9.Tenebroso Despertar

123 21 48
                                    

El depredador se acerca, calculando y midiendo cada movimiento que hago.

Retrocedo unos cuantos pasos.

Él sonríe, le encanta sentir el poder, infundir miedo en su presa.

Y haciéndole honor, al estar catalogandome yo misma como presa, hago exactamente lo que una de ellas hacen. Escapo.

Dirijo mis piernas a toda prisa y abro la puerta de mi casa, entrando y cerrando todo en un santiamén.

Sin detenerme, voy a la cocina, abro un cajón y saco el objeto que necesito. Subo las escaleras, entro a mi habitación y me aseguró de cerrar absolutamente todo, ventanas, puertas y cualquier maldito hueco por donde pueda caber una persona.

Me recuesto sobre la puerta de entrada a mi habitación, me voy resbalando hasta quedar sentada y llevo las piernas a mi pecho para luego envolver mis manos sobre ellas y agachar mi cabeza.

El objeto lo dejo en medio de mis piernas, preparada para cogerlo en cualquier momento. Me aseguro de que no me lastime y me quedo así, esperando...

Empiezo a contar mentalmente para encontrar la calma, porque con el pánico controlando cada parte de mi ser, no lograria nada, solo acercar mi final o lo que sea que aquel aterrador ojiazul planeara.

Uno...Silencio estremecedor.

Dos...Se escucha el sonido de la ventana. Tick, se quita el seguro. Tish, el vidrio deslizándose.

Tres...El suelo de madera cruje bajo el peso de alguien, sus pasos cada vez más cerca de mi.

Un sudor frío se apodera de mi cuerpo y siento como una gota se resbala lentamente por mi espalda.

Cada músculo de mi cuerpo se encuentra rígido, con una orden directa de mi cerebro a mi anatomía de que no dude en moverse para atacar.
Cuando siento su presencia cerca de donde estoy levanto mi cara, tratando de parecer indefensa y muerta de miedo. Lo que se me da muy bien, ya que en realidad lo estoy.

Él me mira y se agacha quedando a la altura de mis ojos.

Pone una media sonrisa en su cara, sonrisa de pesar, de arrepentimiento, de locura pura...

—Creo que ya sería tiempo de presentarme, ¿No te parece?.

Lo miro confusa, no es como si el estuviera aquí para comenzar una amistad.

—Tomaré eso como un si, soy Elías—dice el sonriente.
Intento decifrar su mirada y ahora si siento que me cago en todo.

Sinceridad pura y amabilidad llenan su mirada.

¿Estaba yo delirante o el ojiazul actúa de madres?

Entonces él solo tenia máscaras y máscaras, en donde al sacarlas todas se encontraría frialdad y locura, ¿no?

Elías estira su mano a la mía y al ver que no la estrecho, se empieza acercar a mi.

Empiezo a sufrir de temblores.

Desenvuelvo mis brazos de mi pierna y agarró el mango del cuchillo que estaba entre mis manos.
En los ojos de Elías se posa el miedo.

—No puedo permitirte hacer eso Jamie, lo siento—me da una mirada de arrepentimiento y sus ojos se empiezan a oscurecer. De manera literal, su azul claro empieza a adquirir un tono totalmente oscuro.

Me mira fijamente y susurra algunas palabras en un idioma que no entiendo.

Empiezo a sentir como mi cuerpo no me responde, lo miro aterrada y sintiendo las lágrimas correr por mi rostro.

La MaquinaciónWhere stories live. Discover now