—Eso te mereces por dejarme plantada. —Alex quien sale de su habitación entrecierra sus ojos, mirándome desaprobatoriamente.

—No te deje plantada. —Frunzo el ceño.

—Oh claro que lo hiciste. —Camina hasta el sofá y se deja caer en él, Robín enseguida corre a lamberle la cara. — ¿Has escuchado eso de amigas antes que chicos?

Claro que la he escuchado, esa regla y la regla de no te metas con ninguno de mis ex's son las más sagradas, supongo.

— ¿De qué hablas? Samuel dijo que estabas bien si me iba con él.

Aunque pensándolo bien fue un poco extraño como se negó a que llamara para confirmar que estaba bien irme. Mi teléfono es la prueba de ello.

No solo perdí mi tiempo sino también mi teléfono. Tonta.

—No, él no me dijo nada. —Deja de jugar con Robín para observarme confundida con el ceño fruncido.

Esto me convierte en una mala amiga. Nunca me ha gustado que me dejen planta por ende nunca lo he hecho, hasta ahora.

Aun así creo que me siento peor al saber las consecuencias de salir con Samuel.

—Lo siento mucho Lex. —La veo entrecerrar los ojos hasta que suspira pesadamente y levanta sus brazos para que vaya abrazarla.

—De acuerdo, te perdono, solo si prometes que tu pagaras el almuerzo mañana.

—Bien.

—Y será a un lugar caro.

Ruedo los ojos sonriendo y alejándome de ella. Seguro que señor pretencioso podría recomendarme algún restaurant.

Camino hacia mi habitación no sin antes tomar el teléfono de la casa, Robín me sigue y al llegar nos acostamos en la cama, uso como almohada el estómago de mi perro, quien en segundos ya se encuentra dormido.

Con mis manos templando del nerviosismo y rogando que esta vez sea papá el que conteste comienzo a marcar su número. Papá es igual o peor que despistado que yo y por esa razón deja su teléfono donde sea.

Un tono. Dos...

— ¿Diga?

Papá siempre se ha caracterizado por tener una voz gruesa y determinante. Esa voz que te hace orinarte en los pantalones de solo escucharla. Sí, gracias a él muchos chicos preferían escribirme que llamarme.

—Hola papá.

—Al fin me llamas. —Suspira dramáticamente, puedo escuchar como mueve su silla. Seguramente debe de estar aún en su oficina. —Me siento como una chica que fue usada y jamás la llamaron.

Ruedo los ojos divertida y acaricio las orejas a Robín.

—Exagerado.

—Tengo el derecho a serlo cuando mi bebé no se acuerda de mí.

Y sí que lo tiene. Hace más de un mes que no escuchaba su voz y eso que podría resultar ser toda una niña de papá, lo extrañaba demasiado.

— ¿Cómo están tú y Karen?

Un gruñido de su parte como reprimenda por llamar a mamá por su nombre me hace reír. Apuesto que rodo sus ojos y ahora se encuentra pasando su mano por el rostro.

Bien, esperando que nos visites antes de salir de casa en un ataúd. Ya sabes, lo normal. —Robín se levanta ocasionado que mi cabeza rebote en la cama. Al parecer no le gusto ser mi almohada.

the Badboy's theoryWhere stories live. Discover now