Estarás bien

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Ana rápidamente se lanzo al chico y comenzó a llamarle por su nombre, una y otra vez hasta que se detuvo.

Un silencio nos invadió por unos segundos hasta que reaccionó. Todos impresionado comenzaron a moverse.

-!Rápido llévenlo a la enfermería! -Ordene con voz fuerte.

Ella solo lo miro alejarse, mientras lo trasladamos para hacerle algunos estudios. Afortunadamente su cuerpo resistio la dosis. Dándome al fin un resultado positivo.

Y así nos llevamos un par de semanas, los farmacologos prosiguieron con sus asuntos. Yo desconocía de ellos aún, mi padre era el que sabia sobre esto pero evitaba preguntarle al respecto. Yo solo hacia lo que él me decia y le practicaba estudios constantes a Joe.

A comparación del resto, él era el único que parecía llevarlo muy bien, esto conllevo a otra sustancia.

Alguna especie de droga fuerte con la que la mitad del consejo estuvo en desacuerdo, entre ellos mi padre. Pero aun así se llevo a cabo.

Y así fue, algo jamás antes visto, basto con una dosis para que el corazón del joven se detuviera instantáneamente al recibirla, esta vez sin convulsiones o sangrados, simplemente dejo de latir. No podía creerlo, que clase de cosas experimentaron para crear tal sustancia, todas las enfermeras miraban con pavor el cuerpo del joven que yacía en el suelo.

-Talvez si intentamos con otros internos, prueben hasta que encuentren a alguien compatible con la sangre del chico. -Dijo un hombre grande de edad, a lo que todos respetaron.

Mi padre solo sacudía la cabeza disgustado, sin decir nada.

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Por desgracia esta vez fueron cuidadosamente seleccionadas las personas que servirían de conejillos.

Ya en casa me dirigí al despacho de mi padre, donde me entrego la lista de los pacientes con los que se comenzaría la prueba.

-¿Ana Luna? -Le pregunte a mi padre, mientras arrugaba la hoja de coraje.

- Así es, ella es compatible, una de pocos. -Me dijo mientras miraba mi mano.
-¿Algún problema?

-No es solo que recién llegó, y no se comparan las dosis que le suministramos a la que le darán ahora.

-Lo sé, pero con suerte y su cuerpo lo tome bien. - Se levanto de su silla y toco mi hombro en forma de despedida.

Esa noche no pude dormir bien del todo, la soñé retorciendose de dolor en un charco de sangre y gritando de una manera escalofriante. Me molestaba tanto esa situación.

Al día siguiente comencé a divagar por el hospital, y fue en el pateo trasero cuando me encontré con ella, con la cabeza baja, me acerqué lentamente y le tome la mano, ahí pude notar que lloraba.

-¿Estás bien? -Le pregunte sin saltarla.

-¿Voy a morir cierto? -Levanto la mirada y la poso en la mía. -¿Me pasara lo mismo que a Joe?

-No claro que no, a ti te ira bien, estoy seguro.

-Es mentira, la pelirroja me lo ha contado, que nadie sobrevive a eso.

Comenzó a llorar más y presionó fuerte mi mano, no sabia que responderle. La verdad es que también me asustaba la idea de que le pasara algo. La abracé fuertemente y la besé, como aquella noche. Sin importar si alguien nos miraba.

-Estarás bien. -Le di un beso en la frente y regrese adentro. -Tengo que hacer algo. -Me dije a mi mismo.

Por Tenerte Junto A MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora