Capítulo 3: Oscuridad y tristeza

15 2 0
                                    

Y, de pronto, el Recuerdo se detuvo en mitad de la carretera.  Aquello no podía significar nada bueno, mucho menos que la ciudad hubiese caído de aquella forma tan extraña. Detuve mis ataques pues ya no eran necesarios. No había peligro... Por ahora. Nos alejábamos más y más del Centro, pudiendo escuchar aún cómo caían los edificios que se mantuvieron en pie. No veía posible que fuese una coincidencia, un simple ataque que salió bien. Estaba seguro de que era una conspiración. El día, que ya empezó siendo gris y triste, no hacía más que empeorar en un descenso directo hacia lo peor. 

- Me alegro de que no nos haya seguido... - Comentó Krizia, se había puesto en pie hacía rato. - No habríamos aguantado un combate con esa... Cosa.

- Sí, pero, ¿por qué lo dices exactamente? 

- ¿No me escuchaste antes? No están bien preparados, ni los vehículos, ni los soldados. Si nos hubiese alcanzado habríamos terminado tan destrozados cómo los edificios.

Lo que dijo tenía sentido, presuponiendo que no se equivocase. Los únicos que resistiríamos en esta furgoneta éramos ella y yo, los únicos no-humanos. En un principio. No conocíamos a las otras personas que nos acompañaban en lo más mínimo. Tal vez ocultaban algo, quizá no requerían de una protección mayor. Todo eran dudas que se esclarecerían, como la niebla, con el tiempo. No debía darle mucha más importancia por ahora.

- Eh, muchacho. - Dijo el mismo hombre que nos había "informado" anteriormente sobre la misión. - Esto te interesa... - Tras decir eso me lanzó un teléfono. Me lo puse en la oreja al cogerlo entre mis manos, esperando a que alguien hablase.

- Isaac, aquí está Maikah. No tengo mucho tiempo pero debo comunicarte lo que ocurre. La ciudad ha sido atacada desde el interior, pude ver cómo la barrera cayó. Fue un grupo terrorista de híbridos entre monstruos y humanos. Te preguntarás por qué lo sé, pero no puedo darte la respuesta. Por último, el causante de todo...

- ... La llamada se ha cortado.

Se lo devolví a su propietario, dejando caer una última mirada hacia el exterior antes de cerrar las puertas. Todo se estaba volviendo muy complicado y delicado, más aún sin un lugar en el que refugiarnos de aquellos seres que ansían nuestra muerte. 

- Buen trabajo, Jon.

- Diría lo mismo, pero el trabajo complicado lo tuve yo, chica.

Aquella conversación, ¿de qué hablaban? Alcé una ceja mirando hacia mi aprendiza sin comprender demasiado qué estaba pasando. ¿Se conocían de antes? Cuando entramos por primera vez en el vehículo no lo parecía, era como si fuesen completos extraños. 

- ¿Qué está pasando? - Pregunté en un tono algo agresivo.

- Lamento haberte metido en todo esto, no tuve opción. - La muchacha apartó con calma los cabellos de su rostro y los colocó tras sus hombros. - Él y yo formamos parte de un movimiento de alianza entre brujas y humanos. Ella, Maikah, no era más que una molestia que debimos eliminar.

Su tranquilidad, la forma en la que hablaba... Me recordaba a mi. No sentía remordimientos por haber matado a nadie, ni siquiera por sus decisiones. Era una chica, no, una mujer dura y fría. Cuando la vi en aquella habitación, desarreglada, nunca llegué a imagina que podría hacer algo así. La primera impresión que me dio fue la de una víctima del mundo, dañada hasta el punto de dejar de importarle la vida... Pero me equivoqué en todo. Ni una sola de mis deducciones fue acertada y su forma de actuar ahora me lo estaba demostrando. No estaba seguro de si me gustaba o me hacía sentir ganas de acabar con ella en ese preciso instante. Tal vez una extraña mezcla que envenenaba mis pensamientos e ideas. 

- Lamento mucho tener que decir esto pero esa colonia de humanos no era mucho más que un tumor. Sus ideologías, tan radicales, no les dejaba ver más allá de sus narices. 

- Imbécil. - Pronuncié. - ¿Acaso tratas de apagar el fuego con fuego? ¿Darles más para odiar a las brujas? ¿Para que su miedo, sus motivos para temer, aumente? No tiene sentido lo que has hecho.

- Eso es irrelevante. Por ahora, dejaré de jugar a ser tu aprendiz y a ser una niñata. - Tras decir eso, desabrochó su chaqueta y la tiró al suelo. Debajo llevaba un corset de color rojo y negro. Rompió sus pantalones, demostrando una fuerza bastante grande, para simplemente mostrar unos más cortos, que llegaban por encima de las rodillas, y unas ligaduras con fundas llenas de cuchillos. - No soy una niña. No sé cómo no te diste cuenta. - Agarró su larga cabellera y con la otra mano cogió una de las armas que portaba para, acto seguido, cortarlo, quedando por encima de los hombros.

- Pero qué... Quién eres. - Murmuré, haciéndome a un lado. Mi situación no era precisamente la mejor para mostrarme como el tipo duro que solía ser, ni mucho menos ser agresivo. Eran más y no era consciente de sus habilidades.

- Las brujas llevan años buscando tratar la paz con los humanos que residen en distintos refugios. - Ahora habló él. - Nunca quisieron una guerra. Cuando hicieron su primer aparición hace ya tanto tiempo, los humanos corrientes fueron los primeros en discriminarlas y buscar su muerte, tachándolas rápidamente de criaturas malvadas.

- Jon dice lo cierto, Isaac. Además, no sólo hay mujeres, me parece horrible que sean "brujas" y que se crean que no hay hombres. Los humanos... Me producen náuseas. 

- Sí... - Musité. - Yo... - No sabía qué decir, me encontraba en un estado de shock, las palabras no salían de mi boca. - Sabía que los humanos eran crueles, que su punto de vista era fanatismo puro e ilógico pero nunca creí que... Ugh... 

- Oh, vamos, ¿te duele la cabeza? Oh, ya sé, ¿son los remordimientos? Nunca pensé que un asesino como tu tendría algo así. 

La felina sonrisa que se dibujó en el delicado rostro de Krizia me enervó, sintiendo la sangre arder por todo mi cuerpo, fruncí el ceño. Había conseguido molestarme, cosa complicada. No me consideraba un asesino pues, hasta ese momento, creía que las brujas nos querían muertos. Que eran, sí, las malas de la historia. 

- ¡Cállate, maldita zorra! 

No pude evitar insultarla ante la ira que invadía mi cuerpo. Estaba fuera de mi. Apreté los dientes y, en un intento de relajarme, le di un puñetazo a la puerta del vehículo. Dejé una abolladura bastante notable y deberían agradecer que no rompí nada. El mundo estaba girando. No era ni volvería a ser el que una vez creí que era. ¿Qué debía hacer? ¿Qué camino tomar? ¿Seguir como hasta ahora...? ¿Unirme a ellos? ¿Desentenderme? Tantas posibilidades...

- Entonces... Todo esto ha sido por vuestra culpa, ¿verdad? 

- Oh, sí. Me infiltré como una híbrida que había sido atacada por las brujas. Maikah se lo creyó, así que me introdujo en su agencia y buscó un maestro. Jon fue como un militar extranjero que trataba de ayudarles. Gracias a nuestras posiciones, robamos información de la ciudad, cómo funcionaba el campo de fuerza, y colamos a nuestros aliados para que pudiesen bajar las defensas y acabar con todo. Aún así, no esperamos que un Recuerdo Olvidado se formase de todo eso... 

- ¿Tanto odio sentís hacia ellos?

- Era necesario, Isaac, entiéndelo.

- ¡No, no puedo, joder! Me he pasado mi vida matando por dinero, pero jamás comprenderé cómo alguien es capaz de matar a toda una ciudad de esa forma y seguir con esa calma, esa inexpresividad.... Simplemente no lo entiendo.

- Eso es porque la vida, porque el mundo, me ha endurecido. Me han golpeado tantas veces que resisto mucho. Eso es lo que se han buscado por tratarme de esa forma. El Karma, lo llaman.

Ysatr: Witches Must DieWhere stories live. Discover now