12. Química

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Ángela

El día realmente se estaba convirtiendo en una amarga tortura. Las clases de Gramática en las que estaba impartiendo en esos momentos, me estaban dando un gran dolor de cabeza gracias a escuchar la incesante voz de la profesora Roberts leyendo y pronunciando las consonantes correctamente de una larga lista de palabras que debían de ser deletreadas correctamente.

La clase se sentía como que nunca iba a terminar. Era frustrante.

Rezaba porque solo faltaran cinco segundos para el almuerzo. Moría de hambre.

Cerré los ojos tratando de concentrarme en querer sentir que el tiempo pasara rápidamente como lo quería y necesitaba con urgencia.

— ¿Ángela? —Zayn me llamó y yo lo miré— ¿Te encuentras bien?—me preguntó algo preocupado inspeccionando mi expresión que tenía en el rostro.

—Sí—dije con voz soñolienta queriendo sofocar un bostezo—. Solo tengo dolor de cabeza.

Zayn solamente me miró lastimosamente.

— ¿Cuánto falta para salir a almorzar?—le pregunté.

—Una hora—dijo él. Sentí que por dentro todo se derrumbaba.

— ¿Qué?—dije sorprendida casi sin aliento. Sentía que ya había pasado las tres horas de clase. Era algo excesivo.

—Lo siento—dijo Zayn haciendo una mueca.

—No debes sentirlo—dije meneando la cabeza. Mi voz sonó soñolienta.

—Bueno, una hora se pasa rápido—dijo él con optimismo tratando de estirar sus labios para enmarcar una sonrisa.

—Eso espero—murmuré haciendo caer mi cabeza encima de la mesa del pupitre no antes usando mis antebrazos como almohada.

Pronto oí la voz de la profesora Roberts llamándome la atención, ya que creyó estaba dormida.

Le conté que me dolía la cabeza y necesitaría salir un rato para beber algo de agua. Ella me dejó. Estaba muy segura de que en los sanitarios podría hacerme un tiempo y hasta hacer una corta siesta si nadie se daba cuenta.

A los diez minutos volví de los sanitarios. No quería que nadie fuera enviado a buscarme porque me tardaba. Así que no me quedó de otra que seguir esperando que terminara la clase.

Esos cincuenta minutos que quedaban, se prolongaron según mi percepción por una eternidad mientras la profesora seguía explicando porqué unas palabras se escribían de una forma y otra de otra a pesar de que se pronunciaran un poco diferente. A los pocos minutos después, todo eso dejó de tener sentido para mí y comencé a dispersar mi mente de nuevo, pensando en todo lo que había estado aconteciendo estos últimos días.

Al sonar la sirena, fue como si me hubieran dado un golpe para hacerme reaccionar de mi trance, provocando en mí, tomar mis pertenencias y salir disparada del salón.

— ¡Al fin!

—Digo lo mismo—dijo Zayn con una risilla. Él me había alcanzado, y ya caminaba a mi lado.

—Ya al fin comeré—volví a celebrar más para mí misma que para Zayn.

Zayn solo rió.

— ¿Tienes hambre?

—Muero de hambre—aseguré con exageración—. Apuesto que me comería un toro.

Zayn volvió a reír.

El Chico Detrás del Superhéroe | COMPLETA ✔︎Where stories live. Discover now