Capítulo 14

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Los cinco chicos se sentían más seguros pero seguían sin saber como llegar a la guarida de Pitón.

Alec y Magnus terminaron de leer las inscripciones del altar. Sugerían que la entrada a la guarida de Pitón estaba justo debajo del oráculo pero no sabían como llegar allí. 

Bajaron del altar y dieron vueltas entre los restos y esquivando a los turistas con palos selfie.

En un lado del templo encontraron un puerta fuertemente cerrada. Tenía más letras.

- A estos griegos les gustaba mucho dejar pistas -dijo Ryan.

- Tampoco nos vamos a quejar -contestó Will-. ¿Qué dice?

- Dice que solo se abrirá con el toque del cielo -dijo Alec extrañado.

- El toque del cielo... -repitió Will pensativo. De repente abrió mucho los ojos y sacó una flecha de su carcaj. Acercó la punta hasta tocar la puerta y esta se abrió. El rubio sonrió muy satisfecho consigo mismo- Bronce celestial.

Nico fue el primero en entrar seguido de su novio. Detrás de ellos Ryan y Magnus y por último Alec.

El brujo dejó que unas bolas de fuego azul iluminaran el lugar en el que se encontraban. Estaban en un angosto corredor que bajaba hasta que se perdía de vista. Empezaron a bajar empuñando sus armas. 

No sabían cuanto tiempo llevaban descendiendo. Les parecía que habían pasado horas desde que entraron por esa puerta cuando en verdad habían pasado unos minutos.

Se encontraron en una sala circular que tenía muchas salidas. 

- Ya estamos en el laberinto -anunció Nico.

- ¿Ahora por donde? -preguntó Magnus.

- Por la tercera puerta -dijo Alec.

- ¿Por qué por ahí? -cuestionó Nico.

- ¿No lo veis? -preguntó Alec extrañado- Hay un rastro dorado que va hacia ese pasillo.

Nico lo miró extrañado.

- ¿Puedes ver un resplandor dorado?

- Sí, pensé que todos lo veíais. ¿Qué significa que pueda verlo?

- Quiere decir que puedes ver a través de la niebla mejor que nosotros.

- Seguramente sea a causa de la runa de visión.

Decidieron dejar el tema y seguir andando, ahora con Alec guiándoles. Pasaron salas y encrucijadas con el cazador siempre a la cabeza y sin dudar. 

Estaban en medio de un pasillo cuando se pararon de golpe. Oían unas voces hablando al final del corredor. Se acercaron con cuidado de no hacer ningún ruido.

- Alguien vendrá a por mi.

- No estés tan seguro ex-dios. Nadie sabe que te tengo y aunque lo supieran no podrían contra mí. Nadie puede.

Esas palabras preocuparon a Ryan. Sus esperanzas de completar la misión estaban puestas en él y él no sabía que hacer.

- Yo te maté una vez y volveré a hacerlo si es necesario.

- A ver cuando abres los ojos. No eres más que un simple mortal. No tienes ningún tipo de poder. ¿Qué te hace pensar que vas a poder matarme?

Los chicos empezaron a avanzar por la cueva. Se escondieron en un lugar que les permitía ver al gran monstruo.

Era una serpiente gigantesca que ocupaba casi toda la estancia. Ryan se preocupó aún más cuando vio al monstruo.  Quería decirles que no podría hacerlo, que era mejor que dieran la vuelta antes de que el monstruo se diera cuenta de que están allí y los mate. 

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