JUGANDO A JUEGOS DE MAYORES

Start from the beginning
                                    

Variar, subí a su casa. Cristina era rubia con los ojos azules oscuros y tenía una melenita corta que había estrenado recientemente que le sentaba muy bien. Habíamos quedado con una tercera amiga, con la que también íbamos siempre. Se llamaba Silvia y era la que remataba el trío, era de pelo rojizo oscuro y tenía los ojos oscuros con unas largas pestañas. Las tres hacíamos muy buen conjunto según la gente decían, y la verdad es que llamábamos la atención por dónde íbamos las tres juntas; pero realmente Cristina y yo éramos las que mejor nos llevábamos.

            A golpe de taxi como siempre, nos dirigimos primero a Boulevard 25, estaba en la calle Comandante Zorita, era un sitio donde conocíamos a mucha gente y las copas no eran nada caras, el sitio ideal para empezar la noche. Era un lugar ni grande ni pequeño, con la iluminación justa, lo necesario para no matarte, pero sin poder realmente ver bien al del lado.                   

            Cuando llegamos a Boulevard ya había bastante gente, cruzamos el local y nos dirigimos al baño, nuestro sitio predilecto de cualquier bar o discoteca. Aunque hacia media hora escasa que nos habíamos maquillado, fuimos a retocarnos. Al pasar Cristina se quedó hablando con alguien, pero yo no pude distinguir quién era, así que me fui al lavabo directamente. A los cinco minutos llegó con semblante de felicidad:   

            - A que no sabéis quien está aquí.

            - Quién.

            - Javier.

            - ¿Qué Javier?

            - Pues tías quien va a ser, mi Javier.

            - No me jodas, Javier, Javier ¿no?, ¿Losada?

            - Si, si, si. Tías que bueno está, es que es algo exagerado, me he tenido que ir porque yo no aguantaba ahí sin lanzarme a su cuello.... AHH!! Estoy histérica, vamos fuera que quiero verle, porque me he ido así de pronto y debe haber pensado: "esta tía es jilipollas".

            - Que exagerada, ¿pero ese tío no tenía novia?

            - Ya pero creo que no está, así que, quien fue a Sevilla perdió su silla...

            - Ten cuidado que ya sabes lo cabronazo que es ese tío.

            - No si de eso ya estoy curada, pero está tan bueno que no puedo remediarlo, además la novia es una sosa que no le da caña.

            Salimos fuera y fuimos a pedir una copa y Cristina se fue a hablar con Javier. Ella había estado saliendo con él durante cinco meses y el la dejó con la excusa más simple del mundo, diciéndola que no estaba preparado para una relación seria, que no se la merecía y demás excusas que dicen los hombres y que creen que nos creemos, y lo único que nos hace pensar es que está agobiado, haciéndola quedar en la mas sumida desesperación, aunque realmente no era por amor real, era por haber perdido a un cañonazo de tal calibre, como ella misma decía. Aunque nosotras siempre pensábamos que lo decía para no sentirse tan mal con su situación

Vi como se iban a otra barra y Javier la invitaba a una copa, mientras ella sonreía encantada. Silvia y yo nos pedimos mas copas, eso sí, invitadas. No había ningún sitio donde pagásemos más de una copa. El arte de conseguir copas de relaciones era algo muy divertido y que nos resultaba realmente fácil, solo había que ponerle un par de sonrisas, hacerle creer que estaba bueno y poco más, es decir, alimentar su ego de relaciones públicas.

            Cristina se había perdido y mientras Silvia y yo nos cogíamos una cogorza de impresión, yo ya estaba mareadilla, así que le propuse a Silvia que nos fuésemos a bailar a la pista. Dada nuestra discreción natural nos pusimos en medio. Era divertidísimo ver la cara pánfilos que se les ponía a los hombres cuando te miran bailar, sinceramente casi prefería no saber en que estaban pensando. Había dos monísimos mirando hacia nosotras y sonriendo.

            - Dime Alejandra, ¿cuánto tiempo tardan esos dos en entrarnos?, creo que les doy cinco minutos.

            - Pues no sé yo ni eso, son monos.

            - Si, para mí el de la camisa azul.

            - Claramente para mí el otro, no se no tienen pinta de tener nada a lo que invitar.

            - Nunca se sabe, ahora todo el mundo se mete, quizás hay suerte y...- hizo un gesto con la nariz, imitando el gesto de esnifar.

            - Calla tía que viene uno, vete que me quiero reír de él, que es el mío.

            Dicho esto Silvia se alejo un poco de mi poniéndose a bailar y lanzando miradas provocativas al amigo.

            - Oye perdona.

            - ¿Me dices a mi?

            - Si mira, perdona es que te estoy viendo bailar y no he podido evitar acercarme, es que bailas genial.

            - Gracias- le dije conteniendo mis ganas de reír, el pobre lo estaba pasando fatal, por mi escasa conversación, me arriesgaba a que se fuera todo humillado, pero no tenía pinta.

            - ¿Cómo te llamas?

            - Alejandra.

            -¿Y tu amiga?

            - Silvia.

            - ¿Os importa que os presente a mi amigo?

            - No, vale.

            Llamé a Silvia y se lo presente y luego el cumplió el ritual de presentarnos a su amigo, se llamaban José y Nacho, nombres demasiado simples como para causar impacto. Los dos chicos eran monos, morenos los dos, el mío con ojos claros y el otro oscuros. Cada una nos los repartimos y nos pusimos a hablar con los respectivos. José, el mío, estaba estudiando empresariales- ¡qué típico, por dios! pensé- vivía en la Moraleja- la cosa iba mejorando- y tenía coche, el cual ya daba igual, pero ya sabía yo quien nos iba a llevar al CLUB esa noche.

            Las copas ya se me estaban empezando a subir así que llamé a Silvia para hacer una excursión al servicio y en ese momento apareció Cristina para el mismo menester:

            - ¿Qué tal con Javier?- le pregunté un poco preocupada.

            - BUAH!! Tías que te mueres, ya os contaré luego.

            - ¿Pero no te irás con él? Te vendrás al club ¿no?

            - Pues claro tú te crees que voy a estar con este  subnormal toda la noche, no flipes.

            - Si, si eso dices siempre y luego....

            - No hoy se va a quedar con ganas de polvo- contestó ella muy segura de sí misma y hasta un poco ofendida de que dudáramos de ella.

            - Oye ¿esos dos pringados tienen coche?- me preguntó Silvia.

            - Si, y nos llevan seguro, pero luego no se qué haremos con ellos, habrá que desprenderse de ellos.- contesté riéndome

            - Con no hacerles ni caso se irán.

            - Bueno a ver si es verdad y no montáis una como siempre- nos reprendió Cristina

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Esta es una historia que escribi en el año 1996, asi que la estoy retocando y la publicaré poquito a poco. Espero que os gustee!! Muchas gracias por leerme y por votarme!!! GRaciassssssssssss

JUGANDO A JUEGOS DE MAYORESWhere stories live. Discover now