9. Empezaron los problemas.

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—Este chico puede ser —menciona la chica de tez morena mostrándole una hoja a Nick, supongo que es una fotografía.

—Steve se llama, podemos tratar de manipularlo —replico Nick.

Manuela y yo teníamos los ojos como platos, sin poder entender nada de lo que decían, nuestra piel se puso pálida, era como si hubiésemos visto un fantasma, pero si mencionaron a nuestro amigo, algo están planeando.

— ¿Andrea puedes intentar hacerlo con él?—prosigue la chica de tez morena.

—Kate, no quiero hacerlo —Andrea se queja y ya sabemos cómo se llama la mujer de tez morena.

Tratamos de escuchar un poco más, pero Lis siempre llama en los peores momentos. Si, el sonido de mi celular se escuchó demasiado fuerte y obvio los sospechosos se percataron.

— ¿Quien está ahí? —gruño Nick moviéndose hacia donde estábamos a escasos 30 segundos.

Al no encontrarse con nada, echa un vistazo por las áreas cerca de donde estaban y se retira.

—Mejor vamos a otro lugar, aquí las paredes tienen oídos —vuelve a hablar Nick sarcástico.

Nosotras alcanzamos a correr muy cuidadosamente y escondernos detrás de un montón de automóviles que se encontraban estacionados. Sabíamos que ellos no eran tan inocentes y lo más seguro era que estuviesen esperando a que saliera alguien, ellos sabían que alguien estaba ahí.

Ahora no podríamos salir para poder tomar el taxi así que decidimos muy cautelosamente regresar al centro comercial, nos escondimos en una tienda, era tanta la zozobra que no pudimos mediar palabra en todo el camino de regreso.

Cuando estamos en la tienda simulamos probarnos unos vestidos para hablar tranquilas.

—Manuela, ¿escuchaste lo mismo que yo? —digo aun con el corazón acelerado.

—Muy claro Sarah y esto no pinta bien, ¿cómo haremos para salir de aquí? ellos deben estar esperando a que salga quien los escucho y se darán cuenta.

—No entiendo porque nombraron a Steve y porque mencionan que lo pueden manipular.

Manuela estaba pálida, y muy nerviosa.

— ¿Cómo haremos para salir de aquí? Eso lo podemos hablar después.

—Tengo una idea... —menciono, antes de ser interrumpida por la vendedora del almacén para preguntar qué tal nos quedó la prenda—.Qué tal si llamamos a Steve que nos venga a recoger.

—Eso sería demasiado obvio, mejor llamemos a Alison, que nos traiga gafas y algunas pelucas que ella colecciona para pasar desapercibidas —es una idea genial aunque un poco exagerada.

Manuela saca su celular del bolso, pues tenía como 10 llamadas perdidas de Lis y por supuesto el mío que estaba completamente apagado por el insistente llamado de mi mejor amiga, que nos puso en esta situación.

Alison no contestaba las llamadas, hasta que después de 6 insistentes timbrados más, decide responder.

—Niña, si en algún momento nos llegamos a accidentar y tenemos 10 minutos de vida entonces decidimos llamarte para que avises a la policía, ambulancia y familiares, ¿nos dejas morir? —reclamo exagerando un poco.

—Que exagerada eres, ¿me pueden contar que les sucede? —pregunta

Manuela me arrebata el celular y comienza a hablar.

—Escúchame muy bien te necesitamos en 5 minutos en el centro comercial, trae ropa, pelucas y gafas oscuras, y por favor ven en taxi. No preguntes nada, que acá te contamos.

Tiempo, amor y distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora