Capítulo 22 - Fuego

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     Estaba en una fiesta, todo el mundo parecía estar más feliz que nunca. No podía ver a mis amigos, no conocía a nadie y mi teléfono no quería funcionar. ¿Qué podía ser peor?
Comencé a caminar, hasta encontrar la salida. Caminé y caminé por la calle a oscuras. Me detuve en el único poste que funcionaba, miré hacia arriba, pero cuando lo hice, este se apagó, y todo quedó oscuro. ¿Eso significa mala suerte?

Una luz se asomó, y de repente, por todo mí alrededor comenzó a arder en llamas... todo estaba comenzando a incendiarse. Me preocupé. Corrí a casa lo más rápido que pude. Pero cuando llegué, ya era tarde, toda la ciudad ardía en llamas, incluyendo mi casa. No podía controlarme, estaba desesperado. La casa se desplomó en ruinas frente a mí. Grité y grité, dando pasos hacia atrás en medio de la calle. Una luz me encandiló los ojos, cuando pude abrirlos bien, un auto venía hacia mí a toda velocidad. Mis piernas no reaccionaron y cerré fuertemente los ojos, esperando el golpe.

Desperté con mi corazón latiendo muy fuerte y rápido. Hace tiempo que no tenía pesadillas...

Me levanté de mi cama y salí de la habitación. No me gustó ese comienzo del día. Pero traté de olvidarlo ya que iba a ver a Min. Eso me subió un poco el ánimo.

―Buenos días, ¿te sientes bien? ―preguntó mi mamá. Respondí, asentí y sonreí, sentándome en la mesa del comedor. Dan estaba a mi lado, desayunando, con el cabello alborotado. Mi madre querida me pasó mi desayuno, y ella se sentó con nosotros, tomando café.

― ¿Dónde está Albert? ―pregunté.

―Él se fue al trabajo, no es muy temprano que digamos, Erick

― ¿Quién se despierta temprano en vacaciones? ―mi mamá rodeó los ojos.

―Oh, antes de que se me olvide, ¿hoy saldrás, no? ―me preguntó.

―Sí, mamá, te lo dije ayer.

―No hables con la boca llena, hijo ―dijo. Me encogí de hombros―. Bueno, hoy estaré con Albert en una reunión que sus jefes harán, una cena. Dejaré dinero para que compren pizza o hamburguesas ―Sonreí a escuchar que Dan decía ¡Sí!, asentí con la cabeza.

―Mamá, recuerda que yo también voy a salir ―Dijo Dan.

― ¡Cierto! Por poco lo olvido.

― ¿A dónde irás, enano?

― Iré a la fiesta de cumpleaños de un amigo

― ¿En la tarde?

―Sí, es que será en una piscina. En un rato me iré.

―Y tú irás a buscarlo, Erick

― ¿Qué? ¿Y yo por qué?

―Porque Albert y yo no podremos. Irás por él a las 7pm ―Bufé. Qué lástima no tener otra opción...

Pues te tocó ser el hermano mayor

Pues, sí.

Dan me dio la dirección del lugar a donde iba a ir a buscarlo, y se fue con sus amigos. Almorcé con mi mamá y Albert, y una hora después salí a buscar a Miranda a su casa. Ya había pasado más de una semana de la primera salida. Y después de esa hubo dos más. Y lo que hacíamos era lo acordado: yo cantarle, ella leerme.
Me alegró mucho la última vez que nos vimos, que ya estaba hablando mucho mejor. Por leer en voz alta todos los días. Fue un progreso rápido y eso me hizo muy feliz.

Cuando iba en camino, me encontré a Omar. Él me saludó, no andaba muy de buenas como siempre.

― ¿Qué haces por aquí? ―le pregunté.

―Andaba comprándole un regalo a mi mamá para navidad ―dijo, desanimado. No quería preguntarle qué le pasaba, no iba a detenerme por tanto rato. Eso me hizo reaccionar en algo.

― ¡Oye, cierto! Ya será navidad...

―Sí, amigo. Mañana es Noche Buena

―Rayos, cuando son vacaciones no recuerdo las fechas. Gracias por recordarme.

―De nada. ¿A dónde vas, por cierto?

―Me encontraré con una amiga ―levantó las cejas, insinuando algo, supuse―, y ya voy algo tarde, así que... ¡nos vemos después! ―me despedí, y me encaminé a la casa de Min.

―Cuídate, Erick.

Mi Bella MirandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora