En la Salud y En la Enfermedad

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Tom se levantó temprano, mucho más temprano de lo que acostumbraba cuando era él mismo quien tenía que entrenar, esa mañana volvió a despertarme antes de irse, no era su intención, pero era raro que no se inclinara sobre mí antes de irse para dejarme con un beso – incluso si yo estaba dormida.

Me levanté de la cama por el sonido que invadía el pasillo, Hannah y Danny ya estaban despiertas, puntuales como solo los niños lo eran, ya estaban ansiosas por salir de sus cunas. Esa mañana las encontré balbuceándose la una a la otra, haciéndose compañía cuando no había más.

Apenas salí de la cama, metí los pies en las pantuflas y me pasé una mano por el cabello revuelto. Caminé arrastrando los pies y me limpié los ojos con las manos al ir de camino a la habitación rosa de las niñas.

Las cunas estaban más cerca ahora que las niñas podían ponerse de pie, les resultaba agradable tenerse cerca la una a la otra y a Tom y a mí no nos provocaba ningún mal poner sus cunas más juntas; así que en la pared opuesta a la puerta, las cunas se encontraban y las niñas se tocaban las manitas entre los pequeños postes de las cunas, riendo y balbuceando como si se entendieran. Entré a su habitación y las vi a ambas estirarse hacia mí. Comenzaba a ser más difícil controlar a dos niñas con solo dos brazos. En los últimos tres meses, las dos habían crecido muchísimo, un año y seis meses tenían ya nuestras pequeñas. Las pequeñas, princesas sin duda, eran delicadas y alocadas, una extraña combinación; parecía que sus personalidades se mezclaban, a veces las dos estaban quietas, generalmente con extraños o en lugares donde había mucha gente, pero en casa las dos eran un par de locas aventureras que corrían por todos lados. Si no estaba siguiendo a Danny por la sala, estaba intentando detener a Hannah, que siempre parecía dispuesta a llevar al perro por una cabalgata...

Como pude acomodé a Hannah en mi brazo izquierdo, a fuerza de costumbre ya sabía cómo apoyarlas en mi cadera y abrazarlas para llevarlas a ambas en brazos al mismo tiempo, pero conforme crecían era más y más evidente que pronto solo podría llevar a una a la vez. Besé la cabeza de la pequeña castaña y luego acomodé a Danny también, besándole una mejilla regordeta.

Con las niñas en brazos fui a la cocina y ahí las dejé en su corral cerca de la mesa. Olly agradeció la llegada de ese corral a nuestro hogar y en ese instante, completamente listo para su desayuno, solo tuvo ojos para mí. Serví las croquetas y el agua al perro antes de continuar con el desayuno para bebés. Las niñas desayunaban una nutritiva mezcla de jugo de manzana y galletas. Sin ganas de cocinar cogí un paquete de galletas de animalitos y me tomé una taza de té verde.

Lo más difícil de los últimos meses era lidiar con todo lo que estaba pasando, Tom no se sentía demasiado afectado, aunque podía ver que lo que pasaba con Georg y Emilie lograba hacernos sentir un poco tensos a ambos.

Jugué con las niñas un rato antes de que llegara Kat, nuestra nueva niñera. Era una chica joven, pero hacía maravillas con las niñas mientras yo estaba trabajando. Ella llegaba normalmente a las nueve de la mañana y apenas ella llegaba yo corría a darme una ducha y empezar con mi día.

Uno pensaría que con dos niñas de la misma edad seguro que nuestra casa era un caos, pero la verdad era que mientras tuviéramos una rutina y la siguiéramos, las niñas podían dejarte exhausto, pero cuando menos había un vago sentido del orden que era muy necesario en aquellos momentos.

Esa mañana, como parte de mi usual rutina, me di un baño y me aliste para salir. Cuando ya me había vestido y peinado, vi a Kat sentada en medio de la habitación alfombrada de las niñas, Danny estaba apretando una crayola enorme entre sus dedos mientras Hannah jugaba con el bonito collar de su niñera predilecta.

*PAUSA* Memorias 2da temporada (Tom Kaulitz FF)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora