Nunca había estado tan equivocado

Start from the beginning
                                    

Los huargos parecieron enloquecer y consiguieron tumbar el árbol en el que Noe se encontraba junto a Gloin, los dos saltaron a otro de los árboles, tratando de evitar tirar a los demás, los árboles comenzaron a caer uno tras otro, hasta que todos estuvimos sobre el último árbol que se encontraba al borde del precipicio.

Gandalf reaccionó y usó su magia haciendo arder una de las piñas que había en el árbol y lanzándosela a los huargos, que retrocedieron asustados, todos comprendimos la idea de Gandalf, así que comenzó a encender más piñas y nosotros pasábamos el fuego de una a otra, mientras seguíamos lanzándolas. Cuando los huargos comenzaron a huir, podíamos saborear la victoria, pero el árbol en el que nos encontrábamos cedía a causa del peso y quedamos colgados sobre el precipicio.

No tenía opción, si quería que ellos escapasen, debería enfrentarme a Azog y terminar lo que empezamos años atrás, lo tenía decidido, lucharía contra él, aunque eso significase perder la vida. Quería llevarme un grato recuerdo al otro mundo, si aquí terminaba mi vida. Me giré un instante a contemplar a Noe, que me devolvió la mirada, grabé sus ojos, su pelo, su boca, recordé sus sonrisa y rompí el contacto con su mirada diciéndole adiós con mi corazón.

Me puse en pié y comencé a correr hacia Azog con la espada desenvainada y el escudo de Roble en mi otra mano. Azog se abalanzó sobre mí en su huargo golpeándome y haciéndome caer al selo, algo aturdido me levanté, pero él volvió a golpearme con la maza, haciéndome caer de nuevo.

El huargo blanco hincó sus afilados dientes en mi costado, no pude evitar gritar de dolor y  la bestia me lanzó por los aires, haciéndome golpearme contra unas rocas, mi espada calló a mi lado, pero no pude moverme para cogerla.

-Traeme la cabeza de enano- dijo el pálido orco a uno de sus secuaces.

El otro orco se bajó de su montura y desenfundó la espada mientras se acercaba a mi, sabía que era mi fin, así que rememoré los buenos momentos que había vivido con mis sobrinos, amigos y como última imagen, evoqué a Noe, esperando que ella pudiese salvarse. Cuando el orco se situó frente a mi, dispuesto a cortarme la cabeza, vi a Noe abalanzarse sobre el orco y perdí el conocimiento, deseando que no fuese cierto, que ella estuviese segura en algún lugar y no luchando con un orco, sin que yo pudiese hacer absolutamente nada.

Mi cuerpo estaba cansado, sentí que flotaba y el viento azotaba mi cara, pero no pude abrir los ojos y no podía moverme, sentí como mi cuerpo era depositado de nuevo en una dura superficie, quería abrir los ojos, pero no podía. Sentí unas manos en mi cara y un susurro del viejo mago, sus palabras me dieron un empujón y abrí los ojos. Estaba vivivo, lo que significaba que lo que había visto antes de desmayarme era real, Noe se había enfrentado al orco, ¿estaría bien?, Los Valar me ayudasen a que así fuera.

-¿Noelia?- susurré esperando que Gandalf me entendiese.

-Está bien- me respondió Gandalf- Noelia, está aquí, está a salvo.

Me incorporé con ayuda de Dwalin y Bufor, busqué con la mirada a Noelia y la ví frente a mí, congelada, con los ojos llorosos y me enfurecí conmigo mismo por ser tan débil y ponerla a ella en peligro.

-¡Tú!, ¿Qué has hecho?¿Has visto que casi te matan? En un principio dije que serías un estorbo, ¿que no sabía qué hacías aquí? En mi vida he estado más equivocado- dije antes de abrazarla fuerte contra mi pechó, sentí que se estremecía y comenzaba a llorar, la dejé desahogarse sobre mi pecho, queriendo recibir sus lágrimas, esas que yo mismo había causado.

Los chicos nos vitorearon contentos y sentí como Noe se tranquilizaba y sonreía mientras nos apartábamos.

-Siento haber dudado de ti en la montaña- dije mirándola a los ojos, mientras limpiaba los restos de las lágrimas que se habían derramado de sus ojos.

-No te preocupes, yo también habría dudado de mí en algunos momentos- dijo con una pequeña y hermosa sonrisa- no soy una heroína, ni una guerrera, ni siquiera una saqueadora.

-Eres mucho más que eso- dije mirándola a los ojos, para mí, ahora era mi motivo para seguir adelante, mi salvadora y la persona en la que confiaría mi vida, sin dudarlo un instante.

Me sonrió y desvió su mirada para ver como las águilas se iban. Cuando miré más allá de Noe, vislumbré Érebor el hogar que nos habían arrebatado, el motivo para este viaje y mi futuro reino junto a la que esperaba que fuese mi reina.

-¿Eso es lo que creo que es?- preguntó Noe dudosa.

-Érebor- dijo Gandalf- la montaña solitaria, el último de los grandes reinos de los enanos de la Tierra Media.

-Nuestro hogar- dije cogiendo la mano de Noe.

-Un cuervo, las aves están regresando a la montaña- dijo Oin.

-Mi querido, Oin- dijo Gandalf- eso es un zorzal.

-Lo consideraremos una señal- dije mirando a Noe con una sonrisa - un buen augurio.

-Tienes razón- dijo Noe sonriéndome, antes de girarse a observar nuestro futuro hogar, nuestro reino.

Más valiosa que el oroWhere stories live. Discover now