Capítulo 16 - Mi mejor amigo

671 46 19
                                    


                                                          [Perspectiva de Miranda]

     Sentada en el sofá de la sala, veía la televisión con Ed, o, mejor dicho, trataba de verla, ya que éste no dejaba ningún canal por más de cinco minutos. Cambiaba y cambiaba los canales como con impaciencia. Creo que ya había dado la vuelta completa buscando algo que ver.

Oía a Tina en la cocina, tarareando una canción que una vez me dijo que la tranquilizaba mucho. Mientras, preparaba el desayuno.

Era temprano por la mañana, luego de comer iríamos al Cementerio del Este. Pues, era 10 de Diciembre; la fecha en la que mi hermano mayor estaría cumpliendo dieciocho años.
Comúnmente visitaba el cementerio una vez al mes. Pero nunca faltaba; además del día de lo ocurrido..., los días que para mi antes eran importantes, o bueno,lo siguen siendo: 20 de Febrero, el cumpleaños de mi Papá; el 18 de Abril era el de mi hermanita menor; el 16 de Agosto el de mi Mamá, y el 10 de Diciembre, pues, el de Emmanuel, el chico más carismático del mundo y que era la viva imagen de Papá.

Tony estaba frente a mi, y toda su atención estaba en su teléfono. Parecía como concentrado, y los gestos de su cara parecía cambiar a cada minuto; reía, se asqueaba, sonreía, fruncía el ceño. En fin, todo viendo el celular. Se distraía demasiado en las redes, creo que como todo joven normal. A veces quisiera saber qué es eso... pero para una persona como yo, usar eso es algo innecesario.

Yo me encontraba haciendo absolutamente nada. Sólo sentada, respirando, observando en silencio a mi familia.
Sentía nostalgia, mucha nostalgia, y tenía sólo un recuerdo en mi mente, que me llenaba de tristeza.
Entrelacé mis manos, las miraba como si fuera otra persona la que sostuviera una de ellas. Suspiré y subí la mirada. Tony estaba allí, y nuestras miradas se encontraron. Él me mostró una pequeña y dulce sonrisa, como siempre acostumbraba.
Volteé hacia Tina ella soltó un resoplo.

―Vengan a comer ―Dijo―. No debemos salir tan tarde.

Ed se levantó más rápido de lo común, y fue a sentarse. Él y Tina platicaban en un tono algo bajo. Tony y yo nos sentamos también.

La mañana sin duda estaba incómoda para mi. Pues notaba que veían en mi una tristeza enorme.
Pero no era del todo mi culpa, sólo era un recuerdo en sí, que me hacía sentir realmente mal.

Cuando se terminó el desayuno, nos encaminamos a el Cementerio del Este, que quedaba a muchas manzanas de la casa.
Siempre me sentía impresionada de que ninguno de ellos se quejaba o algo en el punto en que yo a dondequiera que vaya debo ir caminando. Los Araque todo el tiempo me repetían:"Caminar es bueno", "No importa", "está bien", "no tiene nada de malo", u otras cosas.
Pero yo sabía que en cierto punto les disgustaba.Por Dios, somos seres humanos que viven en el siglo XXI, siempre, en algún momento se cansan de caminar una distancia considerablemente larga. Porque hasta yo lo pensaba, pero yo no tenía otra opción. Yo no podía subirme a un automóvil o un bus, como las personas normales. Pero como yo era su responsabilidad, no podían dejarme ir caminando sola.

El trayecto, para mi, fue eterno y silencioso, sin embargo, ellos en ningún momento estuvieron callados. Los Araque siempre tienen algo de qué hablar, y yo creo que eso es algo bueno.
Al llegar al Cementerio, Ed compró cuatro ramos de flores, y uno en especial para el... difunto cumpleañero.
Tina preparó todo, como siempre. Al cabo de un rato, rezamos.
EL tiempo muy rápido para mi vista allí en el cementerio. Era como si no quisieran que estuviese allí; o queme fuera.

Estaba sentada en el suelo, frente a la tumba de mi hermano, cuando escuché decir a Ed que ya era hora de irnos. Si no fuera día de semana, nos hubiésemos quedado más tiempo. Pero él y Tina tenían que trabajar. Yo no quería irme.

―Min, ¿Vienes? ―Preguntó Tina.

―Y-yo no qui-quiero irme ―Tartamudeé, observándolos. Ellos intercambiaron miradas entre sí.

―Está bien, mamá, yo me quedo con ella ―Habló Tony. Lo miré, él me mostró su sonrisa y luego volteó hacia Tina.

―Bueno, está bien ―Dijo, acercándose a mi. Se inclinó, y besó mi cabeza al momento―. Nos vemos en casa, ¿si? ―Asentí―. Cuídense.

Los vi irse, y de pronto Tony se ubica junto a mi, me abraza y me da un beso en la frente. Tiemblo, aprieto mis manos con fuerza, casi enterrándome las uñas. Trato de respirar normalmente.

―¿Me podrías decir qué piensas justo ahora? ―Preguntó, mirándome, sin dejar de abrazarme. Yo no quitaba la mirada de aquella lápida que decía el nombre y el apellido de mi querido hermano.

―S-sólo estoy re-recordándolo... ―Respondí. Encogida de hombros.

―¿Qué cosa?, ¿Los dieciocho? ―Cuestionó. Lo miré con algo de incredulidad. ¿Como era posible que adivinara mi recuerdo?. ―¿Qué?, ¿Acaso piensas que yo no me acuerdo de eso?. Min, yo estaba ahí.

―T-tú si-siempre estás ahí, Tony ―Dije, volteandoa verlo. Él sonrío y me abrazó más fuerte.
A veces me costaba mucho controlarme, estaba inquieta, temblorosa. Trataba de calmarme apretando mis manos. Pero ésto también me dolía.

―Yo lo recordé anoche. Y no parece que hayan pasado tres años ―Dijo. Y soltó un largo suspiro. Coloqué mi cabeza sobre su hombro, y al cerrar mis ojos, pareció como volver a ese día...



                                                    9 de Diciembre del 2011. 11:55pm.

Tony, ¿puedes callarte? Te recuerdo que mi papás están durmiendo ―Dijo Emmanuel.

Mi Bella MirandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora