Al verla durante un prolongado periodo de tiempo, el castaño chocó contra una pared pegándose fuertemente en la cara. La joven pelirroja lo observó riendo un poco por lo sucedido y le sonrió.

Tsuna se quedó perdido hasta que su hermana llegó para ayudarlo con el golpe.

— E-Estoy bien, gracias Alice — Sonrió el castaño con un sonrojo en sus mejillas y mirando de reojo como la pelirroja se retiraba.

— ¿Seguro que estás bien, fratello? Estás rojo ¿No tienes fiebre? — Dijo colocando su mano sobre su frente.

— Sí, seguro — Dijo el muchacho para darle confianza.

Luego de aquel penoso accidente, los cuatro subieron a la azotea, en donde no esperaron ver a Hibari Kyoya dormido en medio de esta.

— S-Será mejor que nos vayamos — Susurró Tsuna un tanto asustado por la presencia del azabache.

— No creo que se moleste — Dijo la de rizos naranja acercándose a Hibari.

Su hermano la miró preocupado al ver como su melliza se acercaba al «Demonio de Namimori ».

Antes de que la chica lo hubiese siquiera tocado, ya se encontraba bajo el cuerpo del superior con una tonfa en su cuello y la otra peligrosamente cerca de su rostro. El azabache miró sus ojos y sonrió juntando sus frentes. Después de soltar un leve «Omnívora», el de ojos metálicos se levantó y se retiró del lugar, dejando sorprendidos a los mellizos y molestos a sus dos acompañantes.

— Princcipessa ¿Está bien? — Preguntó un preocupado Gokudera agachándose a su altura.

— ¿No te lastimó? — Preguntó Yamamoto de la misma manera.

— Estoy bien. Gracias, Hayato, Takeshi — Dijo con una amable sonrisa.

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Sicilia, Italia, el hogar de todos los mafiosos. Cerca de la costa se encontraba gran mansión Mussolini.

 Cerca de la costa se encontraba gran mansión Mussolini

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Todo era pacífico en aquel lugar. El heredero de la familia se encontraba buscando a la esposa perfecta para poder tomar su cargo de jefe, ya que en su familia era una tradición.

Alessandro Mussolini, el joven jefe de la familia Mussolini con diecisiete años y descendiente del mismísimo Benito Mussolini. Leonardo Caccini, guardián de la lluvia y su mano derecha, con dieciocho años. Los mellizos Matteo y Luca Andreotti, guardianes del rayo y sol, respectivamente, los dos con diecisiete años. Gian D'Amico, guardián de la nube con dieciocho años. Bruno Ferrari, guardián de la tormenta con diecisiete años y Noel Forttuni guardián de la niebla con dieciocho años.

Los siete miembros de la familia se encontraban en la sala de proyecciones buscando a la mujer ideal para su jefe, pasaban de mafiosa en mafiosa buscando a la joven perfecta pero nada

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Los siete miembros de la familia se encontraban en la sala de proyecciones buscando a la mujer ideal para su jefe, pasaban de mafiosa en mafiosa buscando a la joven perfecta pero nada.

— ¿Es lo mejor que tiene la mafia? — Se quejó Alessandro decepcionado y cruzado de brazos.

— Creí que le gustaría alguna. Aún falta una pero se trata de la Princcipessa di Vongola — Dijo el mayordomo de los Mussolini en una reverencia.

— Quiero verla — Exigió el jefe de la familia.

El hombre mayor pasó la última foto mostrando a la nieta del Nono Vongola. En la fotografía se encontraba sentada en uno de los pasillos de la mansión.

 En la fotografía se encontraba sentada en uno de los pasillos de la mansión

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— Alice Sawada, tiene dieciséis años actualmente y es la conocida «Queen». Ella se encuentra en Japón — Dijo el hombre.

El pelirrojo se levantó de la silla al mirarla, miró fijamente la pantalla durante unos minutos. Era ella.

Los demás también la miraron de la misma forma, pero sin levantarse de sus asientos.

No la merece — Pensaron sus guardianes notando la sonrisa de su jefe.

— Será mía — Pensó Alessandro sonriendo — Gilbert, prepara un jet, nos vamos a Japón — Ordenó.

La Princcipessa Di VongolaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora