✦ 백색 (Blanco) | KaiHun

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Marcas como su primera batalla con una Historia.

Su primer derrota.

Su primer acercamiento a la muerte, aquella vez que había descubierto que las Historias prácticamente no sentían dolor, y que las muecas o los gestos de defensa no eran más que reflejos de su vertiente humana, pasada, viva y débil. Débil como él, porque Sehun podía sangrar, mas las Historias no lo hacían.

Todavía le generaba escalofríos el tener que mirar a las Historias a los ojos: al carecer de vida, las Historias perdían color con el paso del tiempo, quedando como sábanas desteñidas y a punto de rasgarse, como una hoja curtida de papel vegetal con dos pequeños puntos negros, siendo las pupilas el reflejo perfecto del estado de la pobre alma perdida.

La primera vez que Sehun cazó con su tío, les había tocado un niño, un niño calmo y casi adormilado (Sehun temblaba al recordar que parecía tener prácticamente diez años, y que una suerte de manchón oscuro le bañaba la cabeza, en la zona de la coronilla, salpicando su ropa sucia y hecha jirones), por lo que no habían tenido que trabajar en absoluto.

El problema lo supuso su primer caza solo, a la edad de los catorce.

El Archivo le había llevado hasta un chico mayor que él, probablemente de unos veinte años, desesperado por encontrar a su mejor amigo y su pareja.

El muchacho no dejaba de repetir que estaban arriba del auto, que estaban a punto de llegar al destino de unas vacaciones planeadas a las apuradas... que el volantazo por la curva sin señalizar no había sido tan brusco...

«—¿O sí?»

Aquel tipo de preguntas eran las que lograban golpear la fina placa de vidrio que Sehun había construido a lo largo de los años para evitar involucrarse de más con las víctimas de su trabajo.

«—No estoy... no estoy muerto —había graznado, cayendo de rodillas al suelo— ¿O sí?»

Sehun había cometido el error de acercarse sin responder y tomarle de la muñeca, dispuesto a arrastrarlo hasta la puerta más cercana si era necesario.

Entonces las pupilas del chico habían estallado como una mancha de pintura cargada de pigmento, sobrepasando los bordes y consumiendo todo el globo ocular.

El chico había perdido la cordura, se había desbordado.

Un rápido escalofrío lo trajo de vuelta al presente, a la vasta vista del campus desde aquel piso, uno de los últimos de su torre en contraposición al dormitorio de Jongin, ubicado en la planta baja de su ala, el ala Sudoeste.

Mientras tomaba un largo sorbo y descansaba de los libros de estudio, intentó pensar en las cosas positivas de su labor como Cazador, para que aquello no terminase de volverlo loco. Después de todo, la vida entre El Archivo y el Exterior, el mundo real, no era tan mala.

De esa forma había dado con Jongin casi de tropezón, un día como cualquier otro, recorriendo los Estrechos, que eran como una segunda ciudad, ubicada entre el mundo real y el Archivo.

Era el lugar donde más Historias se atrapaban, al tratarse del puente entre ambas realidades, sólo que allí no había casas ni árboles, sino paredes infinitamente altas y largas, de ladrillos oscuros, como azulados, de un azul oscuro y cargado de negro que lo impregnaba todo, hasta el mismísimo cielo.

De esa forma, en los Estrechos reinaban las Puertas, puertas que parecían de madera, algunas con un pequeño brillo blanco en las ranuras, indicando que aquellas eran las entradas a la sala de Devoluciones.

«—La Sala de Devoluciones es una especie de atajo —le había dicho su tío—. Las Historias que cazas pueden hacer alboroto lo largo del Archivo y despertar a las Historias ya dormidas y ordenadas, así que los Directores se encargaron de dejar la sala encargada de poner las cosas en su lugar, al alcance de tu mano. De un cuarto de giro de llave, repartida por todos los Estrechos, cada tres o cuatro puertas de distancia.»

Across The Universes | EXO.Where stories live. Discover now