Capítulo 38

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Narra Jacob
Estoy en mi oficina, resolviendo asuntos. Extraño a mi querida Emily, extraño su compañía.
Últimamente la he visto con Elliot, y se mira feliz y no quiero arruinar nada en la vida de ella.

Dije que iba a luchar de nuevo por ella, pero Siento que ahora es una Emily que no conozco, ha cambiado, está más decidida que nunca y una de esas decisiones es empezar de nuevo.

Me levanto de mi silla, y me dirijo a una cafetería, necesito un café, anoche no dormí ni un segundo.
Muero por acercarme a ella, por volverla a enamorar, por ser el motivo de sus días felices, sin embargo el destino me lo impide.

Ella solo me mira como un socio de su abuelo y se siente inferior ante mi, algo que a ella jamás le ha gustado, pero no le he dado motivos, ella trata de alejarse de mi por razones que no le dado, simplemente por miedo a que la lastime, no quiero presionarla, poco a poco ganare su confianza.

Llego a la cafetería, y ordenó un capuchino, la cajera me sonríe, talvez mira la magnitud de mis ojeras y mi rostro descuidado el dia de hoy.
Me hago a un lado mientras meto el cambio en mi billetera, miro mi reloj, 8:00 a esta hora estuviera en la iglesia, viendo a Emily entrar de blanco, a punto de unir nuestras vidas para siempre, un nuevo inicio para nuestras vidas, la oportunidad de formar una familia. Salgo de la cafetería, me subo al coche, suspiro mientras una lágrima cae por mi mejilla. Limpio mi lágrima, intento salir pero antes de arrancar escucho un fuerte golpe, levanto mi vista, estaba perdido, asustado.

¿atropelle a alguien?
Salgo rápidamente del coche y veo a una mujer muy hermosa alta, pelo castaño, se mira su fino traje asegurándose que no haya derramado su café,

- esta bien? - pregunto preocupado.  Ella levanta la vista y con furia me avienta su café hirviendo, gritando si estaba loco y la verdad, si respondiera a su pregunta, quien no quedaría loco al ver un ser tan bello como ella.

No sabía que tenía buena puntería la mujer con la que hoy me casaría. Aprieto mis labios al sentir el ardor en mi pecho.

Se sonroja al juntar nuestras miradas y yo sonrió al ver como ella se avergüenza poniendo sus manos en su boca.

Los papeles se invirtieron ahora.
- que pena - dice colocándose un mechón de cabello detrás de su oreja, acercándose.

- no te preocupes... - le digo limpiandome.

- déjame pagarte la camisa - toma su chequera.

- déjalo así...- le sonrió - aunque, si me gustaría que salieramos... No sé a comer, por mas cafe para aventarnos - le coqueteo.

Ella se sonroja y se ríe.
- digo, para compensar que casi te atropelló - le sonrió

Ella me mira de una forma coqueta, mordiendo su labio, saca una tarjeta de su bolso y me la entrega con una sonrisa que no había visto en ella, aún estamos conectados, dice una vocecita en mi mente. Ella se marcha, no si antes voltearme a ver por última vez, talvez asegurándose que también tenga una sonrisa boba en mi rostro.

Entro a mi coche me quedo un rato adentro, todavía no puedo asumir la simple idea que hoy era mi boda con la mujer de mi vida, me arrebataron mi felicidad de una manera tan injusta.

Apesar de todo, me voy con una sonrisa, ya que me convencí que aún sentimos atracción, como todo comenzó.
La extraño con todas mis fuerzas y más en estos momentos, donde mas la necesito.

Me dirijo a mi apartamento, el único lugar donde puedo encontrar un poco de paz en esta vida tan trágica.

Llamó al elevador, y espero un rato.
Cuando las puertas del elevador se abren miró a Emily y a Valentina, mi vecina juntas.

Siempre Tuya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora