Me encontraba corriendo las pocas cuadras que habían de diferencia entre mi casa y el lugar donde nos teníamos que encontrar. Iba a llegar algo tarde, y lo sabía. Desearía que el ser niña perfecta no incluya el relacionarse de manera amable con familiares que nunca aparecen. En serio los detesto.

La ví sentada en el banco en donde siempre nos encontramos. Al parecer cargaba algo entre sus brazos, pero no veía que era. Algo preocupada de que se enoje por hacerla esperar, me acerqué. Ella no se dio cuenta de que estaba cerca.

-- Hola... --dije viendo que tenía entre sus brazos un gato muy pequeño de color gris con una mancha blanca en su oreja derecha.-- Perdón por hacerte esperar...

-- No te preocupes, este amiguito me acompañó --dijo extendiéndolo frente a mí.-- ¿Quieres cagarlo? No te va a hacer nada.

Tome al gatito en uno de mis brazos ya que era muy pequeño, apretándolo suavemente contra mi pecho, mientras que con la otra mano le acariciaba. El gatito maulló y ronroneó dulcemente como respuesta.

-- Le agradas --me dijo ella aplaudiendo feliz.

Sonreí ante su tierna acción.-- Es que siempre me gustaron los animales --respondí viendo al pequeño acurrucarse en mi pecho.

-- Eso es genial... pero creo que deberíamos ya de dejarlo -- dijo acercándose al pequeñín acariciándole tristemente.

-- ¿Por qué? --pregunté mirándola. -- Se ve amigable y podrás encariñarte con el.

-- No creo que le gustaría estar conmigo... no sirvo para eso... creo que se merece a alguien mejor que lo cuide --respondió mirando hacia abajo, mirando al pequeño animal entre sus brazos..

-- No digas eso, si podrás cuidarlo... eres mejor que aquel estúpido que decidió dejarlo a su suerte.

-- ¿Tu crees que yo pueda?

-- Por supuesto, y hasta te puedo ayudar si no puedes.

Me miró y me mostró una sencilla sonrisa. -- ¿En serio? Eso sería genial.

Asentí. Era tan hermoso verla sonreír. Aunque me hubiera gustado que sus ojos brillarán, aunque sea fugazmente. Pero tal vez hacer brillar a esos ojos necesite tiempo, tiempo que no se si tengo.

-- Pero, ¿Ahora que hacemos? No nos dejarán ir por ahí sin que nos prohíban entrar con él.

-- No es un gran lío --respondí devolviendo al felino. -- Puedo comprar algo y luego comemos juntas aquí junto a nuestra nueva mascota.

Ella asintió tomando al gatito. -- Bueno... ¿Podrías ir tu? Yo me quedare con el.

-- Bueno --respondí y le di un beso en la frente. Aun no nos besamos, y me da algo de vergüenza dar ese paso debido a que ese sería mi primer beso, y tal vez ella ya lo haya dado.

Me gustaría decir que seguro no lo ha dado por la manera en la que se ve, pero siempre me enseñaron a no juzgar a un libro por su portada. "Nunca se sabe" me dijo mi padre cuando era chica.

El día estaba normal, con algo de nubes, pero aun hacía calor. Compré unos sándwiches y refrescos, y volví donde estaba ella. Al acercarme la vi como acariciaba al pequeñín. Lo hacia con una delicadez extrema, como si podría hacerle daño a la criatura. Me sentí triste al verla de esta manera, ¡Conocía tan poco de ella! Y aunque quisiera preguntarle miles de cosas, tengo una rara sensación que me lo impide.

Me senté a su lado en el banco. --No es lo mejor del mundo, pero espero te guste.-- dije dándole un refresco y un sándwich, que ella tomo dejando al gatito en su regazo.

Comencé a comer de mi sándwich mientras veía como ella partía una pequeña parte y le daba al animal. El silencio entre nosotras era cómodo, pero aun así sentí ganas de cortarlo inmediatamente.

--¿Quieres hablar de algo?-- dijo de repente ella, sacándome de mis pensamientos. Pareciera que ella me saca de mi mundo, manteniendome junto a ella en la realidad.

--¿Pensaste en algún nombre para el gato?-- respondí terminando mi refresco. Ella negó con la cabeza. --Entonces, ¿Pensamos en alguno? podrías llamarle Manchas.

Sonrió al escuchar el nombre. --Podría ser más original...

Reí por su respuesta. --No tengo mucha imaginación para los nombres, nunca tuve una mascota para darle un nombre original.

--¿En serio?-- dijo asombrada. --y... ¿Por qué?

--A mi madre nunca le agradaron los animales,,, creo que eso es algo raro, pero si ella no quiere es mejor no preguntar.

--Bueno... pero ahora tendremos uno entre nosotras, lo puedo llevar a casa y si quieres lo traigo de vez en cuando para que lo veas.

--¿Y por que no es mejor ir a tu casa?

Ella solo sonrió. --No, mi casa siempre está un desorden... sería algo vergonzoso si fueras y la vieras.

--Bueno... entonces cuando mi madre no este lo podemos llevar a mi cuarto y tenerlo ahí.-- dije mientras volvía a acariciar al gatito.

El día continuó tranquilo, hasta que por fin decidimos en darle un nombre: Gorman. Ella lo decidió ya que lo había oído de ese nombre en un programa de televisión. Me dijo que tenía que ir temprano a su casa para poder preparar todo para que el gatito pueda dormir, así que los acompañé hasta la estación. Mientras esperábamos a que llegue el autobús, le preste mi abrigo para que pueda ocultar al gato, porque en los autobuses no se permiten animales.

Antes de despedirnos me abrazó dejando al gatito en medio de nosotras, y me dio un cálido beso en la mejilla. Me sonrió desde la ventana a la vez que el autobús se alejaba. Se veía feliz. Y me encantó verla así. 

Mientras volvía a casa pensé en como sería después. Me dijo que luego de estas vacaciones ya no iba a estar aquí. Sentí mi corazón encogerse mientras pensaba en ello. No quería que se fuera. Quería que se quede a mi lado. Quería descubrir todo de ella, no importa si era bueno o malo, porque estaba completamente segura de que la iba a querer y proteger de cualquier forma que sea.


Sus Ojos NegrosOn viuen les histories. Descobreix ara