Ya había pasado una semana luego de nuestra primera cita. Y lo primero que me despertó en esa mañana fue el constante sonido de mensajes llegando a mi celular, que al revisar, eran todos de ella.

<<Hola.
Si ves los mensajes respondeme rápido.
De verdad necesito que respondas.
Por favor, responde, es urgente.>>

Al leer los mensajes me pregunté que es lo que necesitaba con tanta urgencia, así que respondí de inmediato.

<<Hola, que paso?>>

Al momento de enviar ese mensaje me respondió.

<<Es que mi madre quiere pasar a dejarme en tu casa para saber si es verdad que te estoy dando clases de matemáticas. Seguro va a querer hablar con tu madre, así que por favor podrías pedirle a tu madre que me deje estar en tu casa.>>

<<Eres una chica con suerte. Mi mamá se quedará toda la tarde hoy, así que le diré todo y te dejará quedarte.>>

<<Gracias, muchas gracias.>>

<<Ya, no es la gran cosa. No te preocupes.>>

<<Bueno, sólo falta que me pases tu dirección para poder ir a tu casa.>>

<<Genial, ¿Te acuerdas de la cafetería a la que fuimos?>>

<<Si...>>

<<Pues sigues por esa misma calle unas cinco cuadras hasta encontrar una casa celeste, y es la unica.>>

<<Y, ¿Por qué no me dices la calle y el número? Hubiera sido más fácil.>>

<<Es que no me sé ni el número ni la calle.>>

<<Bueno, me las arreglo con la info que me diste :)>>

<<Okay, te veo aqui>>

Dejé mi celular de lado y bajé las escaleras como un rayo buascando a mi madre, que estaba en la sala.

-- ¿Mamá? --pregunté al verla dormir en el gran sofá.

-- ¿Qué necesitas? No te voy a dar permiso hoy para salir.

-- No, solo quiero que hables con la madre de alguien.

-- Ese alguien me suena un poco importante, ¿quien es?

-- es una chica...

parte de esa añegra madre se fue para dejar a una madre con una expresion indescifrable. -- e-es solo una amiga... --dije sonriendo, aunque por dentro me aterraba ese gesto suyo.

yo sabia a la perfeccion sus pensamientos hacia los homosexuales, ella me los enseño durante toda mi infancia. y la verdad no se de que seria capaz si se entera que su "unica" y perfecta hija es una "marimacho".

su sonrisa volvio, aunque aun seguia esa incomoda sencsacion en el aire.

-- ¿quien es?

-- una chica que conoci en clases... es muy interesante, alegre, respetuosa y amigable, no como mi otras amigas.

-- Bueno, ¿y que le digo a la madre de la chica?

-- solo  dile que que viene para enseñarme matematicas, como uno de esos profesores particulares.

-- bueno... ¿y como se llama?.--

-- no le gusta mucho que alguien le diga su nombre si recien se conocen... es mejor que la llames por su apellido, es Flores.

Alguien toco la puerta y fui a atender.

al abrir la puerta me encontre a mi "amiga" con la compañia de su madre que, al verla, me recordo automaticamente a Morticia Adams, solo que su oscuro cabello estaba recogido en una firme coleta.

-- supongo que eres tu la alumna de mi hija --hablo mirandome de arriba a abajo, intimidandome.

-- s-si --alcance a responder.

-- ¿puedo hablar con tu madre?

asenti y fui a buscar a mi madre, que fue con algo de pereza porque se tuvo que levantar de su comodo lugar. Como nuestras madres se quedaron habloando, la lleve a que conozca mi habitacion.

cuando la deje pasar dentro estaba algo avergonzada, ya que mi habitacion parecia mas la de una niña que la de una adolescente, en especial con todos esos peluches y esa paredes rosadas... o eso es lo que habia dicho mi madre.

-- tu habitacion es hermosa --fue lo que dijo al entrar mirando a todos lados.

-- la verdad es que, segun mi madre, es algo añiñada y deberia cambiarla para que parezca mas madura.

-- pue yo creo que esa es tu decision, y solo te tienen que importar tus gustos, ma que si es añiñada para tu edad o no.

sonrei por su respuesta. -- gracias por los animos.

nos acostamos en la cama, una al lado de la otra, mirando al techo en un comodo silencio.

-- ¿y si comienzo a conocer un poco mas de ti? --pregunte para romper el silencio.

-- bueno, comienza por lo que tu quieras.

me quede pensando en lo que podia preguntar, quedandonos en silencio otra vez.

-- ¿sabes? me gustan las mariposas... --dijo sin dejar de ver el techo.

-- ¿por que?

-- no lo se --sonrio.-- tal vez es porque pueden mostrar su extrema debilidad sin ser despreciadas, o talvez porque una de las criaturas mas hermosas que he conocido hasta ahora... pero creo que se quedara como un tal vez.

Me miró y yo a ella. Nos quedamos así por un momento que yo sentía interminable... hasta que mi madre nos llamó a almorzar.

Luego de un tranquilo almuerzo acompañado desafortunadamente por un largo interrogatorio de de mi madre, volvimos a mi habitación.

-- ¿Quieres hacer algo? --pregunté al acostarnos de mi nuevo en la cama. Tomé su mano, la cual estaba fría.

-- Podríamos dormir --respondió esbozando una pequeña sonrisa. -- El día es tranquilo, y el estar contigo lo hace aún más.

Asentí algo nerviosa. Nunca fui alguien que pueda dormir tranquilamente con alguien.

Ella se cerco a mi y me abrazó. -- dulces sueños --dijo en un bostezo.

Yo la abrace y me dispuse a dormir, cosa que, al lado de ella, fue algo más fácil.

Desperté dándome cuenta se que era la única que estaba durmiendo.

Ella estaba sentada en una pequeña silla junto a la gran ventana que ahora mostraba el sol escondiéndose detrás de esas suaves cortinas lila. Estaba dibujando, y al parecer lo hacía con mucho esmero. Levantó su cabeza y sonrió al verme despierta. -- creí que ibas a dormir un poco más.

Le devolví la sonrisa y y me senté al borde de la cama. -- ¿Me estabas dibujando?.

-- Algo así.

Charlamos un buen rato hasta que vinieron a buscarla, pero no me mostró el dibujo en ningún momento. Dijo que cuando lo terminase me lo iba a regalar. Fue un lindo día a pesar de no salir.

Sus Ojos NegrosWhere stories live. Discover now