-No empieces, que ya estoy aquí -Alexa sonrió y volvió a abrazarla con fuerza.

La gente siempre le preguntaba si no era extraño ver tu reflejo delante de ti cada vez que miraba a su hermana, pero la cosa era que, aunque pudieran parecerse físicamente: los mismos pómulos prominentes, los mismos ojos verdes, la misma nariz pequeña, los mismos labios gruesos; Alexa siempre había sentido que no eran tan iguales en ciertos gestos.

Eso sí, la gente siempre veía divertido que se riesen de forma idéntica y a la vez con las mismas bromas.

-Así que ahora llevas lentillas... -le preguntó cuando su hermana volvió a separarse de ella.

-Por supuesto, alguien tan guay como yo no podía seguir llevando gafas. Tengo una reputación que cuidar en el campus ¿sabes?

Alexandra puso los ojos en blanco y Alexa sonrió aún más. Había extrañado demasiado eso de su hermana. De hecho lo había extrañado todo.

La vio entrecerrando los ojos.

-Entonces, ¿en dónde estabas antes de venir a recibirme?

Alexa apretó los labios mientras sus ojos brillaban divertidos y se rascaba la parte de atrás de la cabeza. Su hermana sonrió a medias.

-¿En serio, Alex?

-Oye, que no lo tenía planeado, simplemente... pasó.

Alexandra meneó la cabeza mientras le daba una de las maletas a su hermana para que la ayudara.

-Nunca vas a cambiar –rio, y Alexa le dio con la cadera en un costado.

En realidad, siempre había admirado esa facilidad que tenía su hermana de ir con una y con otra, siempre le había idolatrado en ese sentido. No es que ella no pudiera hacerlo, era una amante del cuerpo femenino al igual que Alexa, y había tenido sus ligues, pero nada comparado con el historial de su gemela. Y ahora que estaba en modo de: "nada de relaciones serias"; pensaba aprender un poco de Alexa y simplemente disfrutar de la vida.

-¿Para qué cambiar si así se está tan bien? -dijo Alexa pasando su brazo por encima de los hombros de su gemela para acercarla a su cuerpo mientras la dos caminaban felices.

-Tienes razón -afirmó Alexandra, y su hermana la miró con extrañeza.

-¿Quién eres y qué has hecho con mi hermana la enamoradiza?

-Se ha quedado en Londres -respondió con un suspiro, y Alexa se detuvo mirándola. Conocía demasiado bien a su gemela.

-Eh, ¿estás bien?

Alexandra aún no se sentía con el valor para hablar del tema, así que solo asintió.

-Simplemente vengo con ganas de hacer de las mías con mi persona favorita en el mundo.

Alexa rió y volvió a pasar el brazo sobre sus hombros.

-¡Las hermanas Woods están de vuelta, bitches! -gritó Alexa con un aullido haciendo reír a la otra chica.

-¿Aún bebés esas infusiones horribles?

-Oye, no te metas con mis tés...

-Mira, creo que eso es lo único que te habría gustado de Inglaterra. Qué pesadilla para conseguir un puto café en condiciones -bufó.

-Venga, te invito a uno, que los de aquí recuerdo que sé que te gustaban.

-Ya me he tomado dos vasos.

-Puta viciosa –le desordenó el pelo mientras las dos reían-. Mejor no más café por hoy si quieres dormir.

-¿Como están mamá y papá?

Las dos caras del amorWhere stories live. Discover now