Capítulo 5: Amar y ser amado

11 2 0
                                    

Agarré al chico y lo coloqué sobre mi hombro, consciente de su incapacidad a la hora de caminar. Era imposible que se hubiese curado del todo. Salí del local cargando con él y escuchando sus constantes quejas. Decía que necesitaban su ayuda, que no podía ignorarles. Me arriesgaría a decir que él no era demasiado consciente de lo que esos seres provocaban en las mentes débiles mortales, el horror y sufrimiento que los muertos cargan. Si quería salvarlo, debía hacerlo también de sus propias ideas. Es inevitable que algunos nos movamos por lo que creemos correcto, por nuestra idea del bien, y eso muchas veces nos hace cometer enormes errores. Algunos, incluso, sin retorno alguno. Eso es precisamente algo que no debía permitir que ocurriese.

- Deja de hablar, hago mi trabajo.

Eso fue lo único que dije y, como si su padre le hubiese regañado, mantuvo silencio. No me costaba lo más mínimo llevarlo sobre mi espalda. Mi fuerza estaba muy por encima a la de cualquier humano y podía hacer cosas que a ellos les costaría. Me detuve en mitad de la calle al observar cómo una figura se acercaba a nosotros. Una vez acortó distancias, pude ver de quién se trataba. Esos ojos azules, ese cabello corto y rubio... No cabía duda alguna. Era mi hijo. Deseaba con toda mi alma creer que no era él el culpable de lo sucedido más las pruebas que hasta ahora se iban presentando lo indicaban. Me dolía en lo más profundo de mi interior. Dejé con lentitud a Jane apoyado contra uno de los escombros cercanos.

- Padre, qué grata sorpresa, ¿salvando humanos de nuevo?

- Sí, pero eso no debería preocuparte, ¿qué estás haciendo? 

Una suave carcajada se deslizó por la garganta del muchacho en lo que me miraba a mí, como si la pregunta hubiese sido algo sumamente obvio y, en efecto, lo era. Sospechaba de él desde hacía rato pero tampoco lo había podido confirmar. De todas formas, me incomodaba la forma en la que me observaba. Mi propio hijo, consumido por el odio del mundo en el que vivimos, por una guerra que no debería ni siquiera ser suya. Siempre he dicho que la locura es algo que existe en nuestras mentes de forma inactiva hasta que algo hace que se haga presente. No creo que la cordura sea un estado de nacimiento y que pueda llegar a romperse. Ni siquiera creo que exista algo así como la cordura, ¿quiénes somos para definir quién tiene una mente sana? ¿Una que no piensa, ingenua y feliz o una culta, pensante y llena de problemas?

- Ya lo sabes. - Finalmente habló, con aquel tono agudo que le caracterizaba. - Estoy aliado con Krizia y Jon desde hace años, llevamos planificando este ataque y este evento tanto tiempo... Y tu sin darte cuenta. Sin ser consciente de que tu sangre te llevaba la contraria y ansiaba la muerte de los que tu, ciegamente, defiendes. 

Apreté los dientes y desenfundé mi pistola dispuesto a disparar hacia él pero una vez le apunté, no pude mover mi dedo. No porque no fuese capaz, ya maté a una persona que amaba ese mismo día, ¿por qué no sería capaz de matar otra? Lo que me detuvo fue otra cosa, era mi hijo, Gabriel. Poseía varias habilidades, entre ellas el control mental. Ni siquiera yo era capaz de enfrentarme a eso.

- No quiero matarte. Quiero que abras tus ojos... Pero me temo que ninguna de mis palabras, por bien que las elija, podrá hacerlo. Con el tiempo sé que te darás cuenta, de que volverás a mi, y te enfrentarás al verdadero enemigo. Como muestra de bondad... Permitiré que el humano sobreviva. 

Comenzó a caminar con lentitud y una enorme e infantil sonrisa plasmada en su rostro. Siempre vi a mi hijo como una amenaza. El odio que poseía hacia los seres humanos por la caza de brujas era enorme. Ni su madre ni yo sabemos de dónde nació, quizá se sentía más brujo. Era incomprensible para mi aquello, menos aún que haya masacrado todo Centro, dejando apenas a algunas pocas personas con vida. A este ritmo la humanidad quedaría extinta. Pocas colonias y pocos lugares quedan seguros para ellos...

Mi hijo pasó a mi lado y me miró de reojo. Una vez se hubo alejado de nosotros pude volver a moverme. Caí de rodillas, jadeante. Su control mental provocaba fatiga en las víctimas, haciendo que necesiten unos minutos para recuperar el aliento. Miré hacia Jane y guardé mi arma poco a poco. Parecía aliviado ya que se mantenía con vida.

- Seguimos con vida...

Era la primera cosa mínimamente optimista que salía de entre sus labios. Eso era bueno, o eso creo. Por fin conseguí ponerme en pie, aún con la respiración algo agitada. Debía comenzar a pensar en qué dirección ir. Seguiría con el plan inicial y buscaría a Maikah para poder hablar con ella y esclarecer las dudas que asomaban por mis pensamientos. Me acerqué hasta Jane y lo volví a coger para llevarlo conmigo. Por ahora no disponía de otro método para no dejarlo solo, al menos no seguro. No me arriesgaría a que muriese, siendo potencialmente el último superviviente del ataque y con la posibilidad de adquirir más información de él. 

Tras unos pocos minutos caminando llegamos hasta el edificio de la organización de Maikah. Estaba en un estado pésimo, sin duda alguna, y había partes que se habían caído. Algunos pisos se habían caído por completo, reduciendo la altitud del lugar. Ya no era tan imponente, tan limpio, tan grandioso como lo era hacía unas cuantas horas. Era increíble lo rápido que se podía terminar con algo así, sin duda alguna. Solo deseaba que ella se hubiese podido salvar y seguir con vida, aunque fuese herida. Yo podía atenderla y curarla. Aún desconocía la condición en la que se hallaba, pero sea cual fuese, estaba allí para descubrirlo. Necesitaba hablar con ella, estaba seguro de que tenía algo que decirme y de que sería importante.

Ysatr: Witches Must DieWhere stories live. Discover now