino porque estaba agotada y porque no tenía con quien ir y me arriesgaba a no encontrarte o a un millón de cosas más. Ya no sé por qué punto voy, pero realmente no sabía que fueses tan presuntuoso, si soy la primera mujer que te planta me alegro, ya tengo la exclusiva en algo.

            - Era el punto cuatro, y odio que me hablen asó, pero estas tan guapa enfadada, que creo que me da igual- me contestó echándose a reír. Era la primera vez que le veía reír.

            Dicho esto me dio un ligero beso en los labios. Fue un ligero roce, pero me encantó. Hasta en los besos podías darte cuenta de la clase de aquel hombre.

            - Debería darte tal patada que se te quiten las ganas de volver a hacerlo.

            - ¿Y por qué no lo haces?.

            - Porque no quiero que se te quiten las ganas de repetirlo- contesté mirándole con cara de pilla.

            - Me tienes alucinado. No sé por dónde pisas Alejandra, ni por donde te mueves, ni a donde quieres llegar. Solo sé que me tienes loco desde que te vi. Y no debería admitirlo, nunca admito nada delante de una mujer hasta que estoy muy seguro de que voy por terreno firme y que ella quiere lo mismo que yo. Pero desde que te vi ayer no sales de mi cabeza.

            - ¿Que es lo que quieres tu de mi?- pregunté intrigada.

            - Sinceramente no lo sé. Ahora mismo quisiera estar contigo, porque no soy capaz de sacarte de mi cabeza. Y suelo ser muy frio y racional para estas cosas. Pero realmente no te conozco. Me gustaría empezar a hacerlo. Quiero que me conozcas a mí también y fuera del mundo de la noche.

            - Supongo que serás igual por la noche que por la mañana. ¿O eres un mutante o algo por el estilo?- le dije riéndome.

            - Quiero que me veas fuera de este ambiente, porque realmente sí que cambio. No soy el mismo, aquí, que fuera. Date cuenta de que esto es mi trabajo, tengo que mantener la compostura y hacerme respetar por la gente de manera que nadie se meta en mis negocios. Fuera de todo esto, no soy tan estirado- me contestó tan enigmático como siempre. La verdad es que era muy guapo. Era un estilo de hombre completamente distinto a Jaime o a Mario. Pero era tan enigmático que me atraía y quería saber que se escondía de aquel hombre que parecía estar fascinado por mí. En aquellos momentos no era consciente de las consecuencias de mis actos de aquella noche y de aquella curiosidad.

            - Quizás tengas razón, pero no eres solo tu todo el mundo cambia. De ser sábado por la noche a lunes por la mañana hay un abismo. Pues yo encantada de aceptar su proposición de conocernos caballero- dije tendiéndole la mano a modo de acuerdo

            - Señorita acaba de hacer usted feliz a este caballero- me contestó.

            - Ya será menos.       

            - Dentro de un rato te voy a buscar y tomamos algo juntos. Mientras tomate algo sola, bueno con tu amiga. Ahora tengo alguna que otra cosa que hacer. Esta es otra de las cosas que vas a tener que soportar, no tengo casi tiempo para nada durante la noche...

            - No te preocupes. Estaré por ahí. Quizás ligo un poco y todo.

            - Que no se le ocurra a ninguno intentar ligar contigo.

            Dijo Eduardo aquello con una sonrisa, pero se veía falsa y fría. Como si realmente lo pensara así. Me fui a buscar a Silvia y a la demás gente. Cuando les conté que había pasado con Eduardo se quedaron alucinadas. Yo realmente no sabía bien como había quedado definida nuestra relación, pero por sus palabras imaginé que quería estar conmigo. Tampoco sabía si realmente quería yo estar con alguien en ese momento de mi vida. Pero tenía que reconocer que aquel hombre me encandilaba por completo.

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESWhere stories live. Discover now