Capitulo 46.

785 43 6
                                    

[Narra Gastón]:

Habían pasado al rededor de treinta minutos y yo aún seguía sin poder recomponerme, de ese increíble beso. Por que eso es lo que fue. El mejor beso de toda mi vida. Nadie me había echo sentir algo tan intenso como esto, con solamente un beso. Algo tan simple como eso, había despertado en mi interior una inmensa oleada de sentimientos. Ni yo mismo era consciente de lo que me estaba pasando. Todo esto había pasado por error. Mi idea era quedarnos muy cerca, para de esa manera, poder tapar con mi brazo nuestras caras y así evitar que nos reconocieran. Pero algo se apoderó de mi. Aún no sé que fue, pero era como si no pudiera contenerme. Algo extraño me estaba impulsando a rozar sus labios. Jamás alguien había logrado moverme el piso de esta manera. Bueno, si, he podido llegar a sentir deseo, pero no algo como esto, que ni yo mismo sé de que se trata. Argh Gastón, ¿qué te está pasando campeón? Tú no eres así. Y para colmo, ella se había enojado conmigo. Incluso llegó a pedirme que lo olvidara. JA, olvidárlo...como si yo pudiera hacer eso. Imposible, no, me niego, yo quiero más. Tiene que hacerse cargo de lo que me ha hecho. Me ha embrujado..sí, seguro hizo eso. Por que esto ya hace rato que dejo de ser normal. Dí un pequeño pisotón al suelo, maldiciéndome en voz alta.

—No la utilicé, la besé por que quise...pero ¿cómo hago que entienda eso?.— Me crucé de brazos, caminando de un lado para otro a lo largo de aquel callejón oscuro.

—No me digas que ahora, también cogiste la manía de hablar solo...¿para que querés un mejor amigo tan bueno como yo entonces?.— La voz de Matteo resonó por todo el lugar, al igual que sus pasos acercándose hasta donde estaba.

—No estoy para bromas Balsano..— Respondí terriblemente molesto, dando una pequeña patada a una piedrecita que estaba en el suelo.

—Ufa...¿qué pasó campeón, te volvieron a dejar con las ganas?.— Bufó entre carcajadas, para luego rebujarme el cabello. Al ver como le asesinaba con la mirada, cesó sus risas.

—No es gracioso.— Me quejé chasqueando mi lengua. Era costumbre en él, hacer una de sus bromas en los peores momentos. Aunque sé, que a veces solo trata de cambiarme el humor.

—¿A que en serio te pasó eso?.— Preguntó sorprendido, tratando de ocultar una de sus risitas.

—No...osea, si y no.— Bajé la mirada al suelo, jugando aún con la piedrecita. Nina había dicho exactamente lo mismo, minutos antes de...lo que bueno, lo que pasó.

—¿Eh? Aclárate.— Se cruzó de brazos mirándome de forma confusa, esperando que le terminara de contar lo que había pasado.

—Prométeme que no vas a decir nada.— Le advertí colocándome a su lado.

—Vos y tus promesas...— Negó con la cabeza dándome un pequeño empujón. —Soy yo..jamás contaré nada que vos no quieras.— Confesó tratando de tranquilizarme. Siempre había podido confiar en mi mejor amigo. Y esta vez no iba a ser menos.

—Me besé con Nina.— Solté con rapidez intentando no sonar demasiado nervioso.

—¿Qué?...es una joda.— Abrió sus ojos asombrado, luego se movió ligeramente echándose a reír, deteniendo la mirada en mi, esperando a que hiciera algo para indicarle que era una broma. Pero no, esta vez no lo era. —No...¿es en serio?.— Se acercó nuevamente, con la boca abierta, dándome una palmada en la espalda. —¿Y te gustó?.— Preguntó realmente curioso.

—Peor que eso...— Inhalé aire, resoplando con pocas ganas. —Me encantó. Me tiró toda la estantería al piso.— Mordí mi labio inferior. Aún no podía creerme, que estuviera reconociendo a Matteo, que quizás tenía razón con mi atracción por Nina. Quizás no era solo eso, sino...eso que todo el mundo llama "amor".

Nuestro destino es chocar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora