Capítulo 24. Un Regreso Inesperado

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La oscuridad invadió repetidamente su sueño; no daba crédito a lo que estaba sucediendo. No podía estar más cansada de lo que aparentaba estar y por más que pusiera empeño en abrir los ojos fue incapaz de mantenerlos abiertos. Además, lo más insólito del caso es el hecho de poder apenas vislumbrar un rayo de sol en el breve lapsus de tiempo en el que le fue posible permanecer despierta.

Una voz seguida de una risa mezquina la devolvió a la realidad:

-No te molestes en despertar, querida.

Dasha pudo al fin mantener los ojos abiertos pese a que todo cuanto le rodeaba aparentaba seguir siendo la oscuridad infernal con que había topado un par de horas previas a su esfuerzo por hallarse espabilada.

-¿Qu... qué?.-se sorprendió al verse de nuevo capaz de hacer uso de su inestable voz.

-¿Me escuchas bien, mocosa?-era la inconfundible voz del muchacho de cabello dorado.-¡Es hora de que empieces a comportarte!

Ésta se puso en pie, aproximándose en dirección hacia la puerta; se apoyó contra la misma sintiendo el frío del contacto erizando el vello en sus brazos.

-Dwight... ¿Cómo he llegado hasta aquí?

-Negan ha tomado la decisión de castigarte durante el día de hoy debido a lo mucho que deja desear tu comportamiento.

Dasha comprendía:

-Entiendo...-susurraba.-Supongo que me lo merezco. No tendré nada más que alegar al respecto.

-Solo si muestras unas disculpas sinceras podrás salir de ahí. De lo contrario, permanecerás encerrada durante días sin apenas comer.-explicó él con tono firme en su voz.-¿Qué decides?

La muchacha, visiblemente mareada y confusa en un lugar para nada esperado preguntó:

-¿Cuándo llegué aquí?

-Esta mañana. Negan te dio pastillas para dormir y te encerró en este habitáculo.

-¿Y si acepto pedir disculpas?¿Podré salir de aquí?

-Exacto.-respondió.-Intuyo que es eso lo que quieres, ¿no es así?

La joven se había tomado unos escasos minutos en lograr llegar a una determinación, sin embargo, el rugir de sus tripas la había delatado y era evidente que no empezaba a encontrarse bien. Debido a las constantes bajadas de tensión, era una necesidad fundamental para el correcto funcionamiento de su organismo el mantenerse más o menos bien alimentada o de lo contrario, no tendría la fuerza suficiente para evitar más recaídas.

-¡Sí.-pronunció ella en un grito desesperado.-Pediré disculpas. Las que sean necesarias para evitar este malestar.

Dwight sonreía al percatarse de su sufrimiento:

-¿Cómo te sientes?

-No muy bien...-acertó a contestar ella.

Éste no tardó en abrirle la puerta, mostrando cierta preocupación debido a la condición por la que la joven estaba atravesando. No tardaron en llegar a la habitación de Negan cuando Dasha cayó una vez más al suelo, una muestra más de lo debilitada que su salud se manifestaba. No obstante y ante la mirada indiferente de éste, logró ponerse en pie con esfuerzo.

-Lo siento...-espetó ella tratando de resistir el peso de su frágil cuerpo.-No debí haber intentado agredirte aquel día...

Negan seguía sentado en la silla haciendo casi omiso de lo que la joven decía, alentando a que le diera una disculpa más convincente. No importaba qué tan enferma se hallara, él deseaba escucharla rogar. Sentía preocupación pero Dasha merecía un escarmiento por el intento de homicidio de hace dos días atrás. No debía pasar aquel hecho por alto pues se trataba de una falta muy grave contra su persona. Si en lugar de Dasha, ello hubiera sido cometido por otra mujer u hombre, fuera de toda duda le hubiera costado la muerte inmediata, sin embargo, con ella parecía sopesar las cosas más de dos veces.

-En escasas ocasiones de mi vida he pronunciado estas palabras.-decía ella.-por lo que puedes creerme cuando te digo que lo lamento... Lamento profundamente haber llegado a tales extremos y aunque sé que no lo creerás, nunca tuve verdaderas intenciones de acabar con tu vida.-hizo una pausa para acercarse a la cama a paso lento y tumbarse.-No sé qué demonios pasó ese día por mi mente... pero por favor, no me encierres en aquella sala o terminaré muriendo en este estado y...

-Di mi nombre.-pidió él interrumpiéndola de repente.

-¿Cómo?

-¿¡Es que no lo has oído bien claro!?¡Di mi puto nombre de una vez!-gritaba a la vez que se iba levantando de la silla y se ponía en pie.

La Joven sin Voz | Negan (2017)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora