56. El plan perfecto.

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—Lo sé, es sólo que creo que me queda. Anda, busca de tu talla y que sea del color que ha dicho él.

La miro por un instante, solo para que sepa que no estoy a gusto por estar aquí. Suspiro. Tengo que hacerlo, estoy dentro ahora.

Rendida, camino por todas las secciones que hay en la tienda. Me acerco al que parece ser del color que busco, y empiezo a buscar de mi talla. Hay demasiados diseños de éstos que casi todos son preciosos a mis ojos. Sin embargo, trato de pensar en qué le gustaría ver a Louis. Trato, también, que sea un diseño no muy peculiar, porque me tiene que gustar a mí.

Encuentro uno de mi talla y en realidad me gusta el diseño así que me acerco a Isabelle con la prenda en manos para mostrarle a ella.

— ¿Qué piensas sobre este? —Digo, con la esperanza de que le guste a ella también. Ya no quería pasar más tiempo aquí.

—Está bien —dice—, ¿te queda?

—Sí —asiento, poniéndome por encima de la ropa que llevo puesta simulando que me haría.

—De acuerdo. Ahora búscate de otro color. Mejor si es algo así como su color favorito, ¿no crees? —cuestiona.

Asiento y voy en busca, otra vez, por otro conjunto. Esta vez, me dirijo a la sección del color rojo, recordando que él había dicho que era su color preferido. Busco la prenda más llamativa de éste color y me pongo a buscar de mi talla. Por un momento, llevo la mirada en dirección a ella y se encuentra con el teléfono en mano, teniendo una llamada, por lo que no me acerco a preguntar quién es, pensando en que después puedo hacerlo.

Estando en el auto de Isabelle, con las bolsas de la lencería que acabamos de comprar, todo el nerviosismo que tenía por entrar a esa tienda, prácticamente se había ido del todo.

—No puedo creer que me hayas hecho hacer esto.

— ¿Por qué? Te estoy ayudando, Emma. Ya verás la cara que pondrá Louis cuando te vea con el conjunto de lencería que compraste. Querrá sacártela tan pronto como la vea.

Niego con la cabeza y sonrío.

— ¿Con quién hablabas, por cierto?, dentro de la tienda —añado.

—Louis me llamó.

Todo nerviosismo ha vuelto. ¿Por qué tendría que llamarla a ella y no a mí? ¿Por qué siquiera no tengo ningún mensaje suyo?

— ¿Y qué dijo? —trato de sonar desinteresada.

—Pues, terminó su entrenamiento y que sus padres saldrán hoy día del país.

— ¿No preguntó por mí? —sé que estoy actuando de la peor manera posible por saber si ha querido saber algo de mí.

—De hecho sí, me preguntó si estabas conmigo y le dije que estábamos en mi casa. Entonces, preguntó si él y Dylan podrían ir y yo le dije que tú no querías verlo.

— ¿Que tú dijiste qué? —mi tono de voz se ha elevado para entonces y la detesto por un momento porque le ha dicho eso—. ¿Y por qué diablos le has dicho eso?

—Porque, queridísima amiga, ya he pensado en qué harás esta noche —la sonrisa dibujada en su rostro nunca la había visto antes y eso sólo me hace pensar en que no es nada bueno lo que haya pensado como dice ella.

—Escucha, lo acabas de estropear todo —digo—, es decir, las cosas ya estaban un poco complicadas justo antes de que le dijeras que no quería verlo. ¿Puedes pensar en cómo están ahora?

Niego con la cabeza varias veces. Prácticamente, las cosas van de mal a peor.

—No te preocupes, Emma, lo tengo todo planeado.

Lo que siento por ti.Where stories live. Discover now