Capítulo: 1

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Capítulo 1

Me encantaría decir que desperté con el lindo sonido de los pajaritos cantando por mi ventana o con el agradable olor de mi desayuno, como en los libros donde todo es color de rosa, pero no, yo me desperté con los gritos histéricos de mi mamá diciéndome que me levantara. No me quejo, llevo casi dieciocho años despertándome de esa manera, pero nunca deja de fastidiarme como la primera vez.

Después de un rato reflexionando si fingir mi muerte o tirarme por la ventana sería buena opción para no bajar a desayunar, me dirijo hacia la ducha para hacer todas mis necesidades básicas. Una vez salgo voy hacia mi armario y comienzo a hurgar en él, buscando algo cómodo que ponerme.

Bajo las escaleras y me dirijo a la cocina donde se encuentra mi linda madre haciendo mi comida favorita hot-cakes.

-Buenos días. – digo después de sentarme en una de las sillas.

-Buenos días, cariño –Sonríe mientras me sirve. – Recuerda que tienes que empacar tus cosas, salimos por la tarde mañana.

Lo único que hago es rodar los ojos.

No puedo creer que sigan con eso, no le veo la gracia a mudarnos, eso no cambiara nada de lo que me paso, no volverá el tiempo atrás y evitara que todo vuelva a suceder. Me gustaría que ellos entendieran eso. Que por una vez en la vida comprendieran que nadie vuelve a ser el mismo después de algo así.

Termino mi desayuno y me dirijo hacia mi habitación para poder empacar las cosas.

Comienzo por mi ropa, tengo mucha, tanta que dudo que pueda meterla toda en mis maletas. Quizás y hoy sea un buen momento para deshacerme de ella. Mucha de mi ropa son cosas que usaba antes, ropa bonita que ahora ya no utilizo. Comienzo a sacar mis camisetas y pantalones que normalmente uso ahora. Debo admitir que son horribles, pero sin duda muy cómodos. Estoy por terminar de empacar todo cuando encuentro el estuche de mi violín en el fondo de mi armario. No puedo evitar que mis ojos se humedezcan un poco. No llores. Me digo mientras lo meto a una de las cajas. No sé por qué aun lo conservo, quizás y debería deshacerme de él.

Después de pasar todo el día metiendo mis pertenencias en cajas, decido bajar a la cocina para tomar un poco de agua.

Bajo tranquilamente sin el mayor ánimo, por lo general suelo bajar las escaleras como si fuera en algún tipo de carrera, pero el cansancio que siento ahora no me permite hacerlo. Cuando al fin llego a la parte baja de la casa veo a mi papá recostado en el sofá, debe de estar muy cansado. Paso por la sala y me dirijo hacia cocina a tomar mí vaso.

Comienzo a pensar en todo lo que me espera mañana, no puedo creer que en unas horas ya no estaré aquí. Aunque no estoy totalmente de acuerdo en mudarnos siento que quizás me pueda ayudar a superar todo esto, quizás y vuelva a tener otra oportunidad. Niego con la cabeza descartando la idea.


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Me vuelvo a levantar con los gritos de la histeria de mi mamá. ¡Ah! ¿Acaso esa mujer no se cansa de gritar?

Me dirijo al baño de mala gana. Repito todo el cansado procedimiento de siempre. Cuando estoy lista voy hacia la cocina para encontrarme con mi familia comiendo felizmente.

Tomo asiento al lado de mi papá mientras murmuro un "Buenos días" Mamá me recibe con su habitual sonrisa colocando un plato de comida frente a mí, no tardo en lanzarme a comerla. Creo que jamás me cansare de los hot-cakes podría pasar toda la vida comiéndolos.

Pero no todo en la vida es felicidad y buena vibra. ¿Ya dije que era un lindo día?

-Cariño. –Comienza papá. Dejo de comer y lo veo directo a los ojos. Aquí vamos, pienso mientras me preparo mentalmente para el sermón que me da siempre que tiene oportunidad. –Estábamos pensando que sería genial que volvieras a tocar, ya sabes, con todo eso de que nos mudaremos, podrías hacer nuevos amigos e incluso buscar alguna universidad con un buen programa de música. –Toma mi mano por sobre la mesa y le da un leve apretón. –Nada nos haría más feliz que el que tu reconstruyas tu vida.

Retiro mi mano. Es así damas y caballeros como el gran señor Smith arruina las mañanas de su hija. –Ya les dije que no. –Mi voz sale más seria de lo que pretendía. – ¿Cuándo entenderán que así es como soy ahora? Y aunque a ustedes les cueste asimilarlo tiene que tener presente que sin importar a donde nos mudemos ya sea a la mismísima china o Narnia, yo jamás cambiare, seguiré así, les gusto o no. –No sé por qué no aceptan que así soy ahora. Además, no soy un edificio para que ellos pretendan que pueda reconstruir algo. Me ahorro ese comentario, no quiero molestarme con ellos.

-No. Todos sabemos que no eres así, no entiendo que es lo que te pasa, tienes que superar eso hija, no puedes seguir viviendo en el pasado.

-Creo que con ustedes no se puede tener un desayuno tranquilo. –Digo mientras me levanto. - Si me disculpan tengo que terminar de empacar. –Comienzo a dirigirme hacia las escaleras. –Me dicen cuando sea hora de irnos.

¿Qué no se cansan de repetirme lo mismo día con día? ya me hartaron con todo ese cuento, ellos no saben lo que yo pase, no me pueden pedir que vuelva a hacer la de antes, no tienen el derecho siquiera a pedirme eso, claro como para ellos es súper fácil decirme "April no puede seguir así" o "April cariño tienes que superarlo" me dan dolor de cabeza con tanta palabrería.

Llego a mi habitación y termino de meter lo que me faltaba a las cajas, me siento en la cama a contemplar lo que antes era mi habitación. Creo que la extrañare mucho, aquí fue donde aprendí a tocar las primeras notas de mi violín, aquí fue donde me desvele tratando de hacer los benditos trabajos que los profesores dejaban, esta habitación es como mi confidente me ha visto reír, llorar e incluso ha sido testigo de mis ataques de ira. Es difícil dejarla, llámenme loca, pero si fuera posible me la llevaría a Nueva York.

Me encuentro tan sumergida en mis pensamientos que no soy consciente que mi mamá entro a la habitación hasta que ella habla.

-Ya es hora, cariño. –Sonríe. ¿Nunca se cansa de hacerlo?

-Claro. –Digo mientras me dirijo a una caja y termino de sellarla. –Bajo en cinco minutos. –Intento ocultar mi desanimo, pero sé que falle.

-Sé que estas enfadada y triste por todo esto. –Habla con suavidad. –Pero no lo veas como un castigo sino como una manera de volver a iniciar desde cero. –Se sienta al borde de mi cama.

-Lo se mamá. ¿Crees que no soy consciente de eso? ¡Lo soy! –Abro una de las cajas y finjo acomodar las cosas. –Quizás y tengan razón en eso, y pueda comenzar de nuevo, pero si lo hago mamá será a mi manera, no pretendo ser la misma de hace años. Y ustedes tienen que comenzar a aceptar eso.

- ¿Pero ¿cuál es el problema en ser la de antes? ¿Qué no eras feliz? –Se levanta de la cama y camina hacia mí. –No me tragare ese cuento, yo conozco a mi hija y sé lo que intentas hacer, y es evitar el problema, no enfrentarlo. –Cierra la caja que estaba reacomodando. –Si tan solo hicieras eso cariño no tendrías que cambiar nada, simplemente lo superarías y retomarías tu vida tal y como la dejaste hace dos años. –Ella suelta un suspiro. –Quizás si enfrentas lo que él...

-Ni se te ocurra seguir. –Siseo mientras camino hacia la puerta.

-No lo haré si no quieres. –Dice mientras se adelanta a bajar las escaleras. –Pero ya es momento de dejar ir el pasado y tú lo sabes.

La Chica Del Violín. Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang