Capitulo 29. Explicaciones.

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—Pero Ginny —dijo la señora Weasley—. ¿Qué tiene que ver nuestra Ginny con él?

—¡Su... su diario! —dijo Ginny entre sollozos—. He estado escribiendo en él, y me ha estado contestando durante todo el curso...

—¡Ginny! —exclamó su padre, atónito—. ¿No te he enseñado una cosa? ¿Qué te he dicho siempre? No confíes en cosas que tengan la capacidad de pensar pero de las cuales no sepas dónde tienen el cerebro. ¿Por qué no me enseñaste el diario a mí o a tu madre? Un objeto tan sospechoso como ése, ¡tenía que ser cosa de magia negra!

—No..., no lo sabía —sollozó Ginny—. Lo encontré dentro de uno de los libros que me había comprado mamá. Pensé que alguien lo había dejado allí y se le había olvidado...

—La señorita Weasley debería ir directamente a la enfermería —terció Dumbledore con voz firme—. Para ella ha sido una experiencia terrible. No habrá castigo. Lord Voldemort ha engañado a magos más viejos y más sabios. —Fue a abrir la puerta—. Reposo en cama y tal vez un tazón de chocolate caliente. A mí siempre me anima —añadió, guiñándole un ojo bondadosamente—. La señora Pomfrey estará todavía despierta. Debe de estar dando zumo de mandrágora a las víctimas del basilisco. Seguramente despertarán de un momento a otro.

—¡Así que Hermione está bien! —dijo Ron con alegría.

—No les han causado un daño irreversible —dijo Dumbledore.

La señora Weasley salió con Ginny, y el padre iba detrás, todavía muy impresionado.

—¿Sabes, Minerva? —dijo pensativamente el profesor Dumbledore a la profesora McGonagall—, creo que esto se merece un buen banquete. ¿Te puedo pedir que vayas a avisar a los de la cocina?

—Bien —dijo resueltamente la profesora McGonagall, encaminándose también hacia la puerta—, te dejaré para que ajustes cuentas con Potter, Wright y Weasley.

—Eso es —dijo Dumbledore.

Salió, y mire a Dumbledore dubitativa. ¿Qué había querido decir exactamente la profesora McGonagall con aquello de «ajustar cuentas»? ¿Acaso nos iban a castigar?

—Creo recordar que os dije que tendría que expulsaros si volvían a quebrantar alguna norma del colegio —dijo Dumbledore.

Abrí los ojos horrorizada.

—Lo cual demuestra que todos tenemos que tragarnos nuestras palabras alguna vez —prosiguió Dumbledore, sonriendo—. Recibiréis ambos el Premio por Servicios Especiales al Colegio y... veamos..., sí, creo que doscientos puntos para Gryffindor por cada uno.

Abrí la boca sorprendida, mirando a Ron ambos nos tiramos en un abrazo, pero solte un quejido e inmediatamente nos apartamos.

—Estaré bien, iré después con la enfermera —dije tomando asiento en una de las sillas frente al fuego.

—Pero hay alguien que parece que no dice nada sobre su participación en la peligrosa aventura —añadió Dumbledore—. ¿Por qué esa modestia, Gilderoy?

Dimos un respingo. Se nos había olvidado por completo Lockhart. Estaba en un rincón del despacho, con una vaga sonrisa en el rostro. Cuando Dumbledore se dirigió a él, Lockhart miró con indiferencia para ver quién le hablaba.

—Profesor Dumbledore —dijo Ron enseguida—, hubo un accidente en la Cámara de los Secretos. El profesor Lockhart.

—¿Soy profesor? —preguntó sorprendido—. ¡Dios mío! Supongo que seré un inútil, ¿no?

—Bastante en verdad —respondí enderezándome en mi asiento.

—... intentó hacer un embrujo desmemorizante y el tiro le salió por la culata —explicó Ron a Dumbledore tranquilamente.

Destiny y la Camara Secreta [DEH #2]Where stories live. Discover now