Capítulo 6. "Buitres"

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Lauren Jauregui se encontraba tumbada en el centro de la pequeña cama que estaba posicionada justo al lado izquierdo del colchón vacío que comúnmente era ocupado por su hermano menor.

No sabía con exactitud la hora que era, sin embargo, estaba completamente consciente de que aquel no era el momento adecuado para seguir despierta. Había intentado conciliar el sueño desde hacía ya un par de horas pero por desgracia, el simple hecho de recordar que su hermano menor acababa de emprender un viaje junto a los demás caballeros de su tropa con la finalidad de originar una nueva batalla contra el reino Norte le impedía poder – siquiera – cerrar los ojos por más de cuarenta segundos.

Soltó un suspiro mientras despegaba su espalda del antiguo e incomodo colchón, sentándose de inmediato al mismo tiempo en que observaba con anhelo aquel hermoso astro que se encargaba de brindar un poco de luz en la oscuridad de la noche.

Eso era lo que ella hacía cada vez que se le hacía imposible conciliar el sueño a altas horas de la noche. Simplemente se sentaba a contemplar la luna cuando nadie más lo hacía, – o al menos eso creía – pensando así que era la única persona capaz de admirarla cuando se encontraba en su mayor punto de esplendor.

Aquello se había convertido en costumbre debido a que – la mayoría de las veces – todos los pensamientos que se mantenían almacenados en su cabeza no le permitían pegar un ojo sin importar que se encontrara en medio de una oscuridad absoluta con la simple compañía de la luna, las estrellas y, algunas veces, de su hermano menor.

Tomó una respiración profunda al visualizar dos siluetas bastante características.

Eran las siluetas de dos buitres, volando justo frente a la luna a la dirección de la montaña más alta del pueblo. La montaña en la cual se encontraba el oscuro castillo de la reina Camila.

No era algo nuevo para ella, Lauren se había acostumbrado a ver cómo las aves y algunas especies diferentes de animales se encontraban fácilmente en dos lugares específicos. La montaña del Sur y obviamente, el oscuro bosque de las tinieblas.

No era difícil saber la razón por la cual ellos decidían permanecer en alguno de esos dos lugares, pues era evidente que los recursos necesarios para su supervivencia se encontraban en aquellos dos puntos en específico.

– El invierno está por llegar.

Murmuro para sí misma después de sentir cómo la corriente de aire helado se colaba por la abertura que se encontraba en la pared construida sólo por rocas y ladrillos.

Y a pesar de que a ella siempre le había gustado la temporada de invierno, no podía evitar sentirse intimidada por lo que podía llegar a pasar cuando este se hiciera presente.

La joven soberana de piel morena se mantuvo en silencio al notar la silueta de dos enormes buitres que volaban en dirección a su balcón. Frunció el ceño inmediatamente, definitivamente no esperaba que ese par fuera el que respondiese al potente llamado que había realizado minutos atrás.

Dio un par de pasos hacia atrás, permitiéndoles a aquellas enormes aves aterrizar en la inmensa barandilla de acero que podía protegerla con facilidad de algún ataque enemigo.

– No tengo mucho tiempo. – Habló con frialdad – Me he comunicado. – Ambos la miraban expectantes, tal y como si temiesen que ella en cualquier momento podría asesinarlos con facilidad – Tienen que reclutarla... no me importa cómo pero, – Suspiró – tráiganla hacia mí.

Las dos inmensas aves se miraron por un par de segundos, parpadeando un par de veces más para sí mismos. Se giraron de nuevo para observarla fijamente, indicándole que aceptaban la orden que ella acababa de darles con una simple mirada.

La superior asintió levemente sin expresión alguna en su rostro antes de que ambos buitres emprendieran un vuelo de regreso hacia el bosque, esperando encontrar una estrategia perfecta para cumplir el mandamiento que la reina acababa de darles.

La joven dama rió por lo bajo antes de subir encima de la barandilla sin ningún tipo de dificultad, sintiendo cómo la ventisca comenzaba a golpear su cuerpo, provocando que la cola de su vestido se moviera como si de olas de mar se tratase. 

Observó con frialdad todo lo que se encontraba en su territorio, pensando en lo que sucedería con él si las cosas no resultaban como ella lo estaba planeando.

Sin embargo, a ella no le interesaba en lo absoluto si su reino volvía a experimentar lo que era la destrucción total que había sufrido mucho antes de que su fallecido padre fuera coronado como el nuevo rey del poblado.

Aspiró el aroma que provenía del denominado bosque de las tinieblas antes de dejarse caer directo al vacío, sintiendo el viento golpear su rostro y las demás partes de su cuerpo con brusquedad mientras caía en picada desde una altura lo suficientemente peligrosa como para morir incluso antes de golpearse contra el suelo.

Ella cerró los ojos, recordando todo lo que tenía que realizar para conseguir el poder absoluto que deseaba desde antes de ser coronada como la nueva reina del reino Sur.

La caída había durado poco más de seis segundos y, antes de que su cuerpo golpeara el suelo de una manera brutal, ella sonrió.

La joven de ojos verdes sintió un escalofrío recorrer por todo su cuerpo después de haber contemplado la luna por aproximadamente treinta minutos.

Pensó que ya era el momento adecuado para intentar dormir tan siquiera un par de horas así que se levantó cuidadosamente de aquel incómodo colchón con la finalidad de cerrar la ventana con aquellas pequeñas puertillas de madera que su padre había construido para que ambos no se congelaran en la temporada de invierno.

Sujeto los picaportes de madera astillada con cuidado de no sufrir alguna clase de herida debido a estos pero, antes de cerrarlos completamente, hubo algo que llamó su atención.

La ojiverde tensó la mandíbula al notar la presencia de una preciosa lechuza blanca que se encontraba encima de la rama de aquel enorme roble que su hermano menor y ella habían plantado desde que eran niños.

Ella frunció el ceño sintiéndose intimidada al sentir la mirada de aquella misteriosa especie fija en su rostro.

Pareciera que ella estaba intentando descifrar todos los secretos que Lauren Jauregui llevaba escondiendo desde que no era nada más que un simple infante.

La hija mayor de la familia Jauregui tragó pesado sin quitarle la vista de encima a la lechuza blanca que se encontraba a escasos centímetros de ella, comenzando a sentirse atemorizada por la mirada expectante de aquella bestia volátil.

Ella no sabía si estaba perdiendo la cabeza en ese momento, o si realmente la lechuza la observaba esperando que le contara todo lo necesario para así poder desahogarse. 

Negó efusivamente antes de cerrar las puertillas, tratando de olvidar aquella extraña situación que acababa de suceder.

Jauregui, definitivamente eres un bicho raro.

* * *
מלחמה

Owl eyes. (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora