Un día de lluvia

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Mi padre no volvía de su viaje, en una llamada me dijo que oficialmente el hospital pasaria a mis manos, asi que tenia que ponerme al tanto de la situación.
Y asi pasaron dos semanas y aquella mujer se volvio como el chico y su ventana.
Todas las tardes despues de comer, iba y se sentaba junto a aquella banca. Y no dejaba que nadie más se sentase en ella.
Para mi no era ningún problema, hasta que un día de lluvia una enfermera salio por ella y solo consiguió ser agredida.

-Talvez si la anestesiamos Dr. ella no puede enfermarse. -Dijo la enfermera mientras pasaba su mano por su rostro rasguñado.

Y tenia razón, nuestro hospital era el más privilegiado y respetable. Seria inaceptable cualquier rumor de maltrato o descuido hacia los internos.

- No, ire a hablar con ella.

- Hablar dice? -Me miro descorsentada, yo solo reí y asentí, no dijo más.

Tomé un paraguas y me dirigí hacia ella.

- Hola, debes entrar. -Siquiera se molesto en mirarme. - Vamos, nos estamos mojando y terminaremos enfermos.

- Si eso es lo que le preocupa entonces debería estar adentro. -Me sorprendí tanto de su respuesta que tarde en responder.

- Hahaha estoy de acuerdo, supongo que te quedaras un largo rato -Solo sonrió. -Entonces puedo hacerte compañía?

- Supongo que si.

- Sabes la banca junto a ti esta hecha para que puedan sentarse cuatro personas.

- Lo sé,  pero esta ocupada, además el pasto es más suave.

- Ocupada por quien? -No respondio.

Me sente en el piso junto a ella sin importar que estuviera mojado, y puse el paraguas justo entre ambos.

- No entiendo, no entiendo porque la gente corre al caer la lluvia. -Dijo en tono triste.

- Bueno, no todos disfrutamos de las mismas cosas, a algunos les disgusta mojarse.

- Como a usted.

- ¿A que te refieres?

- Si disfrutará de la lluvia, no traería consigo el paraguas.

Volví a reir, esta chica curiosamente me causaba gracia y no me refería a que me estuviera burlando de ella, si no que, me alegraba.

- Entonces te molesta que te proteja de la lluvia. -Me miro seriamente y dijo.

- Suponiendo que a usted le encanta mirar televisión o leer, no le molestaría que alguien llegara y le cubriera los ojos?

No supe que responder, estaba en lo cierto, asi que supuse que mi presencia le molestaba y me marche. Ella no miro atrás ni articulo ninguna palabra.

Entre empapado al comedor, las enfermeras me preguntaban con la mirada.

- Y bien? -Dijo una de ellas al fin.

- Es mejor dejar al pintor que haga sus pinturas, al escritor sus novelas, al cantante sus canciones.... Y al loco sus locuras.

Por Tenerte Junto A MiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora