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La puerta se abrió con un empujón y el quejido de las bisagras, permitiendo el paso de la luz del pasillo cortar la oscuridad de la habitación. Una mano acostumbrada a buscar un interruptor en la pared, terminó por abatir la oscuridad de la habitación y encender automáticamente el televisor y el computador.

Dos figuras entraron a un cuarto lleno de adornos y pinturas. Había una estufa eléctrica y un sofá que parecía tan cómodo que invitaba a dormir en él. Flotando sobre la mesa de centro había un especie de puzle complejo proyectado en el aire, como un cubo compuesto de muchos cubos pequeños. Algunos contenían números, otros estaban en blanco.

Sorprendentemente, también había una biblioteca llena de libros, muchísimos libros. Los primeros que Malcom vio desde que había llegado a la Ciudad y le recordaron nuevamente a su gente, mientras una mano invisible le apretaba el corazón.

- Por favor resistan, rezó hacia sus adentros mientras trataba de alejar la pena que se apoderaba de su garganta, juro que volveré a salvarlos.

Y también había una radio.

- ¡Una radio! - gritó mientras se abalanzaba hacia el aparato y lo tocaba con ambas manos - ¡tienes una radio!

- ¡Sí! - sonrió devuelta Cole.

- ¿Acaso funciona? – preguntó Malcom excitado.

- ¡No! - sonrió devuelta Cole. Malcom se quedó boquiabierto.

- Quédate en ese sillón, - dijo el hombre de voz sedosa - nos prepararé algo de comer.

Malcom se sentó mientras observaba la radio, era una Loudhouse, antigua pero confiable. Idéntica a la radio en Rhor. Robin le había enseñado a usarla desde pequeño. Jugaban comunicándose con otros radioaficionados. Le hacía parecer el mundo tan pequeño, y ahora frente a una descompuesta, por alguna extraña razón, parecía estar más lejos que antes de Rhor. Seguía mirando fijamente la radio mientras oía a Cole sacar ollas y sartenes en la cocina. Se le había olvidado que Cole era un chef experto. De pronto reparó en lo hambriento que estaba. Barras alimenticias La Abuela Buena, nuestro ingrediente nutritivo es el cariño concentrado.

- Un día, - dijo Cole mientras preparaba sus insumos de cocina – yo estaba conversando con algunos amigos de Puerto Norias. Oímos un extraño ruido en la comunicación. Parecía como si alguien la estuviese escuchando. Mi amigo y Yo decidimos que habíamos conversado suficiente por ésa noche. Al día siguiente, al volver a casa, la abrí y comprobé que una pieza clave estaba rota. Decidí no repararla por precaución a que estuviesen monitoreando mis conversaciones. No ha funcionado desde entonces, puede haber sido ya hace unos tres años.

- ¿Pero qué hay de tus amigos? - preguntó Malcom - ¿acaso no deseas saber nada de ellos?

- Aún mantengo contacto, - respondió Cole - hallamos otras maneras. Más lentas claro está.

Malcom seguía mirando la radio como si por quedarse mirando, se fuese a reparar de alguna manera mágica. "Things don't get done by staring" decía su padre que hablaba el idioma antiguo, se podía traducir como "Si quieres algo, haz algo. Gánatelo, no hables sobre quererlo".

- Eres bastante fuerte - le dijo Cole sacándolo de sus ensoñaciones mientras le daba la espalda.

Malcom no contestó, pero sintió su corazón dar un golpe a su pecho al recordar los momentos en que lo asaltaban.

- Pelear de ésa forma después de una hemiplastía – le dijo Cole mirando de reojo mientras esbozaba una leve sonrisa.

Seguía dándole la espalda, mientras picaba verduras al lado de una sartén que se calentaba. Malcom seguía sin contestar, pero comenzó a sentir rabia por la situación en que se encontraba, capturado e interrogado, asaltado, le parecía una humillación, le parecía oír sus antepasados recriminarle y hablar mal de él, mientras lamentaban que él fuera parte de su linaje y haberle confiado la suerte de Rhor. Le parecía que la sensación de humillación y rabia subía a límites desconocidos y su corazón latía más y más fuerte.

- Hemiplastía, – continuó el hombre - es la operación a la cual fuiste sometido.

Malcom mantuvo silencio, mientras rechinaban sus dientes y sentía como su mano se empuñaba. Sentía rabia por no haber llevado a cabo aún su misión. Sentía rabia por no saber cómo llevarla a cabo y sentía rabia por estar defraudando a su gente y su linaje. Sabía que Cole no tenía nada que ver con eso, sabía que le había ayudado, pero ahora le parecía que se burlaba de él. Sí, en verdad le parecía oír un tono burlesco en su voz. No podía dejar de odiarse a sí mismo por haber perdido la pelea y haber dependido de Cole y ahora sentía que debía demostrarse a sí mismo que era capaz, que no necesitaba ayuda de nadie.

Cole era un adversario considerable. Era alto, de contextura ancha, hombros fuertes, manos grandes, acostumbrado al trabajo, tenía una vida de experiencia donde seguramente había participado en más de alguna pelea y, a juzgar por su sangre fría en el obelisco, algún tipo de entrenamiento. Pero algo en el interior de Malcom le decía que si daba rienda suelta a toda la ira que tenía dentro nada podría impedirle arrancarle la cabeza y tirarla por la ventana. Era muy raro, sabía que Cole le estaba ayudando. Pero esa vocecilla en su interior no le dejaba en paz. Le decía que no necesitaba ayuda del hombre frente a él. Los débiles necesitan ayuda, y él no toleraba sentirse un perdedor. Su corazón parecía querer romper los barrotes de sus costillas y saltar por sí sólo a partirle la cara al hombre que estaba frente a él, y que le había salvado. El único en la Ciudad que le había ayudado. El hombre dejó ver una sonrisa por encima de su hombro, como su adivinase los pensamientos de Malcom y de su corazón boxeador.

- Consiste, - prosiguió el hombre tranquilamente - en insertar un implante, un electro inductor sensorial que actúa como estimulador del sistema límbico, que incluyen el hipocampo, la corteza cingulada anterior y la amígdala, que son responsables de procesar y controlar los sentimientos e impulsos inmediatos.

Cole se detuvo un momento para verificar que Malcom estaba entiendo todo, y ante su evidente falta de entendimiento, el hombre resumió rápidamente.

- El aparato aumenta la fuerza de tus emociones. Tu sistema límbico ya está de fiesta, - continuó - la buena noticia es que el aparato no suprime la actividad del neo córtex, que se encarga de los conceptos de lógica, eso te imposibilitaría seguir órdenes y necesitamos esa vieja costumbre para tener muchos trabajadores con poder adquisitivo ¿no? Lo que sí quieren lograr con el inductor, es que tus impulsos sobrepasen tu pensamiento analítico. Ésa es la idea.

Malcom no contestó nada, estaba completamente en blanco.


ENTRE BESTIAS - Parte I -  Hijo del Bermellón [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora