9.Tenebroso Despertar

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Sus ojos vuelven a su estado normal y me brinda una sonrisa triste.

Se acerca a mi cara, sus fríos y suaves labios se plantan en mi frente.

Y con la velocidad de un leopardo él sale de mi habitación y yo vuelvo a poseer control sobre mi.

¡¡¡¿Fue el beso de la muerte o que carajos?!!!

Me levanto como un tiro, abro la puerta, bajo las escaleras y me dirijo a la puerta principal.

La abro y encuentro la cara de él.

Las lágrimas corren por mis mejillas y mi cuerpo padece de temblores, no dudo ni un segundo en lanzarme a sus brazos.

Laut me devuelve el abrazo y pone una mano en mi cabeza, apretandome más fuerte, como si intentará unir cada pieza de mi alma, que en este momento está hecha pedazos.

—Me siento tan cobarde, no soy débil, no soy una bebé, pero aquí estoy, llorando todos los pinches días—le digo entre balbuceos y tratando de no ahogarme con mis mocos.

—Jaime, tranquila, esta bien sentirse así, aveces tenemos una debilidad que después de un tiempo logramos convertirla en fortaleza.

Sus dulces y sabias palabras me hacen sonreír un poco.
No se si alguien podría entender cuán agradecida me siento de tenerlo.

—¿Donde estabas? Me estaba preocupando.—cuestiono con voz ronca.

—Mi mamá me dio permiso de quedarme en tu casa algunos días, pero con la condición de ayudarla a hacer las compras y arreglar mi cuarto, ya sabes, como siempre es ella—dice un poco molesto.

Vale, eso lo entendía, pero...

—¿Porqué no contestaste mis llamadas?.

—Mi celular tuvo una caída mortal y ahora tengo un bebe nuevo—cuenta Laut mientras mete una mano en su bolsillo y saca un nuevo  iPhone.

—Con lo seguido que matas un celular y compras otro ya tendrías un departamento—lo miro divertida y sin ninguna pizca de mentira, iba en serio.

Laut encoje los hombro y pasa por mi lado para entrar.

Voy a cerrar la puerta, pero antes, me aseguro que todo este en orden.

Mirando hacia el exterior, hacia las casas de enfrente, me doy cuenta de algo escalofriante.

Sentado a mitad de la calle y observandome fijamente esta el condenado gato de ojos verdes.

(...)

—Ya quítate, idiota—me quejo casi sin aire.

Laut se ríe mientras me aplasta con su cuerpo.

¡No puedo moverme!, este chico esta bien gordo.

Akemi llega y tumba a Laut, el cual cae a un lado de la cama y yo me levanto, tratando de respirar y no volver a estar bajo Laut.

—Oye, no me dejaste seguir torturandola—Se queja mi mejor amigo haciendo un puchero.

Miro a mi hermana y le sonrió agradecida. Ella me sonríe de manera dulce y cálida.
Estuve hablando con ella sobre si recordaba algo de lo que pasó aquella noche que intento matarme, obviamente no le dije que hizo, solo trate de saber si lo hizo a conciencia y al preguntarle, Akemi no sabía nada, así que le creí porque la conozco y vi su sinceridad, además se que fue influenciada por algo, algo que mientras más compruebo, se que no es algo ficticio, es real, tan real como el aire, no se ve, pero existe.

Akemi viene y se tira encima mio sacándome de mis pensamientos y yo me quejo por el dolor que siento en todo mi cuerpo al recibir su impacto.

—Estas malditamente loca, eso dolió.

—Amor, te amo, esta es mi manera de demostrarlo—dice ella mientras se acerca y besa mi cachete.

—¡Akemi! , ¡déjala!, ya sabes que soy el único que puede hacer eso—habla Laut tratando de poner un tono celoso.

Él quita a Akemi de un empujón y se hace a mi lado para abrazarme.

—Vale, lo captó, estoy de sobra, pero igual dormiré aquí.—Akemi nos guiña un ojo, apaga la luz y se acuesta con nosotros.

Laut y yo rompemos a reír, ella nos pone una cobija encima y se pega a Laut, él besa su mejilla.

—Descansa, cariño, te amo hermanita—me despido de ella.

Escucho el sonido de un beso al aire y se que es ella. Una sonrisa se forma en mi rostro.

Me acuesto sobre el pecho de Laut y él me abraza por la cintura.

Por primera vez en estos días cierro los ojos, sintiéndome tranquila.

Antes de dormir puedo sentir los labios de Laut sobre mi frente.

—Perra, es tiempo de cobrar la deuda, me la llevaré—Se escucha la voz de un hombre a través de todo el recinto.

Me encontraba en lo que parece ser una bodega vieja, llena de cajas y polvo.

Busque de donde provenía la voz y cuando me gire, mire una figura salir de entre unas cajas, sus pasos, la manera de caminar, me recordó a alguien, pero no lo supe conectar con quien. La persona se acercaba y justo cuando un poco iba a llegar a la zona donde había un poco de luz, me desperté.

Y no desearía haberme dormido, porque si solo me hubiera despertado antes, si no hubiera cerrado los ojos, podría haber evitado su muerte.

La MaquinaciónWhere stories live. Discover now