Capitulo 13.

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Mis manos están un poco sudorosas, señal de que estoy nerviosa, pero no llego a entender por qué. Me he repetido unas diez veces que no es nada del otro mundo, solo una pequeña reunión con la abuela de la pequeña que pasó la noche en mi casa ayer, pero sigue pareciéndome tan fuera de lugar el reunirnos en una pequeña cafetería antes de que las niñas salgan del colegio que desde el momento en que Neal me lo planteó no me ha dejado de dar vueltas a la cabeza. ¿Qué podría querer hablar ella conmigo?

—¿Desea tomar algo mientras espera? —pregunta de nuevo la mesera.

Probablemente sea la cuarta vez que lo hace, y no la culpo, después de todo, la Sra. Eleonor Freud está retrasada en por lo menos veinte minutos.

—¿Podrías traerme un vaso con agua? —sugiero—. Parece que la persona que espero está retrasada

La chica asiente y me da una sonrisa de decepción antes de desaparecer.

Vuelvo a comprobar mi reloj y comienzo a cansarme. Sarah saldrá de la escuela en poco tiempo, y no me gusta que me espere cuando paso por ella.

—Siento llegar tarde, mi madre no me avisó de esto hasta muy tarde

Me sobresalto al escuchar una voz de hombre, y más aun al ver a Carlos Freud deslizándose en el asiento frente a mí.

—¿Ya pediste algo? —él mira a la mesera que justamente llega con mi agua y ordena algo para comer—. ¿Tú deseas algo más que el agua?

Observo mi vaso de agua y niego con la cabeza. Tomo un sorbo y espero hasta que la mesera se haya marchado para volver a hablar.

—Creí que tu madre vendría, eso fue lo que le dijo a mi esposo

Carlos rasca la parte trasera de su cabeza y mira por la ventana.

—Decidió que lo mejor era que yo viniese a disculparme por ambos. Creo que tiene que ver más con que a ella no le gusta disculparse que con el que yo sea el padre de Nicole

Enarco una ceja, sorprendida por esa declaración.

—Bueno, es tu madre de la que hablas

—Lo sé, y por eso sé lo que digo. También creo que quiere alejarme un poco de la casa

Me muevo un poco en el asiento.

—Carlos, no quiero ser grosera pero creo que debemos centrarnos en lo que nos tiene aquí principalmente: tú hija

Carlos asiente, volviendo su vista hacia mí.

—Lamento mucho lo que sucedió anoche. Había tomado y...

—Olvidaste por completo a tu hija, lo sé —lo interrumpo—. Pero ha pasado repetidas veces, y no es algo bueno para la niña, teniendo en cuenta su situación

El ceño de Carlos se frunce.

—¿De qué situación?

Aclaro mi garganta para lo que viene a continuación.

—Tu madre me contó que su madre los abandonó

Carlos maldice en un susurro casi inaudible en el momento en que la mesera llega con su orden de huevos fritos con pan tostado. Los deja en silencio sobre la mesa y vuelve a retirarse.

—Mi madre siempre ha tenido una lengua afilada

—Creo que lo hizo con la mejor intención. Sinceramente, creí que su madre estaba muerta

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