Epílogo

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"...Seguimos en vivo desde el Hospital Santa Isabel, informándoles tristemente que hoy a las siete y media de la tarde falleció Bruno Lombardi de un paro cardíaco. Quiero recordarle a toda la gente que nos está viendo, que el joven desde que ingreso dio indicio de mejoramiento, así lo demostró el último parte médico... En instantes, seguiremos abordando sobre esta triste noticia que conmocionó al país entero..."

Luego de escuchar el noticiero, el hombre de unos cincuenta años, apaga la televisión.

     —Señor, la cena está lista, ¿quiere que se la sirvamos ahora o espera a su mujer?

Con una sonrisa de oreja a oreja, responde:

     —Luisana cenará con sus amigas, así que servirme el pavo porque estoy muerto de hambre.

La sirvienta se dispuso a salir hacia el comedor pero se detuvo en seco cuando oyó el pedido del señor Presidente.

     —Ah me olvidaba, manda a llamar a Rubén de inmediato, quiero que cene conmigo.

     —¡Enseguida señor!

                                                                                 ***

     —Señor Presidente, ya cumplimos nuestra parte, ahora le toca cumplir a usted —dice la voz ronca de Domínguez.

     —Tranquilo doctor, esta misma noche le enviaré a su casa la mitad en efectivo y la otra mitad la depositaré en su cuenta corriente, ¿le parece bien?

     —¡Perfecto! —la felicidad de los tortolitos traspasa el celular—. Vivimos en un departamento, le paso la dirección por mensaje, lo esperamos.

     —Buenísimo doctor, allí estaré.

Finaliza la llamada telefónica.

     —Discúlpame Rubén que interrumpa nuestra entretenida charla pero sabes que los negocios son muy importantes para mí.

     —Lo sé muy bien, viejo amigo —responde en tono burlón, dando un sorbo al sabroso vino francés.

     —Cómo te estarás imaginando, sabrás que tengo un nuevo trabajo para vos.

     —Por supuesto, sino no estaría acá.

     —Como lo hacías en los viejos tiempos, solo que ahora tenés que borrar del mapa a dos personas que quieren ensuciar mi imagen.

El hombre corpulento y de tez morena, deja la copa de vidrio sobre la mesa y pregunta:

     —¿De cuánto dinero estamos hablando?

     —A vos no te puedo mentir —hace una pausa—. Medio millón de pesos.

     —¡Acepto!

                                                                       ***

La puerta de madera numero veinticinco, recibe el golpe desesperado de una persona.

     —Amor, llego nuestro dinero, somos millonarios...

     —Tengo un mal presentimiento, no abras la puerta.

Los golpes son cada vez más fuertes.

Domínguez muy temeroso acerca su vista por la cerradura de la puerta. No ve absolutamente nada, solo la luz tenue del pasillo, el ruido desapareció.

      —Viste amor que no había nadie —dice el futuro esposo, abriendo la puerta. Se pone de frente ante su mujer, extiende los brazos y exclama:—. ¡Vamos a recorrer el mundo entero!

Un cuchillo aterriza en la espalda de Domínguez, atravesando su pecho y pintando las paredes blancas con sangre.

Irene asustada, pega el grito más fuerte de su vida.

Escapa hacia el dormitorio pero el robusto hombre la agarra del brazo y la empuja contra la pared.

     —¡Por favor no me mates! —ruega desesperadamente, se tapa la herida de la cabeza con las manos—. Tengo mucho dinero para ofrecerte...

     —No me interesa tu maldito dinero.

Rubén saca el revolver de su bolsillo y sin temblarle la mano, dispara tres veces sobre el abdomen de Irene, matándola en cuestión de segundos.

     —Amigo, el trabajo está terminado...

     —Siempre es un honor hacer negocios contigo, dejé el dinero en el baúl de tu auto.

     —Gracias por seguir confiando en mí —la curiosidad lo desbordaba desde que ingresó en aquel departamento—. Perdona mi atrevimiento, ¿pero por qué quisiste que mueran estos dos infelices?

     —Por HOMICIDIO CULPOSO.





¿Y para vos? ¿Quién es el verdadero asesino? 

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¿Y para vos? ¿Quién es el verdadero asesino? 

Homicidio CulposoWhere stories live. Discover now