- Bueno vamos a ser serios- dije riendo.

            - ¿ De dónde venís?.

            - Hemos estado en el club. Por cierto he visto a tu amigo Jaime, te juro que le odio, es la cosa más insoportable que he conocido. Es un  egocéntrico, un chulo, un imbécil que se cree algo....

            - Basta tía para...- dijo Mario sin poder evitar la risa- cualquiera diría que estás loca por él, vaya.

            - Si loca por matarle. ¡Qué tío mas ....!. Me callo.

            - Es un buen tío, lo que pasa es que creo que no os comprendéis demasiado bien. Es un poco vacilón con las niñas, sobre todo con las guapas, aunque luego no sé como lo hace pero todas acaban cayendo en sus redes.

            - Pues te aseguro que yo ni muerta. Hablemos de otro tema por favor que me empiezo a cansar de actual. También he conocido a otro que se llama Eduardo, según tengo entendido es el jefe o algo así.

            - ¿Uno que iba de traje de chaqueta impecable, que tiene unos 33 años?

            - No se su edad, pero debe ser ese-asentí

            - Buen tío, todo un personaje y todo un señor. Parece un "lord inglés", va siempre impecable, es exagerado.

            - Si y le debo haber caído bien, porque me ha invitado a mogollón de cosas y ha sido súper amable.

            - Pues niña te has ganado el cielo, porque es muy difícil que una chica le caiga bien a ese, o por lo menos que la considere de su nivel. Además si realmente le caes bien ya puedes estar contenta porque ha ganado usted el premio gordo "la noche madrileña con todos los gastos pagados hasta que le dejes de caer bien". Pero te advierto que es un pez gordo y que tengas cuidado con él, como enemigo es poco recomendable.

            - Si solo me lo han presentado- dije quitándole importancia, aunque me generó inquietud aquel comentario.

            - Ya pero te conozco y eres experta en meterte en líos.

            - Sabes que no es verdad, yo soy una santa...

            - Vale, vale, si tu lo dices yo hasta me lo creo- reímos los dos- no te engañes Ale...

            Después de estar un rato hablando con Mario, me fui a dar una vuelta y a ver si veía a Irene, una chica de mi clase con la que había quedado en vernos allí. Di una vuelta por todo el local y de repente vi a un chico, alto moreno. Estaba de espaldas, tenía los hombros anchos. ¿Qué hacia aquí Jaime?. Algo salto dentro de mí. Aquel chico se dio la vuelta y no era Jaime y lo que es peor ni siquiera se le parecía. ¡Dios mío me estaba volviendo loca de remate!. No sabía porque pensaba en él y tampoco quería pensarlo.

            Por fin me encontré con Irene. Esta era bajita, pero no en exceso, castaña con el pelo largo y muy bonito, tenía los ojos igualmente castaños pero la expresión de su cara era muy dulce. Iba acompañada de un chico, no demasiado alto, rubio de ojos miel, que le pegaba mucho. Se acerco corriendo a saludarme:

            - Jo tía ya pensé que no venias. ¿Te das cuenta de la hora que es?

            - Ya lo que pasa es que nos hemos eternizado en el Club. ¡Me han pasado millones de cosas!. ¿Quién es este?- le susurré al oído- Es una monada….

            - ¡¡¡Es Borja, el famoso Borja del que me he pasado siglos hablando. Si ese con el que os he tenido mareadas todo el año pasado. Ha vuelto de Estados Unidos y me ha dicho que me ha echado mucho de menos que quiere volver conmigo, que me adora, que me quiere muchísimo y un son fin de cosas bonitas, ya te contaré estoy emocionada!!!.

            - No, no ya lo veo, respira un poco entre palabra y palabra mujer. Te doy mi visto bueno, es monísimo.

            - ¡Es mío que conste!- dijo riéndose.

            - Cálmate que estas acelerada

            - ¡¡ya lo sé!!

            Las dos reímos con ganas, hacía mucho tiempo que yo no era tan feliz, y tampoco sabía realmente porque lo era.

            - Bueno cuéntame tú, guapa. ¿Que son esas millones de cosas que te han pasado?.

            - Son demasiadas para contar en cinco minutos. No quiero que tu amorcito piense que te acaparo.

            - Vale, pero cuando a ti te pasa algo interesante es porque hay hombre por medio. ¿ o quizás me equivoco?- dijo en tono irónico.

            - No querida Irene, para variar no te equivocas...o quizás si... no es en singular es en plural. ¡Hombres!- contesté riendome

            - ¿De varios?. AHH! Esto se pone interesante vamos a necesitar por lo menos una semana de confesión y de pellas entre lo tuyo y lo mío.

            - Bueno te abandono, me voy a buscar a mis amigas que hace un rato que no las veo.

            - Las he visto antes en la pista- me indicó

            - Vale gracias. Antes de irte despídete de mí y sino llámame mañana sobre las tres.

            - Vale, adiós- dijo despidiéndose

            Eran las seis y media de la mañana y mis pies estaban empezando a fastidiar como siempre. Cuando encontré a estas en la pista me puse a bailar, porque era el mejor remedio para los pies cansados, no porque te dejasen de doler, sino porque te olvidabas de ellos.

Silvia fue a pedir las copas que nos quedaban, que eran todavía dos, ya que Mario les había dado a ellas también, aparte de las de Eduardo. Estábamos en medio de la pista bailando bebiendo y fumando. ¿Qué más se podía pedir?. Vi a Mario que me observaba mientras bailaba. A él le encantaban ese tipo de juegos y yo no iba a privarle del capricho. Empecé a moverme, contoneando mis caderas al ritmo exacto de la música. Empezaba a sudar ligeramente, y me cogía el pelo con las manos encima de la cabeza, con movimientos lentos ya que -la música era suave en aquel momento. Y entonces estallo el ritmo otra vez... Miraba a Mario unas veces directamente a los ojos y otras de reojo, pero de manera que el viese que le miraba. El observaba muy atento, y sonreía de medio lado, estaba apoyado en la cabina, hipnotizado mirando el espectáculo. Le miraba provocativamente, incitándole, tentándole... Me daba la vuelta y dejaba de mirarle y luego regresaba a él. Hacia movimientos con las manos, casi señalándole y provocando el juego conmigo. Cogí un hielo y me lo empecé a pasar por el cuello y la nuca subiendo mi pelo para poder hacerlo bien, despacio e inclinando la cabeza hacia delante. Luego lo chupé un par de veces y lo tire. Me encendí un cigarro y seguí bailando. Entonces Mario se acerco a mi me cogió del cuello con las dos manos. Detuvo sus manos unos instantes en mi cuello, palpando la humedad de mi pelo mezcla del hielo y del sudor. Yo seguía moviendo, a ritmo lento, las caderas y cerré los ojos. Entonces Mario acerco su boca a la mía y me besó, pero me besó bien, como creo que no lo había hecho nunca nadie en mi existencia como mortal. Me cogía con tal fuerza, con tal energía que me asustaba, desprendía tal masculinidad que era prácticamente inaguantable. Una vez me soltó se me quedó mirando:

            - La amistad entre hombre y mujer es imposible, princesa.

            Entonces se fue. 

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESWhere stories live. Discover now