Capitulo 3.

45.6K 2K 104
                                    

Estoy despierta desde hace varios minutos, pero me niego a abrir los ojos. Las sabanas de seda se sienten demasiado bien contra mi piel desnuda y parecería como si la almohada hubiese sido hecha especialmente para mí. La inmensa cama se moldea a mi cuerpo a la perfección y puedo jurar que dormiría para siempre en ella, si no tuviese un montón de responsabilidades. Y todo sería realmente perfecto si la cama no estuviese tan sola.

Abro los ojos para buscar a Neal.

Después de dar a luz, en los primeros meses de vida de Sarah mi sentido del oído se agudizó en gran manera, ya que debía estar al tanto del menor llanto, de la menor queja. Y ahora estoy despierta desde hace varios minutos y no he escuchado a Neal, ni en la ducha.

Levanto un poco mi cuello y miro a mí alrededor para finalmente verlo, de espaldas en el balcón. Esta sosteniendo el teléfono en su oído con su mano derecha y está completamente desnudo, su perfecto y esculpido trasero es lo primero en captar mi atención, antes de su ancha espalda, sus torneadas piernas y sus fuertes brazos.

Agradezco que mi hombre se ejercite de tal manera, muy pocas mujeres podrían alardear de tener un esposo en buena forma, pero yo pertenezco al pequeño grupo de mujeres que si lo hacemos, aunque en el intento más de una quiera arrebatárnoslos y en este momento no estoy segura si el que esté Neal en el balcón desnudo sea bueno. Cualquiera podría verlo.

Continuo observándolo hasta que éste deja de hablar por teléfono y regresa a la habitación, me sonríe al ver que estoy despierta y deja el teléfono sobre la primera mesa que consigue.

—Creí que seguías dormida —murmura metiéndose en la cama.

—Desperté hace poco —explico sonriéndole de vuelta—. ¿Con quién hablabas?

—Tu padre y Sarah

Me siento de inmediato.

—¿Por qué no me la pasaste?

—Relájate pequeña —pide Neal acariciando mi pierna izquierda—. Creí que estabas dormida —repite.

Suspiro con pesadez.

Extraño que mi niña me de los buenos días.

—¿Cómo está ella? ¿Pasó la noche bien?

Neal se ríe.

—Está perfectamente bien pequeña, como cada noche que pasa con tu padre. Se quedó despierta hasta las diez, un nuevo record para ella y solo por estar con su amiguita

—Irina —musito.

—Pero despertó preguntando por su mami —explica Neal antes de inclinarse y besar mi rodilla—. Es por eso que tu padre llamó

Sonrío extendiendo mi mano y acariciando su cabello.

—¿Qué te dijo ella? —pregunto con entusiasmo.

Neal comienza a gatear sobre la cama, buscando un solo objetivo: estar sobre mí.

—Cenó con pizza, vio una película de princesas, Irina no tiró más de su cabello y tu padre le regaló un peluche con forma de caballo —explica Neal intercalando un beso por distintas partes de mi cuerpo mientras habla.

—Papá tiene algo con los animales —digo cerrando los ojos.

Sus labios besan el hueco entre mis pechos.

—A Sarah le encantan —dice Neal antes de besar mi pecho izquierdo.

Su lengua hace magia con mi pezón hasta que lo tiene erizado y rojo, como a él le gusta y como a mí me gusta. Ya mi mano izquierda está enredada en su cabello, sosteniéndolo contra mi pezón para que no se detenga.

Disfrutar de lo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora