4.- La voz

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No tenía ningunas ganas de ir a clase. Quizás lo que no tenía era el valor para ver a mi profesora después de la pregunta de ayer. Era mi profesora. Joder.

Llegue a la puerta justo a tiempo y el securita se percató de ello.
-Estas jugando al límite, eh -sonrió.
Yo le devolví la sonrisa. Era un hombre muy majo y se llevaba genial con todos nosotros.
Llegue a clase y por suerte aún no había llegado la profesora de inglés.
-¡Paula! -me llamo mi amiga Esther.
-Dime
-¿Te vienes esta tarde de compras? Como mañana no hay clases y el otro día me dijiste que tenías bastante dinero ahorrado pues se me ocurrió que podía estar bien.
-¿Mañana no hay clases? -no lo recordaba.
-No, es festivo. ¿Qué dices?
-Sí, claro.
Justo llego la profesora y todos no sentamos correctamente y en nuestros respectivos sitios.

Acababa de sonar el timbre de la última hora y ahora me tocaba con Ana. No sabía como mirarla a la cara después de lo que me dijo ayer.
-Bonjour! -entro como siempre, decidida.
No puedo negar que me encanta, ya está, me encanta. Pero es mi profesora.
Llamó a gente para salir a la pizarra y automáticamente baje mi vista al cuaderno deseando que no me sacara a mí y así fue, no lo hizo y suspiré tranquila.

Estaba esperando a Esther en la puerta de mi casa para ir juntas hasta el centro comercial. La vi venir.
-Lo siento, casi no llego -dijo con la lengua fuera.
-¿Quieres un vaso de agua? -dije señalando la puerta de mi casa y riendo.
-No, estoy bien. Vamos.
Nos pusimos en camino.

Ya habíamos comprado varias cosas y por lo menos yo ya había cerrado el grifo.
-Esther -le dije.
-¿Qué?
-Quiero hacerme un cambio de look.
-¿¡Qué!?
-Cortarme el pelo.
-Pero, pero, ¡pero estas loca! ¡has visto tu pelo!
-Sí y me apetece cambiar. Vamos.
-Madre, madre que masacre.
Entre a una peluquería y, con suerte, me pudieron coger.

En un momento había pasado de melena a una media melena que me encantaba. Además pedí que me peinaran y me hicieron unos bucles que me enamoraron.
-¿Nos vamos ya? -le pregunté a Esther.
-Sí pero antes vamos a entrar a esta tienda -dijo tirándome del brazo hasta una tienda de vestidos -preciosos debo decir.
-¿Qué quieres de aquí? -pregunté a mi amiga mirando a todos lados.
-Mirar y soñar. Soñar que algún día tendré una maravillosa cena de aniversario en la cual me pondré uno.
Ambas reímos ante el comentario.
-¡Señora ese le esta fantástico! -escuché decir a la dependienta.
Iba a comisión, fijo.
-No sé, no me convence.
Un momento... esa voz... Esther y yo nos miramos y nos dimos la vuelta para ver a quien yo creía. Allí estaba ella. Era Ana.

Alcanzar la felicidadWhere stories live. Discover now