6.Oscura Anunciación

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Lautaro

Su nombre se repite todo el tiempo en mi memoria mientras corro a su casa.
Lo repito como si fuera una plegaria, mi salvavidas, lo único que impide hundirme.

Cruzó el jardín y golpeó la puerta de madera de la casa.
Esta era el doble de grande de la mía, aunque claro, en mi familia eramos cuatro, en la de Laut, eran seis.

-Voy-grita la madre de Laut, Hailey.

La puerta se abre, revelando la hermosa figura y rostro de Hailey. Sus facciones son perfectas, cada medida es exacta.
Los ojos grises iguales al los de su hijo me miran cariñosamente, y una sonrisa cálida se extiende por su rostro.

-¡Oh Jaime! Qué grata sorpresa-Se acerca a abrazarme tiernamente.

Le devuelvo el abrazo torpemente y me esfuerzo por retener la lágrimas.

Extrañamente eres fuerte y soportas no llorar al estar sólo, pero cuando recibes el apoyo de alguien, un abrazo, todo lo que guardas sale. Y es casi inevitable retener las lágrimas.

Ella se aleja de mi y toma mi mano para jalarme al interior de la casa.

-Sigue cariño, Lautaro esta en su cuarto-me dice ella, aun sin darse cuenta de la cara de espanto y dolor que traigo.

Ella es dulce, pero no analítica, tiene este tipo de aire alegre que le impide ver cualquier mal.

-¿No fue al colegio? -indago sorprendida, venía con la intención de esperarlo, pues hoy es día de clases y que yo haya faltado no quieres decir que el también, aunque no lo parezca, Laut es super responsable.

-Se encontraba indispuesto, así que decidimos que estaría bien que descansará, pero sigue, estará feliz de verte- me alentó con una sonrisa.

Empiezo a subir las escaleras y a la mitad. Hailey me llama, me regresó y la miró.

-Por cierto, ¿Qué tienes? ¿Porque tu no fuiste al colegio?-me pregunta ella preocupada.

-Me encontraba mal y tengo otros problemas, así que decidí quedarme y luego al no poder soportar quedarme en mi casa, decidí venir y esperar a que Laut llegará para hablar-le respondí con una verdad a medias.

-Todo estará bien, cariño, ahora ve con Lautaro, ambos se necesitan- le sonrió y sigo mi camino.

Continuo subiendo hasta el tercer piso, ahí hay solo una puerta, la de la habitación de Lautaro. Entró sin preguntar y lo encuentro tirado boca arriba roncando.
Me arrepiento terriblemente de no tocar, pues esta solo en pantalones.

Su trabajado pecho y abdomen están a la vista, provocando un aleteo en mi estómago.
U

na sonrisa se me escapa al ver su cabello despeinado y su rostro relajado con sus labios entreabiertos.
Doy unos pasos y me siento en el borde de la gran cama.
Paso mi mano por su suave cabello negro y me quedo acariciando este por unos minutos más mientras veo su rostro.
Lágrimas se resbalan por mis mejillas, temiendo que cuando le diga todo lo que me ha pasado este tiempo, él crea que estoy loca y no me apoye.
Limpio mis lágrimas y me encuentro con su rostro tenso y su ceño fruncido.
Sus labios murmuran cosas inteligibles.
Pongo una mano en su lindo cachete, queriendo evitarle cualquier mal sueño que este teniendo.

-No podré salvar a Jaime de ésto-murmura él.
Mi sangre se congela y una mueca me sale.

¡¿Que está Lautaro soñando?!

Iba a despertarlo cuando una lágrima resbala por su mejilla y sus ojos se abren. Pude ver como ellos estaban repletos de miedo.
Sus ojos grises me encuentran y al hacerlo puedo ver como su cuerpo se tensa.
En un parpadeo él se sienta en la cama y me pega a su pecho.
Paso mis brazos por su cintura y me adhiero a él.
Empiezo a llorar y no se como va a reaccionar y si me creerá, pero no aguanto más la carga, así que le suelto todo lo que ha pasado entre sollozos.
Lautaro acaricia mi cabello y de vez en cuando me pide que repita algo que no logra captar.
Le cuento la primera vez que vi al hombre de ojos azules, al gato en la ventana, la nota roja, la vez que el animal apareció, lo golpee y luego se esfumó. El sueño con el vecino Peter y lo que me dijo esta mañana.
Le digo como estoy muriendo de preocupación por mi hermana, lo traicionada que me siento por lo que intento hacerme.
Cuando me calmo, él me suelta un momento, me da un beso en la frente y se levanta.

-Conseguire un pañuelo, Jai-me avisa Laut.

Remueve entre los cajones de su habitación y yo fijo mi mirada en la alfombra roja del cuarto.

Sus pasos se acercan, luego se arrodilla frente a mi y levanto mi vista.
Debes ser raro para él, creo que yo he visto llorar más a Laut de lo que él me ha visto a mi.
Por lo general soy fuerte, pero esto me rebasa, todavía estoy aterrada de lo que me dirá.
Tal vez está tratando de pensar en como decirme de manera suave que necesitó ir al psiquiatra.

Laut pone el pañuelo en mi nariz y me hace señas de que sople.
A pesar de todo me rió, pues esta era nuestra tradición, "limpiar las lágrimas y mocos del otro", ¡Vaya cosa!.

El ríe un poco y termina de limpiarme, yo me dejo, nos tenemos este tipo de confianza tan genial, que no la cambiaría por nada.

-Ahora es el momento en que comienzas a decirme que estoy demente-comienzo a decirle, desesperada por su silencio, aunque más en el fondo, se que estoy buscando una salida, porque la ternura con que me trata y que su mirada no se despegue de la mía, me comienza a poner muy nerviosa.

-Se que es difícil de creer, pero te conozco desde los 7, sé que no estas loca, solo debemos encontrar una explicación racional a esto-me dice el mirándome decidido y con cariño.

Asiento y evitó poner a llorar como una bebé de nuevo.
Busco algo que me distraiga de mi horrible drama de lunática y recuerdo.

-¿Qué estabas soñando Lautaro ?-recordé lo que había dicho mientras dormía.

Él se levantó del suelo y se sentó a mi lado, empezó a pasar una mano por su cabello repetidas veces y evita mi mirada.

Me comenzaba a poner nerviosa. Lautaro no me oculta cosas y desde luego aquí hay gato escondido.

Agarró su brazo y él me mira. Con la mirada le advierto que empiece a hablar y sea sincero.

-Yo...yo -comienza tartamudeando inquieto, me mira y puedo ver que esta desesperado-he tenido este raro sueño por 3 días, aparece un hombre de ojos azules mientras tu y yo estamos en un parque, él se acerca para llevarte y alejarte de mi, pero yo me interpongo, así que él hace algo raro en mi, me mira y empiezo a perder el control de mi cuerpo y solo puedo quedarme viendo como él te lleva y repite: "Esta perra se lo merece, no intentes salvarla, es lo único de lo que no podrás salvarla". -cuenta él con la vista pérdida y coge mi mano, como si fuera lo que lo mantiene a flote, un escalofrío me recorre cuando escuchó acerca del hombre de ojos azules, ¿No puede ser el mismo o si? -El escenario cambia y te veo a ti y a él besándose, me desespero e intento acercarme, pero sigo sin poder controlar mi cuerpo, cuando tu volteas a verme eres tu, Jamie, físicamente eres tu, pero se que no eres mi Jamie porque me sonríes maliciosamente y tus ojos parecen estar sin una gota de cordura. Y luego dices algo aterrador que no entiendo: "Llegas tarde Lautaro, ya soy de ellos". -termina de contar mi amigo y yo solo intento acostumbrarme a este miedo que parece no querer irse.

¿Este sueño podría no estar muy alejado de la realidad?.

¿Sería igual que lo que me paso con Peter?.

Ojalá y no sea así, porque según Laut, me perdería a mi misma.
Y sería parte de algo grande y tremendamente oscuro.

La MaquinaciónWhere stories live. Discover now