25.

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—¿Pasa algo? -pregunta Daniel un poco alarmado. Respiro profundamente.

—Recuerdas aquella vez que me encontraste en el suelo llorando... -susurro.

—Recuerdo que me asusté al verte así en ese estado.

—Si y es que no sé si vas a creerme o no, pero yo jamás en la vida les hice algo como para que hicieran esto. -digo llorando de nuevo. —Te lo dije, mira como estamos ahora.

—Hey, tranquila. -intenta rodearme con sus brazos pero me aparto y lo miro a la cara.

—Yo no puedo estar tranquila cuándo Isela también me engañó, ella lo sabía y sólo estuvo tapando a su amiga. -digo con asco la última palabra.

—Por favor tranquilizate, me das miedo cuándo te pones así.

—Vas bien Daniel eh. -digo sarcástica.

—Blas nos contó lo que pasó con Isela y la fuerte discusión que tuvieron, las cartas. -se detiene y me mira, sus ojos  lucen tristes, apagados, puedo verme en ellos, como si tratase luchar por los dos, él o yo.

—Isela. -cierro los ojos por recordar lo que pasé en la tarde con ella. —Ella estuvo de parte de Karla, todos estos meses me lo estuvo ocultando. Si no fuera por Blas, esto no estuviera pasando y seguiría como si nada en su casa, seguiría fingiendo. -quiero llorar y gritar, esta situación me está consumiendo por dentro y me duele mucho aceptarlo. —Tenía razón. -vuelvo a hablar un poco más tranquila. —Creía que nunca nos iba a pasar esto y es que nunca me había detenido un momento para poder asimilar lo que está pasando últimamente, estos meses se han pasado como agua.

-Si. -murmura.

—Genial, ¿no Dani? Que Karla, tu amiga desde años atrás, a la que querías que la conociera y que iba a caerme genial, fue ella quien mandó a hacer esa estúpida carta. Casi un año fingiendo que todo estaba bien, cuándo ella misma estaba desmoronando nuestra relación, genial.

—Ponte a pensar que aún así con lo que estás pasando, no te has dejado vencer. Los demás han estado contigo, a pesar de los metros que nos separan. Ellos no saben lo muchísimo que te sigo queriendo.

—Por favor, no digas eso ahora. -borro con la manga de mi suéter una lágrima. —Fue mejor haberme quedado en mi ciudad y no venir aquí y echar a perder todo.

—Shh. -me acerca a su cuerpo calentándome y besa mi cabeza. —Has hecho lo mejor que he visto en tan poco tiempo y no deberías de decir eso, tu no echaste a perder nada y deja de culparte a ti misma.

Sigo llorando en los brazos de Dani, el soba mi espalda pero nada puede tranquilizarme en estos momentos.

(•••)

Me despierto desorientada, quedándome viendo que el techo es blanco y las paredes también y que hay una puerta corrediza al lado derecho de la cama, supongo que es un pequeño balcón. Corro las cortinas y abro las puertas sintiendo el aire de afuera. Respiro profundamente y suspiro.

—¡Hey guapa! -grita un chico moreno y con barba, le sonrío y me vuelvo a meter.

En el camino me hago un moño y casi me tropiezo por ver a Dani y Blas saludandose.

—Hola guapa. -me saluda con dos besos el rubio y en el segundo susodicho me susurra. —Necesito hablar contigo.

—Vamos al jardín.

—Iré a comprar algunas cosas, no te importa que te deje con este macho.

—Tu vete y tranquilo, estaremos bien. -sonrío y beso su mejilla.

Blas me lleva de la mano hacia el jardín y nos sentamos en el pasto.

—¿Cómo estás?

Qué pregunta tan más tonta, pero no se me ocurre otra cosa que eso.

—¿Qué se siente volver? -pregunta esta vez Blas.

—No vas a creerme pero siento como si olvidara todo lo que fue de ayer, sinceramente no quiero recordar lo que sentí cuándo me lo dijo. -mi voz se hace pequeña. —Blas, te aseguro que si no te hubieras dado cuenta de eso, yo, tu, estaríamos igual.

—Ayer cuándo llegué a su casa la vi muy rara, estaba muy inquieta y evadía mis preguntas, ahí empezamos a elevar la voz hasta que llegamos a su habitación, quería saber porque se estaba comportando de esa manera, si la relación no estaba siendo buena, para que seguir insistiendo yo ya no me siento capaz de nada, cuándo leí esas cartas, Isela me las quitó de las manos después, me enojé con ella y me fui de ahí hecho una furia, no acabamos bien. -suspira.

—Blas no es necesario que ames a alguien, eso es cuándo realmente se siente entre los dos. Dónde sientan que si existe ese verdadero sentimiento y estén cosquillas cada vez que la ves a los ojos. Confío en que tu Blas, mi querido amigo. -entrelaza mi mano a la suya y besa mi mejilla. —Encontrarás a esa persona especial que si sepa valorarte, quererte sobre todo. Y lo otro, ya pasó. Sólo quiero estar bien con la familia que quiero y que si sabe valorar una amistad.

—Dani tiene la bendita suerte de tenerte otra vez, bueno sé que aún no han vuelto pero espero que lo hagan muy pronto que a los dos se les nota mucho eh, y todos nosotros estamos muy contentos de que a pesar de todos esos problemitas sabes tener esa garra para seguir siempre adelante.

Suspiro y abrazo mis rodillas.

—Te conozco desde hace tiempo y no me mentirías si te digo que te sigue gustando Dani, que aún sueñas por seguir siendo lo que un día fueron, o miento.

—Ya estoy aquí, ¿quieren ayudarme un poco? -grita Daniel desde adentro y miro a Blas.

—Vamos, después seguimos hablando. -sigo a Blas hasta la cocina y ver a Dani acomodando las cosas en la alacena hace sentirme una persona muy cobarde por no ser sincera con él. La voz de ambos hace sobresaltarme y casi tiro una lata de refresco.

—¿Qué pasa?

—Ya no es raro verte tan distraída. -rueda los ojos Blas.

—No vais a decirme nada, si no para irme. -espero a que me digan algo, pero sólo se quedan mirándose a los ojos y se encojen de hombros. —Vale, adiós.

Ahora que recuerdo aún tengo mis maletas hechas, y no quiero desempacar hasta que no le diga a Dani mi verdad. Sinceramente sigo enamorada de Dani, es verlo y sentir que no hay nada mejor que él. Ya no vivo con el recuerdo que pasamos un día, en cambio quiero estar con el.

Por la noche

Estoy super inquieta, me intriga saber que está pensando Dani, no deja de darle vueltas a la cuchara, y yo no puedo dejar de mover mis pies.

—¿En que piensas? -me pregunta después de haber visto que deja a un lado la cuchara.

En nosotros, pienso.

—En nada. -digo.

Termino de comer mi último trozo de carne y lo llevo al lavavajillas. Intento respirar hondo antes de salir y que me de algo.

—Dani. -el se gira y creo que es ahora o nunca.

Su teléfono empieza a sonar y contesta.

—¿Hola?, ¿mamá?... Estaría bien empezar desde mañana, pero tenemos el acústico... Lo sé... Entonces ya hablamos, chao te quiero. -hace el sonido de un beso y cuelga.

—Mari Carmen, ¿ya te echa de menos?

—¿Recuerdas que iba a llevarte a Alcázar? -pregunta con un brillo en los ojos.

—Dani no, creía que era una broma. -me quejo.

—Yo no bromeo cuándo digo algo en serio. -se me queda viendo a los ojos esperando a ver mi reacción.

¿Que hago?

Quédate conmigo, siempre [Dani Auryn] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora