Capitulo 16.

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Una caricia, un beso. Unos dedos recorren el interior de mi muslo, y se detienen justo antes de llegar a la unión de estos. Otro beso en mi vientre y de nuevo las caricias en mis costados. Una suave y cálido respiración cae sobre mis pezones haciendo que se endurezcan antes de sentir la misma respiración sobre mis labios. Siento como su lengua se desliza por mi labio inferior y como una de sus manos baja por mi cuerpo, dirigiéndose hacia el sur. Suspiro cuando apenas me toca el clítoris y de inmediato dejo de sentir todo

—¿Estas despierta?

Su voz me hace sonreír, dándole a entender de inmediato que si estoy despierta.

—Que buena manera de despertar —suspiro—. ¿Qué hora? —pregunto abriendo los ojos.

Lo primero que observo es los magníficos ojos de Neal, azules como el cielo, mirándome fijamente.

—No lo sé. Casi las diez, creo

—¿Por qué no te volteas y ves la hora en el reloj despertador?

—Porque me perdería la magnífica vista de mi esposa, desnuda y un poco adormilada, y con el cabello hecho un desastre —Neal se inclina para besarme en los labios—. Cualquier cosa pasa a segundo plano en momentos como estos

Levanto mi mano derecha para acariciar su cabello, un poco más largo que de costumbre.

—Mañana debes ir a que te corten el cabello —susurro.

Neal hace una mueca.

—Que horrible cuando le haces al amor de tu vida un cumplido y ésta solo te dice que debes cortarte el cabello —resopla—. No recuerdo que eso te molestara anoche

Blanqueo los ojos.

—No te comportes como un adolescente, además... —tiro ligeramente de la raíz de su cabello— sigo sin necesitar que tu cabello esté largo para mantener tu cabeza entre mis piernas

Neal sonríe y tira de mi cabello hacia atrás, sus labios se deslizan por mi cuello y mi garganta hasta llegar a la base de mi oído.

—Me encanta cuando comienzas a hablar sucio —susurra antes de tirar del lóbulo de mi oreja.

Mi cuerpo tiembla ligeramente y tiro con un poco más de fuerza de su cabello para atraerlo a mis labios. Nos besamos lenta y pausadamente, exploramos la boca del otro con nuestra lengua como si no conociésemos de memoria, y poco a poco Neal termina sobre mí, entre mis piernas.

—No estoy segura de que debamos hacer esto ahora —replico entre jadeos.

Neal deshace su atención de mi pezón izquierdo para mirarme con cara de pocos amigos.

—No puedes decirme esto ahora, pequeña —replica a su vez mostrándome su gran erección.

Muerdo mi labio al verla, pero me obligo a apartar la mirada.

—Cariño, me muero por hacer el amor contigo. Pero es un poco tarde y estoy segurísima de que Sarah no debe tardar en venir a despertarnos

Neal sacude la cabeza y centra su atención en mi pecho de nuevo, esta vez en mi pezón derecho.

—Fui a su cuarto antes de despertarte, pequeña. Y estaba profundamente dormida

—Así que todo ese juego de caricias y besos se debe a eso ¿eh? ¿Lo tenias todo planeado?

—No puedo ser culpable por querer seducir a mi esposa —dice inocentemente.

—Por supuesto que no —susurro cerrando los ojos.

El mismo juego de la mañana se repite, caricias, besos, aliento cálido. Pero esta vez no debo fingir estar dormida. Cuando acaricia mis costados y besa mis pechos jadeo, y cuando acaricia mi clítoris gimo, contengo la respiración, y gruño en protesta cuando no me permite llegar al orgasmo.

Disfrutar de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora