-Jud, tengo que colgar. Necesito hablar con mi padre. Hablamos en otro momento. -Terminé la llamada con mi amiga, busqué en mi teléfono el contacto y esperé hasta oír su serena y raspada voz-. Hola, ¿tienes sitio en tu mesa para mí esta noche?
***
-¿Cómo llevas la semana en casa de tu madre? -me preguntó casualmente antes de llenarse la boca con el pollo frito al estilo chino que habíamos encargado. Aquellas comidas de reparto que costaban cuatro duros con mi padre me sabían mil veces mejor que los carísimos entrecots con carísimas salsas que cocinaba mi madre.
-No quiero hablar de eso ahora. -contesté sin levantar la vista de mi plato. Su pregunta me puso de un mal humor en el que no había estado desde que recibí el correo electrónico. Eso es lo que me provocaba el simple hecho de pensar en ella.
-¿Sabe que estás aquí? -volvió a preguntar preocupado.
Negué con la cabeza todavía sin levantar la vista de mi bol de cartón.
-Cree que estoy en casa de Jud.
Mi padre no dijo nada más al respecto. Estaba más que acostumbrado a esto. Sabía perfectamente que mi madre no quería que lo visitara a él durante las semanas que pasaba en su casa, pero también sabía que yo no quería estar allí. Quería vivir solamente con mi padre, aunque él no estuviera de acuerdo. Opinaba que ella también tenía derecho a verme y tenerme con ella, ya que también era su hija. Menuda chorrada. Aun así, él era consciente de que yo a veces necesitaba huir de aquella casa porque no podía más con todo lo que estaba cargando y él era la persona que mejor me entendía y más me apoyaba. Por eso no dijo nada.
Había estado atrasando hasta el último segundo el momento para contarle mis buenas noticias porque parte de mí no quería irse y dejarle allí solo a su amparo con todo esto, pero ya eran alrededor de la una de la noche y debía volver a casa de mi madre, probablemente para escuchar una bronca acerca de mi retrasada vuelta.
-Papá, tengo noticias. -Hice una pausa para coger aire y valor mientras sentía los ojos oscuros de mi padre clavarse en mi cara con atención-. Grandes noticias, de hecho.
Él me escuchó con detalle con la misma expresión en su cara que un niño pequeño cuando escucha su parte favorita de su cuento favorito y cuando por fin terminé de contarle toda la historia, estaba absolutamente fascinado. A veces se me olvidaba que tenía ya cuarenta años, su alma era tan pura e inocente que no aparentaba su edad. Estaba mucho más feliz y decidido que yo, lo que me alivió y motivó bastante. Sin embargo, no podía evitar sentirme todavía un poco culpable por alejarme de él.
-Estaré bien. -dijo después de que le contara cómo me sentía con respecto a su situación-. Valerie, soy un hombre adulto e independiente, y sabes que no estoy solo. Tengo a tu tío y a mis amigos. Si te preocupas tanto por mí no podrás vivir tu vida al cien por cien, y lo necesitas. Todos lo necesitamos.
-Ojalá no tuvieras un trabajo y pudieras venir conmigo. -Le iba a echar tanto de menos. Era muy duro saber que podías estar dejando atrás a la persona a la que más quieres.
***
Mi madre se había puesto como una energúmena cuando le dije lo que pensaba hacer. Intentó por todos los medios convertir mi vida en un jodido infierno durante los meses que me quedaban para irme a Corea. Yo tenía diecinueve años y ya era mayor de edad en mi país, legalmente ella no podía prohibirme firmar el contrato, así que le frustraba no poder hacer nada para impedírmelo.
Las semanas que tenía que vivir en su casa me las pasé todo el día en la academia o en casa de Jud, y también me escapaba de vez en cuando a ver a mi padre. Canalizaba todo lo que me era posible el estrés que me provocaba el maltrato psicológico de mi madre tanto bailando como estudiando coreano, ya que cabía la posibilidad de que me quedara allí. Y aunque terminaran por no aceptarme, me era imprescindible mantener la mente ocupada para sobrevivir aquellos horribles meses. En cuanto al idioma, me resultó laborioso conocer el alfabeto, pero no sé por qué lo poco que pude aprender no me pareció tan difícil. Es posible que estuviera tan ansiosa por largarme y no volver que mi subconsciente me lo estuviera poniendo fácil.
Hubo momentos en los que pensaba que no podía más e iba a colapsar y estallar en mil pedacitos, pero me daba fuerzas pensar en la posibilidad de no volver a verla nunca más. No podía soportar más estar en su casa. Los días que pasé con mi padre antes de mi vuelo supusieron una liberación para mí.
Mi padre me estaba llevando en su coche al aeropuerto en el momento en el que rompí a llorar. Tenía tantas emociones dentro que no había dejado salir todo este tiempo que exploté dejándolas salir todas de golpe en el momento en el que la realidad se iba haciendo más y más palpable.
-¿Estás bien, cariño? -mi padre preguntó en un tono de lo menos sorprendido, como si se lo hubiera estado esperando todo este tiempo y supiera perfectamente lo que cómo me estaba sintiendo.
-Estoy bien, es sólo que no puedo aguantar más las lágrimas. -dije mientras empezaba a llorar más intensamente-. ¡Odio a mi madre y no podía esperar más a largarme lejos de ella de una vez por todas! ¡¡SE HA PORTADO TAN MAL CONMIGO DESDE QUE LE CONTÉ QUE ME IBA QUE NO PODÍA SOPORTARLA NI UN MINUTO MÁS!! -En aquel punto yo ya era una gran masa de lágrimas, quejidos y mocos. Todos mis sentimientos habían salido a relucir de la forma más intensa y patética-. ¡Y TE VOY A ECHAR TANTO DE MENOS, PAPÁ!
-Yo también te voy a echar de menos, hija. -Lo miré y pude intuir sus lágrimas cayendo sobre sus mejillas a través del agua que inundaba mis ojos-. Pero sé que estarás bien. Lo sé. Eres la persona más fuerte que conozco, por eso te estoy dejando marchar, Valerie.
Ambos estuvimos llorando como dos niños pequeños lo que quedaba de camino hasta el aeropuerto, e incluso seguimos llorando abrazados en el coche después de aparcar. No se me ocurría otra persona que me hubiera enseñado, apoyado y querido tanto como mi padre a lo largo de mi corta vida, y dejarlo todo atrás, incluido a él, me estaba matando especialmente en ese instante en el que ya no había vuelta atrás. Pero sabía que era algo que tenía que hacer, así que no podía rajarme ahora.
Por fin recuperamos la compostura y salimos del coche dirigiéndonos al interior y a mi destino.
-Asegúrate de avisarme cuando aterrices. -me dijo al oído mientras me sostenía entre sus fuertes brazos.
-Lo haré. -le dije apretándome contra él mientras notaba cómo mis lágrimas llenaban mis ojos otra vez-. Adiós, papá.
KAMU SEDANG MEMBACA
The Red Elevator | kth [EDITANDO]
Fiksi Penggemar-EDITANDO HISTORIA: CAPÍTULOS EN BORRADORES- Lo único que tenía claro es que quería enterrar por completo mi vida pasada y dejar que se descompusiera. *** Red (colour): rojo Rojo: Dicho de un color: Semejante al de la sangre o al del tomate maduro...
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