10. Sangrientas Promesas

67 14 18
                                    

Me gustaba el negro. Antes de que se la llevaran, me parecía un buen color, ahora, lo detesto.
Es tan... vacio de luz.

¿Porque cada vez que muere alguien se asiste al funeral de negro?¿Porque no de blanco?

El blanco me daría esperanza.

Recuerdo cuando iba al campo y me quedaba sentada hasta tarde en una silla observando el cielo negro lleno de puntos blancos y una bolita blanca, esperando ver pasar a una estrella fugaz. Mi padre me acompañaba a un lado, pero sólo en cuerpo, él ya estaba dormido, siempre le vencía el sueño.

Recuerdo la luz que tenía la estrella al pasar , el resplandor, su blancura...o la ilusión de ella. Como iluminaba a su paso. Pero también lo corto que era el momento, era maravilloso y a la vez nostálgico, pero... me daba esperanza, porque al hacerlo pedía un deseo, y el deseo se convertía en la alegría de abrir mis ojos todos los días a la espera de que se cumpliera.

En este mismo instante desearía que todos estén de blanco, que me den su luz. Pero sólo hay oscuridad, un pozo oscuro del cual, mi única rama, de la que me sostengo para no caer, es este chico que está a mi lado, que me da su mano y aprieta la mía, haciéndome saber que esta aquí.

Y en ese momento, viendo como echan tierra a su ataúd, como su cuerpo  va quedando cubierto de tierra, escuchando los gritos de las dos personas de mi familia que me quedan, lo entendí.

Toda la gente que vestía de negro, representaba el cielo a la media noche.  Mi luna, era mi madre, mi padre y Akemi mis estrellas, mis puntos blancos. Y Laut, él es mi estrella fugaz, porque él me da esperanza, y por esa esperanza tendré la alegría de despertarme mañana, sabiendo que él estará aquí, iluminando todo con su presencia y siendo mi fortaleza en esta gran pérdida.

Lo que me preocupa es que las estrellas fugaces se van, ellas siguen su rumbo y se alejan, y yo no quiero ni pensar que él se aleje.

A menos de que yo me convierta también en su estrella fugaz y nos perdamos juntos en el universo infinito.

—Dios tenga en su gloria a esta gran alma—habla el sacerdote en medio de mi tormenta personal.
Las lágrimas ya no caen, pues el dolor llego a un punto tan alto, que simplemente ya nada se siente.

No lo asimilo, no lo creo, debe ser una pesadilla, y esa, esa será mi oración.
¡Que todo sea una pesadilla¡!!!POR FAVOR !!!

—Ven aquí pequeña—dice Laut mientras me acerca a su cuerpo y me rodea con sus fuertes brazos.

—Ya basta, mamá, me cansé de estar sentada durante dos benditas horas—le digo a punto de perder mi paciencia.

—Calmate , ya casi está listo—trata de tranquilizarme mientras se ríe. Con sus manos ella sigue aplicando laca a mi peinado.

Me miró al espejo y sonrió.
Debía admitir que estaba guapísima.

Los rasgos angelicales y de niña van desapareciendo.

Mi piel esta humectada, mis labios resaltados, llamativos por su suavidad y el atrayente color sangre que los cubría.

Mis ojos color avellana se miran más grandes y llamativos debido al delineador e iluminador.

Mi cabello cae en bucles hacia un solo lado sobre mi hombro derecho y llega hasta mi cintura.

Un poco de lágrimas se van a mis ojos y me levanto para abrazar a mi madre. Nunca me había sentido tan bella y ahora cada poro de mi cuerpo grita: "Sexy".

—Gracias, gracias, mami—canturreo alegre.

Me alejo un poco para ver su rostro, ella me mira feliz y orgullosa, con sus ojos avellana  cristalizados.

Dostali jste se na konec publikovaných kapitol.

⏰ Poslední aktualizace: Mar 10, 2017 ⏰

Přidej si tento příběh do své knihovny, abys byl/a informován/a o nových kapitolách!

La MaquinaciónKde žijí příběhy. Začni objevovat