III

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— ¿El Octavo Anillo Vongola? — Cuestionaron los tres muchachos confundidos ante las palabras del Hitman.

¿Realmente había un octavo anillo? Oh sí. Sí que lo había.

El arcobaleno del sol sonrió ante ello y miró a la joven de rizos naranja.

— Se trata del Anillo de la Estrella. Es un poder que sólo la hermana legítima del jefe puede tener. Es una llama única que sólo ha poseído la primera generación; sin embargo, cuando la Princcipessa nació, el anillo que se creía perdido fue encontrado — Explicó Reborn — Es un poder capaz de igualar, incluso superar, la llama del Cielo — Sonrió.

— ¿De verdad es un poder tan inmenso? — Preguntó Gokudera sin poder creerlo, nunca imaginó que otra llama pudiese superar la del Cielo.

— Lo es. La llama de la Estrella tiene como atributo la Excelencia. La Princcipessa es la estrella que guía a los viajeros y cubre el cielo para protegerlo de la oscuridad absoluta. La Princcipessa es capaz de controlar y crear seis de los elementos de la naturaleza — Mencionó el arcobaleno.

Los muchachos no creían lo que escuchaban ¿Realmente Alice tenía tal poder en sus manos? ¿Realmente era tan poderosa?

— Fuego, Aire, Agua, Tierra, Luz y Oscuridad, Alice tiene la habilidad de controlarlos y crearlos, también puede usarlos tanto ofensivamente como defensivamente. Además, tiene habilidades curativas — Finalizó el pequeño hitman.

— Creo que estás exagerando Reborn — Dijo la joven rascando su mejilla, a veces Reborn solía ponerla en la cima de todo.

Ella era como la hija que Reborn siempre quiso tener. (Y la tendrá, ya saben a lo que me refiero)

— V-Vaya, nunca creí que la Princcipessa poseyera un poder tan increíble — Opinó el peliplata sin poder creérselo.

— Realmente no es para tanto — Dijo Alice agitando las manos riendo ligeramente.

— Es para mucho, las estrellas están por sobre el cielo y están para resguardarlo. Ése es su propósito Princcipessa, proteger a su hermano y guiar a la familia en sus dificultades — La expresión de Reborn era seria y su rostro estaba escondido en su fedora, este iba en serio.

Alice no dijo nada al respecto, al igual que su hermano y los dos muchachos que lo acompañaban. La muchacha sabía que tenía una gran responsabilidad con su hermano y con Vongola. Era una gran presión para una joven de su edad.

Después de aquella charla decidieron entrar a la residencia de los Sawada, los tres muchachos debían hacer una tarea de matemáticas para el día siguiente. La primogénita de los Sawada estaba sentada en la cama, mientras los tres varones se encontraban concentrados en su trabajo.

Alice suspiró y salió de la habitación de su hermano sin decir una palabra. Se dirigió hacia el patio de la casa, suspiró sentándose en uno de los escalones.

— Te vez afligida — Habló Reborn sentándose a su lado.

— Es sólo que no creo poder con esto. Aún soy demasiado joven para afrontar toda esta responsabilidad — Dijo la chica agachando la mirada y mirando en anillo en su dedo central. Este tenía forma de estrella y el escudo de Vongola grabado en él.

 Este tenía forma de estrella y el escudo de Vongola grabado en él

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— Entiendo que te sientas presionada. Pero no tienes que preocuparte, eres fuerte, hábil y lista, tú puedes con esto — Animó el hitman sonriéndole.

La Sawada lo miró de reojo y sonrió. Siempre la apoyaba cuando estaba decaída. Suspiró mirando al cielo, el cual poco a poco iba tomando tonalidades naranjas.

— Tsu-kun está preocupado por mí. Puedo verlo en su mirada — De nuevo, Alice suspiró cerrando sus ojos — No quiero que esté preocupado por mí. Sé lo que debo hacer, sé cuál es mi deber. Me gustaría demostrarle que soy fuerte y que no necesita preocuparse —

— Princcipessa, es su hermano, siempre va a preocuparse aunque usted sea más poderosa que él. A Tsuna no le importa si usted puede derrotar a todas las mafias del mundo, siempre va a estar preocupado por usted — Opinó el hombrecito de traje mirando al cielo también.

— Eso es cierto. Desde que era una niña siempre estuvo preocupado por mí — Rió la de rizos naranja ante aquellos recuerdos — Me siento feliz de poder estar a su lado de nuevo. Tsuna y yo nos entendemos y nos complementamos bien, tenemos una conexión indescriptible — Explicó con una sonrisa — Somos mellizos, nos conocemos mejor que nadie pues hemos estado juntos desde antes de nacer —

— Ustedes dos compartieron el vientre de Nana, han estado conectados desde que eran apenas pequeños fetos. Es por eso que la voluntad de ambos es tan fuerte, porque quieren protegerse — Mencionó el arcobaleno tomando una taza de espresso.

La chica río, a veces se preguntaba cómo su tutor conseguía todo aquello sin necesidad de moverse.

— Por cierto, mañana asistirá a la secundaria Namimori con su hermano. Está en la misma clase que él — Informó Reborn antes de retirarse.

Alice volvió a mirar al cielo, el cual ahora se encontraba teñido de colores naranja y rojo. Era un precioso atardecer. Los atardeceres de Japón eran hermosos, pero no se igualaban a los de Italia.

La chica rió con ironía ante ello. Cuando estaba en Italia, extrañaba Japón y ahora que se encontraba en Japón, extraña Italia.

— Ni yo me entiendo — Murmuró la chica para sí con una sonrisa.

Nana miró a su hija disfrutando del atardecer. La mujer se sentó también para abrazar a su hija, realmente la había extrañado. Era su primogénita y le dolió verla irse. Aunque estuviese segura con su padre, Nana quería protegerla.

La joven cerró los ojos escuchando los reconfortantes latidos de su madre, aquellos que había sentido cuando estaba en su vientre.

— ¿Quieres ayudarme con la cena, Ali-chan? — Preguntó la castaña acariciando el hermoso cabello de su hija.

— Por supuesto. En este tiempo he desarrollado dotes culinarios — Sonrió Alice levantándose y ayudándole a su madre a hacerlo.

Ambas fueron a la cocina para hacer la cena de esa noche. Gokudera y Yamamoto se quedaron a comer ese día, luego se retiraron cada uno a su hogar.

Después de aquello Alice fue a su habitación, la cual no había visto hasta ese momento. Era un poco pequeña, pero lo suficientemente espaciosa.

La habitación estaba pintada de blanco, su cómoda para guardar su ropa, el suelo lo cubría una alfombra rosa y había un puff del mismo color. La cama daba a la ventana, esta era individual, de madera pintada de blanco, con dosel. Las sábanas y las almohadas blancas y había un pequeño cojín rosa en el lugar.

 Las sábanas y las almohadas blancas y había un pequeño cojín rosa en el lugar

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La joven se sentó en su cama, se sentía en casa. Era una habitación cómoda y perfecta, se sentía cálida y hogareña.

Alice suspiró y se dispuso a deshacer sus maletas, para luego colocarse la pijama e ir a dormir. Mañana sería un nuevo día. Un nuevo inicio.

La Princcipessa Di VongolaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt