Capítulo 2

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Ya ha pasado una jodida semana y odio madrugar. Eso que dicen de: al que madruga Dios le ayuda. Parece que aquí se lo toman muy enserio. ¿Por qué tengo que levantarme a las 6 de la mañana? Las clases no empiezan hasta las 8 aunque hoy es el primer día y tengo una mala sensación. Seguro que meto la pata y ya tengo todo el curso arreglado. Con suerte mi madre se desenamora y volvemos a España. Ese pensamiento es absurdo pero de ilusión también se vive. El simpático de mi hermanastro, nótese la ironía, ni siquiera me mira ni me habla. Es tal y como me dijo que haría. No me va a ser de mucha ayuda en el instituto. Empezar todo de cero es un completo asco.

—¡Alicia! Date prisa o llegarás tarde. —Mi madre siempre gritando, aunque eso aquí no se lleva mucho. Me ha hecho estudiar modales coreanos para que no me trate mal la gente. Creo que van a notar que se me dan fatal los modales y ser tan rígida como ellos.

Salgo a desayunar, si se le puede llamar así. A estas horas de la mañana a mi estómago no le cabe toda la comida que hay encima de la mesa.

—Jung, espera a Alicia. Vivís en la misma casa y podéis ir juntos al instituto. —El jovencito que se dedica a mirarme mal e ignorarme asiente a lo que le dice su padre. Parece que es cierto lo de que respetan mucho a los mayores, sonrío pensando que eso lo puedo tener a favor. Al menos en casa.

Cojo mi mochila y vuelvo a tirar de la falda del uniforme, esto es incómodo total. No puedo elegir ni la ropa que me quiero poner...

Salimos juntos de casa pero cuando salimos a la calle... su mirada vuelve a taladrarme.

—¡Ignórame! Coge aquel autobús y llegarás al instituto. Me largo. —Y así, como si nada, mi hermanastro desaparece. Vaya, hace caso omiso a lo que ha dicho su padre. Esta me la guardo ojos rasgados.

Hago lo que me ha dicho, por suerte soy bastante inteligente y recuerdo todo lo básico que he aprendido. Aunque sinceramente, no sé si voy a ser capaz de vivir aquí por mucho tiempo. Por fin llego a las puertas del instituto donde un hombre que parece ser profesor, está en la puerta revisando que todos lleven el uniforme, supongo.

Voy a las oficinas donde me reciben con una sonrisa aunque la mayoría me miran extraño. Una mujer mayor me da un horario y un mapa. Me indica mi clase y se ofrece amablemente a acompañarme ya que ella será la que dé la primera clase.

No puedo creer que haya alrededor de 30 alumnos en unas aulas tan pequeñas. Y allí está, en medio de la clase, mi fabuloso hermanastro. Me mira como si de verdad no supiera quién soy. La mayoría de los chicos me miran sorprendidos, siento que soy una especie extraña para ellos. Y las chicas me taladran con la mirada.

—Esta es vuestra nueva compañera. Viene de España y se llama Alice Park. Espero que la ayudéis a adaptarse. —¿Alice? ¿Park? ¿Qué mierda es esto? Soy Alicia.

—Creo que se ha equivocado con el nombre. —Todos me miran mal y la maestra vuelve a mirar mis papeles negando con la cabeza. Voy a matar a mi madre cuando llegue a casa. Si no has muerto antes por la mierda de horario continuado que tienen en este país de locos.

La puerta del final de la clase se abre y aparece un chico con el pelo ¡azul! y completamente despeinado. Su uniforme está arrugado y llega tarde. Me mira directamente a los ojos y me sorprendo al ver que son tan expresivos.

—Lee Jin Woo, llegas tarde otra vez. ¡Pasa por la sala de profesores al finalizar las clases! —Él asiente aunque parece que le da igual. Se sienta al final de la clase y veo que la mesa que tiene al lado, está vacía. Me gusta el lugar porque está en la ventana pero... este chico no me termina de dar buena espina. —Alice, siéntate en el pupitre vacío. —Genial, mis temores se hacen realidad.

Me siento donde me han indicado, al lado del chico del pelo azul. Éste me mira fijamente y me sonríe. Tiene unos dientes perfectos y blancos. Escucho como las chicas cuchichean y los chicos me siguen mirando.

—¿Alice? —pregunta divertido. Se le escapa una risita que no me hace ninguna gracia.

—Alicia —digo en voz baja pero firme.

Él me mira fijamente y siento que puede ver lo que hay en mi interior.

—Bienvenida al País de las Maravillas —vuelve a reírse y yo me cabreo. ¿Se está mofando de mí?

—Mi nombre es el más normal de todos. Y a esto no lo llamaría Maravillas, lo llamaría Infierno.

—Todavía no conoces el Infierno, aunque te aseguro que lo harás.

Mira hacia delante dejándome con la palabra en la boca. ¿Me acaba de amenazar? Se burla de mí, de mi nombre y ahora esta "advertencia". Tengo que mantenerme alejada de éste Lee como se llame.

Por fin suena el timbre, hora de comer. Pensaba que me moriría de hambre. No conozco a nadie así que decido quedarme en clase a comerme lo que mi madre me ha puesto. Extraño la tortilla de patatas... y los pinchos. Voy a terminar con los ojos rasgados de comer tanto arroz.

Cuando termino voy al baño, me quiero lavar las manos antes de que empiece la siguiente clase. Veo allí a algunas chicas de mi clase, aunque todas parecen iguales me he fijado en sus cortes de cabello. El flequillo les gusta a todas por lo visto.

Me están mirando y hablando, lo hacen muy rápido para que yo lo pueda entender. Así que imagino que estarán hablando de mí.

—Eres un bicho raro. —Eso lo he entendido a la perfección. Serán brujas. Decido no responderles lo que yo pienso de ellas y me dirijo hacia la puerta cuando siento que alguien tira de mí y me empuja.

Caigo al suelo y ellas empiezan a reír. No tiene ni puta gracia y si estuviera en mi territorio ya hubiesen probado el suelo del baño. De repente, siento como el agua cae sobre mí y las veo con un cubo en la mano. Estoy totalmente empapada y siento ganas de llorar de la rabia que tengo por dentro. Pero no lo voy a hacer.

Suena el timbre y ellas se van entre risas. Yo me levanto y salgo del baño. Una chaqueta cae sobre mi cabeza. La aparto de mi cara y veo como mi hermanastro de mira y se aleja. Una mano grande se posa sobre mis hombros.

—Te había dicho que no conocías el infierno Alice. —Es el chico del pelo azul. Intento contener las lágrimas pero éstas empiezan a desbordarse. Odio a estos jodidos cerrados de mente. ¿Por qué he tenido que venir aquí? Él toma mi mano y me arrastra por unas escaleras. Hasta que llegamos a la azotea. No dice nada, solo se sienta mirando el horizonte mientras yo lloro y me acurruco con su chaqueta.

Un poco más calmada ya soy capaz de articular palabras. —Gracias... —Quiero decir su nombre pero no lo recuerdo. Me mira y sonríe, no soy algo raro para él.

—Lee Jin Woo. Pero como eres Alice me puedes llamar Hatta. —Sonrío entendiendo el chiste.

—¿Eres el sombrerero loco?

—No sé hacer sombreros, pero sí que estoy loco. —Se levanta y me tiende la mano. Es la primera vez desde que he llegado que alguien lo hace. La tomo sin pensarlo y él tira de mí tan fuerte que termino casi pegada a su pecho. Nos miramos a los ojos y de nuevo esa sonrisa de lado que ya me había mostrado antes. —Tal vez pueda aprender a hacer sombreros. —No puedo evitar reír, creo que por fin, empiezo a relajarme.


(Fotografía de un posible Hatta, espero os guste)

Al otro lado del mundoWhere stories live. Discover now