Cherry Blossom ✿ Oh Sehun

✿28 "Quiero irme a casa"✿

Desperté porque tenía frío y oí el sonido de la lluvia. ¿Lluvia?

Quise despertar de golpe pero algo me lo impidió, el cuerpo me pesó y me sentí sumamente débil. Solo pude abrir los ojos despacio, podía ver el cielo oscuro y las gotas golpeando la luna del auto.

Tenía una manta encima por lo que no podía girar a ver quien conducía el auto, estaba realmente cansada.

Finalmente luego de un arduo esfuerzo moví una de mis manos y bajé la manta para poder girar la cabeza, lentamente lo hice y me aterré al ver a Yixing.

¿Yixing?-susurré- ¿Qué hago aquí?

Amor descansa, debes estar cansada –dijo mientras una de sus manos se posaba sobre mi pierna.

Quise retirarla pero no pude, tenía razón, estaba cansada.

¿Qué me hiciste?-pregunté asustada- ¿A dónde me llevas?

Vamos a la casa de mis padres en la montaña –sonrió, antes podría haber dicho que era arrogante y simpática su sonrisa, ahora solo me aterraba.

¿Por qué estoy aquí?-cuestioné e intenté sentarme, mis músculos se tensaron y me toqué el cuello porque fue ahí donde más de dolió.

Sentí una costra y pude ver algunos rastros de sangre seca.

¿Me había dopado?, giré para verlo, lucía normal.

¿Yixing?-susurré y este giró a verme.

¿Qué ocurre cariño?-dijo.

Llévame de regreso a casa –intenté gritar pero la voz no me salió.

Alesandra por favor descansa, llegaremos en un momento –dijo mientras esta vez daba la vuelta.

Un semáforo en rojo nos encontró y aproveché para bajar del coche.

Caminé cuanto pude porque no podía correr.

Alesandra –gritó Yixing a lo lejos-

No había ni un maldito auto en la autopista por lo que solo intentaba correr con las pocas fuerzas que me quedaban, tenía que irme.

Sentí sus manos sujetándome y luego que me levantó entre sus brazos como una delgada pluma.

Déjame –le dije.

Vayamos a casa y hablaremos con tranquilidad –dijo mientras caminaba de regreso.

La lluvia dificultaba las cosas, no podía ver nada ni tampoco oír mucho, finalmente cuando me posó sobre el piso para sentarme lo empujé lo más fuerte que pude e intenté escapar nuevamente.

No seas terca –gritó.

Déjame ir –grité.

¿A dónde vas a ir a esta hora y con toda esta lluvia?-gritó- vayamos a casa.

No –grité mientras me alejaba.

Volví a sentir sus manos en mi cuerpo y esta vez lo mordí, escuché su grito y el sabor de la sangre entre mis dientes. Me empujó bastante lejos, caí de rodillas, sentí dolor pero intenté levantarme como pude.

Deja de hacer esto y vayamos que se hace tarde –dijo sereno mientras se acercaba sujetándose la mano herida.

Ya déjame en paz –grité y me sorprendi de mi misma cuando mi voz sonó fuerte.

No hasta que hablemos –esta vez sonó más serio, me levantó entre sus brazos y me metió en el auto, abrochó el cinturón y colocó el seguro solo un momento, hasta que se sentó en el asiento del copiloto.