Capítulo 12

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Después de tranquilizarme un poco, me seca las lágrimas con sus pulgares y me tiende un pañuelo. Yo no puedo evitar sonreír, sentirme alegre de nuevo al ver que se comporta como hace un año aproximadamente. Y es que puede parecer una tontería, pero para mí no lo es. Patty ha vuelto a ser la Patricia de siempre, y me parece realmente bien. Cómo no hacerlo.

—Selene, no es para que te restriegues por toda la cara el maquillaje que no se te ha corrido, porque no llevas; es para la nariz —susurra con una sonrisa en su rostro.

Comienzo a reírme, aunque intento reprimirlo. No son días en los que el humor deba estar presente en mi vida. Pero con ella sí que puede ser así. Con la Valentine en la que he confiado durante mucho tiempo, y sigo haciéndolo, siempre hay una pizca de él se quiera o no. Así que se me escapan otro par de lágrima más y vuelvo a llevarme el papel que me ha dado al mismo lugar.

—Eres un caso perdido —murmura mientras ríe y agita la cabeza de lado a lado.

Vuelvo a romper en carcajadas y, la verdad, llego a pensar que necesitaré darle uso a los retretes que hay en cada cubículo. No sería la primera vez que me toca salir corriendo porque no puedo controlar mi esfínter por unas cuantas carcajadas.

Cuando consigo calmarme, la miro a los ojos y sonrío como una tonta. Porque lo soy. ¿Cómo fui capaz de dejar que se marchara? O, mejor dicho: ¿cómo fui yo tan imbécil y olvidarme de ella? El desastre de persona que era antes ha vuelto a aparecer, incluso con más ganas.

—Vamos, señorita Imposible. Tu padre nos estará esperando fuera —dice.

Asiento con la cabeza y agarro el asa de la mochila. Cuando vuelvo a mirar al frente, está sujetando la puerta para salir. Pero yo me quedo parada, sin saber muy bien qué hacer o, más bien, qué nos ha llevado a esta situación tan común hace varios meses pero tan extraña durante otros tantos. La veo rodar los ojos y, después, dice:

—Tranquila. Saldré yo primero por si me cruzo con el próximo Míster Universo.

Cruza el umbral con paso seguro y yo decido ir tras ella. Comenzamos a caminar por el corredor en silencio, pero hay algo en sus palabras de lo que me acabo de dar cuenta. No puede haber hablado en serio.

—¿Patty? —la llamo.

Me mira de reojo y responde con un "¿Selene?".

—Antes has dicho nos, ¿verdad?

Hace un ruido de asentimiento y me pregunta qué ocurre con eso. Y la verdad es que no entiendo la razón para que lo dijera.

—Le he dicho que viniera y le he pedido si me podía acercar a casa. El caso es que a tu padre no le apetecía dejarme en mi puerta y me ha invitado a pasar todo el día con vosotros.

Pestañeo repetidas veces, sin llegar a comprender sus palabras ni creer que el mismísimo Dimitri Lane la haya invitado después de todo este tiempo. Yo la llamé ayer y no les avisé, aunque me sorprendió todavía más que no me echaran la bronca. Pero, al final, es mi amiga. O eso quiero que vuelva a ser cuanto antes.

—¿Te molesta? Puedo insistir y que me lleve a casa. Tal vez...

—No —la interrumpo—. No me importa. Incluso, si quieres, puedes quedarte a dormir.

Sonríe y me da un golpe con el codo, bromeando. Sé de sobra lo que significa eso, pero quiero que lo confirme. Me gusta escuchar su voz y estar segura de que es ella y no una especie de amigo imaginario.

—No me lo propongas o hago que tus padres firmen los papeles de adopción.

Sonrío amargamente. Eso era lo que solía decirme antes de que todo esto pasara, de que iniciara la historia a la que no le encuentro fin. Aunque quizá con ella en casa averigüe algo más, y sé que me va a ayudar si se lo pido. Porque, al final, se ha metido en esto de lleno, aunque no nos guste a ninguna.

SeleneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora