Incómoda ...

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Desperté entre los brazos de Henry. Lo miré y lo besé. Él abrió los ojos y me miró. Nos quedamos en cama un rato mas hasta que Henry tuvo que levantarse porque tenía que ir a resolver unas cosas al trabajo. 

- Necesito una camisa limpia - dijo cuando entró al cuarto después de ducharse

- Espera - salí de mi habitación y fui al cuarto de Anna

- Ten - dije cuando volví - es de Ernesto, creo que te queda - 

- Gracias - dijo terminando de vestirse - saliendo del trabajo iré a casa, ¿quieres que venga? - 

- Yo te llamo, tengo algo que resolver - 

- ¿David? - 

- ¿Celoso? - 

- Un poco, no te pienso compartir, yo no - dijo sonriendo

- Que gracioso - me tumbé en la cama - ¿desayunarás algo? - 

- Si nena, no te preocupes - me dio un beso - te veo mas tarde ¿cierto? ¿o solo me usaste? - 

- Si, solo te usé - dije y reí - te veo mas tarde - 

Cuando Henry se fue sentí como que algo golpeó mi cabeza. ¿Qué acababa de pasar? demonios, acaba de pasar la noche con Henry, y no solo para dormir ... puse la cabeza entre mis manos y cerré los ojos. Estuve así un rato hasta que decidí tomar un baño. Me puse algo cómodo y alguien toco a la puerta,  esa escena me resultó demasiado familiar. Fui a abrir y era David, había tentado demasiado mi suerte y salí limpia de que David no se hubiera topado con Henry cuando salía del departamento. 

- Hola amor - dijo David dándome un abrazo - te extrañe

- Hola - 

- Te voy a hacer de desayunar - 

- No es necesario, no tengo hambre - 

- Claro que si, y se que te gustará, haré waffles - dijo sonriendo

- Ya regreso - 

Entré en mi habitación y me puse unos zapatos bajos. Tomé la camisa de Henry y la guardé en uno de los cajones de mi cómoda. Peiné mi cabello en una coleta alta, guardé el reloj de bolsillo de Henry, y saqué el anillo de compromiso de David. Me miré en el espejo y suspiré. Tomé mi cartera y salí de la habitación. Olía delicioso el desayuno y me di cuenta de que si tenía hambre. 

- Ya regreso, no tardo - 

- Está bien - dijo David y me lanzó un beso, yo solo sonreí. 

Caminé cuatro cuadras con un poco de prisa. El sol molestaba mis ojos y odié no haber tomado unas gafas. Entré a la farmacia sintiéndome ciega. Me acerqué despacio al mostrador, y esperé hasta que una chica de actitud amable se acercó a mi. 

- Buenos días ¿en qué te puedo ayudar? - 

- Buenos días, ¿tienes píldoras de emergencia? - dije apenada

- Si, claro - la chica me sonrió y desapareció. 

Regresó con una pequeña caja color rosa, la marcó, me cobró y me la entregó en una bolsa. Compré dos jugos de manzana como pretexto por la salida y regresé al departamento. En el camino saqué la cartera de las pastillas y las tomé con un poco de jugo. Entré al departamento y el desayuno estaba servido. 

- Gracias - dijo David tomando su jugo

- Gracias a ti por el desayuno - sonreí y me senté a desayunar. 

- ¿Cómo dormiste? - 

- Bien, gracias, ¿y tu? - casi me atraganto con la comida cuando escuché la pregunta

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