CAPITULO 5

38.8K 642 15
                                    

 Mientras estábamos en la barra, de pronto se nos acercaron dos chicos que resultaron ser José y Nacho, iban muy borrachos y tenían ganas de bronca.

Yo me empecé a preocupar un poco, porque no quería que nos montasen ningún numerito, allí en medio del local:

            - ¿Que pasa tías?, si estáis aquí ¿Qué manera de huir de nosotros?

            - No es que mira , mi hermana estaba muy pedo...

            - Que si tía, que sí, que no me cuentes tu vida, que conmigo no tienes que quedar bien, se cómo se las gastan las pibas como tú.

            - Mira, déjame en paz- dije- he intentado hablar contigo y no me dejas, pues claramente no te voy a dar ninguna explicación.

            De repente me cogió por la cintura, muy fuerte, hasta tal punto que me hacía daño:

            - Suéltame, no quiero volver a repetirlo- le dije empezando a ponerme un poco nerviosa.

            - No guapa, voy a cobrar lo mío, lo que es mío por derecho!. No te cobro los impuestos del viaje en coche porque soy bueno.

            - ¡Suéltame!- intentaba zafarme de él pero no podía me sujetaba con mucha fuerza.

            Apestaba a whisky, y empezaba a tener un aspecto bastante desaliñado, estaba despeinado y se veía que no controlaba. Intenté separarme de el pero me tenía bien cogida. Lo intenté hacer discretamente porque no quería llamar la atención.

            - Por favor José suéltame, y hablamos.

            - No me da la gana- contestó visiblemente enfadado.

            - Ya has oído a la señorita, ¡¡SUELTALA!!

            De pronto como surgido de la nada apareció Jaime, el cual con su imponente aspecto, estatura y tamaño hizo que José me soltase, al instante. Jaime era alto y fuerte y la verdad es que su presencia imponía.

A partir de ahí para mí se paralizó el mundo, hasta llegue a mirar a Jaime de modo diferente, le veía con otros ojos.¿ Realmente se preocupaba por mi? Todo era desconcertante. ¿Pero porque yo le interesaba?. El me odiaba. No sabía que pensar, era extraño, nunca me había sucedido con ningún otro hombre:

            - Y ahora tú y tu amiguito me vais a acompañar despacito y sin llamar la atención a la puerta de salida.-dijo Jaime, entonces se acerco a mi oído- y tu guapa ten cuidado, a ver a quien calientas la próxima vez, y que conste que esto no lo he hecho porque si, o porque me parecieras una dama en apuros, sino porque me lo ha mandado Eduardo, que parece que le has caído bien, y yo al jefe no le discuto ni la hora.

            Y como vino, se fue, no sin antes dejarme una sensación en el cuerpo de malestar, ¿o quizás era de nerviosismo?. Prefería pensar que era de malestar. Deseaba matarle…

            Al momento me acerque a Eduardo, para darle las gracias, por tan amable gesto. Debía haber estado pendiente de mí, porque si no no se hubiera dado cuenta de lo que ocurría:

            - Gracias, de verdad que no sabes cuánto te agradezco lo que has hecho, lo estaba pasando fatal- agradecí sinceramente.

            - De nada, no ha sido nada importante. Sé que es normal que los tíos se pongan tontos cuando ven a chicas como tú. Además tienes cara de meterte en problemas. No se puede ser tan bonita sin que te acosen.

            - De verdad que me siento adulada por el gesto. Gracias por estar pendiente de mí y cuidarme.

            - Es todo un placer cuidarte, te lo aseguro.

            - Todavía no lo sabes bien- contesté con una sonrisa pícara.

            - Me encanta ayudar a niñas en apuros.

            - Y a las no tan niñas.

            - Tu para mí que eres una niña.

            - No sé como tomármelo, si como un cumplido, o como un insulto- contesté riéndome. A veces era tan serio que no sabía muy bien si decía las cosas en serio o no.

            - Nunca te insultaría.

            - Entonces como un cumplido.

            - Nunca digo las cosas por cumplir, las digo porque me lo parecen.

            - Me asombra que estés tan seguro de ti mismo.

            - No todo lo que parece es en realidad- según avanzaba la conversación Eduardo se sentía más a gusto conmigo. Daba la sensación de que siempre estaba a la defensiva.

            - Si, pero con las apariencias se consigue mucho, ¿no crees?- dije poniendo cara de niña buena. El comenzó a reir.

            - Tu con la tuya, con tu apariencia, quizás consigas demasiado.

            - Quien sabe, nunca conoces realmente a las personas.

            - Pero algunas son muy predecibles- me miraba tan fija e intensamente que me intimidaba un poco.

            - Espero no en

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESWhere stories live. Discover now